sábado, 26 de abril de 2014

Nada.

Los coches, los autobuses, las motos, todo se sucedía a través de las ventanas de aquel desgastado autobús, pese a que lo que más me llamaba la atención eran aquellas luces tristes de medianoche, esas luces que emanan de farolas acariciadas por la lluvia, borrachas de soledad.
Las gotas que resbalan sobre los cristales me parecen bonitas, se forman rápidamente para caer, como si naciesen y muriesen a velocidad de vértigo. Siempre me gustaba contarlas cuando estaba aburrido. Siempre me gustaron esos parajes melancólicos y dar aires de melancolía. Parece que cuando eres melancólico tu vida es más impresionante, tiene mucho más sentido dado que sientes que está llena de cosas, que está llena de sensibilidad y cualquier cosa que pasa adquiere mucho más interés. Es como hacer más bonito y dramático todo lo que conoces.
De todas formas yo esto no lo sé, solo sé que digo tonterías. Solo sé hablar de cosas repetitivas y que se contradicen en sí. Y es entonces cuando llega ese sentimiento en el que siempre siempre siempre, siempre sientes que pasa lo mismo una y otra vez. Y eso me hace pensar que es verdad eso de que estamos destinados a hacer lo mismo una y otra vez, vivir en una rueda giratoria que lo único que nos hace es vivir lo mismo solo que se disfraza una y otra vez de diferentes formas.
Parece que es normal, que es algo que deberíamos saber ya de sobra y que no podemos hacer nada para que cambie. Es como una de esas películas en las que alguien se despierta y vive el mismo día una y otra vez, atrapado y condenado a vivírlo por siempre. Realmente es algo parecido a eso, solo que tú vas cambiando y el mundo va cambiando para que cuando llegue ésta nueva situación tú pienses que es nueva, diferente, que es una nueva oportunidad para que salga bien y ser feliz. Pero, tras varias semanas en las que te enfrentas a todo esto y que crees que por fin va a llegar, se desmorona delante de tus ojos como si fuera un castillo de naipes.
Por eso lo mejor muchas veces es huir lejos, dejar aquello atrás e intentar aprender, intentar que la próxima vez que venga las cosas salgan mejor. El problema es que tenemos miedo de huir lejos, nos da miedo irnos, nos da miedo alejarnos para siempre. Nada que ver con huir por vacaciones y llegar a un sitio de nuevo, pasar unas semanas y volverse cuando encuentras que lo que hacer ya es repetitivo.
Puede que el miedo venga de hacer cosas repetitivas, como si nuestra mente necesitara hacer cosas repetitivas pero al mismo tiempo nunca hacer nada igual, hacer todo como si no hubiera un mañana, como si fuera la primera y la última vez que hacemos algo. De todas formas eso tampoco evita que las situaciones vuelvan a repetirse porque, en el momento en que sientas que todo va bien, que has encontrado la felicidad por ti mismo, volverá a aparecer, no importa de qué forma, no importa cuánto tiempo haya pasado. Solo sabes que va a aparecer y que cuando lo haga volverás a caer.
Volverás a caer, volverás a ilusionarte, volverás a pensar que es posible que seas aún más feliz, que los meses anteriores han sido buenos pero que ahora es el momento de obtener el resultado de tanto tiempo de espera. Y entonces es cuando esos días se vuelven más felices, más especiales, porque esperas a que algo que esperabas está muy cerca. Es como eres pequeño y pasas una semana antes de tu cumpleaños solo pensando en el momento en que llegue ese día, es como cuando esperas que te traigan regalos los reyes magos. Miles de ilusiones se forman en tu mente, miles de pensamientos se forman ante la llegada de esos premios o regalos. Y por fin ese día llega, llega y eres feliz, pese a saber que al día siguiente faltarán otros 365 días para que vuelva...
Esto es más o menos así, pero solo que ese día del cumpleaños no llega, te quedas en el día de antes y el día de tu cumpleaños desaparece, se borra. Y todo en ese momento se rompe, se rompe, y sabes que tendrás que volver a esperar mucho, mucho tiempo, hasta poder encontrar de nuevo otra oportunidad.
Y es triste, porque muchas veces tú no tienes la culpa de que ocurra esto, muchas veces los problemas vienen de cosas que no puedes controlas, cosas como que no le gustas lo suficiente o eres demasiado bajito. Entonces, llegado a ese momento ¿Qué puedes hacer hasta que llegue el siguiente?¿Cómo tienes que prepararte para asegurarte de que la próxima vez salga bien? No podemos, por mucho que queramos, por mucho que nos esforcemos, somos una mera pieza sin valor que el día que llegue a encajar será por mera casualidad. No podemos matarnos a pensar qué deberíamos hacer, qué deberíamos ponernos, qué deberíamos decir para que salga bien, porque por mucho que te esfuerces eso nunca va a funcionar así.
Y ahora solo queda esperar, esperar a que se repita el círculo, a dejar de pensar estas estupideces dentro de un viejo autobús para ilusionarte y después volverlo a hacer el día que vuelva a salir mal. Los autobuses y trenes son buenos sitios para pensar; y más cuando llueve, y mucho más cuando intentas llevar esa vida melancólica que pareces querer tener.
Solo te queda eso, esperar y esperar hasta el día de un cumpleaños que nunca llega y después de eso volverte a sentarte en un estúpido autobús a hacer como que entiendes de la vida y que todo lo que pasa es por alguna razón.
Sería bonito que un día todo por lo que has sufrido se viese recompensado, como si de repente un día fuera algo como "El día de cobro" ese día en que todo lo que has trabajado cobra un sentido y te ves recompensado. Pero bueno, ese es otro invento humano con lógica para intentar hacernos la vida más fácil, aunque me sorprende que si para eso fuimos inteligentes para esto seamos tan estúpidos.Sí, somos estúpidos.Y yo soy aún más estúpido pensando que escribir esto me va a servir de algo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario