viernes, 11 de octubre de 2013

Beautiful Poet.

El olor del café por la mañana era algo que siempre me había gustado. Me gustaba ver amanecer mientras oía los murmullos de la cafetera. Un café y un cigarro. Un tiempo extraño y a la vez desarraigado.
Algo había en el amanecer que me hacía sentirme especial, me hacía sentirme el único ser de la Tierra. Hay gente a la que le ocurre lo contrario, que piensa siente que es pequeña, que queda eclipsada por la belleza del sol y siente cuán pequeños somos y cual vulnerables son nuestras vidas. Pienso que tienen razón, pienso que todo el mundo puede tener razón cuando se trata de algo importante, pero en mi caso era todo lo contrario. El sol hacía sentirme grande, segura, como si fuese un acontecimiento en el mundo que solo ocurría para mi misma. Sentía que era la única persona del mundo en ese momento, la única persona capaz de vislumbrar aquel hermoso momento. Supongo que por eso la gente piensa que estoy loca, o simplemente que soy rara, pero con el tiempo aprendí a que no tienes por qué creer lo que la gente piensa de ti, que únicamente tienes que creerte lo que tú quieras ser.
Levantarme temprano por la mañana es algo que hago desde siempre. Es como un ritual y si no lo hiciera no creo que me sintiera viva. Pensar cómo algo insignificante se convierte en algo tan importante para mí me parece algo increíble. Me emocionan ese tipo de cosas, me gustan ese tipo de cosas. Puede que sea por eso por lo que también mi gran sueño sea ser artista.
Supongo que ahora es el momento de cumplir un sueño, el momento de sentir que puedes serlo todo en algún día futuro, de sentir que todo por lo que has luchado cobra de repente el sentido que siempre has querido. Aún sigo esperando cumplir ese sueño.
Yo llegué a la ciudad con el sueño de ser artista. Sentía que era el arte quien mejor llegaría a comprenderme y quien haría eterna mi felicidad. Me levanto todas las mañanas imaginando que puedo ser alguien grande, imaginando que soy el mismo sol y que mi poderes y sueños son infinitos. Al fin de al cabo tampoco es un sueño tan raro, mucha gente huye de casa en busca de sí mismos, atraídos en parte por una vida bohemia donde poder escribir música y poder leer a los grandes.
El sueño es algo eterno, es algo que permanece para siempre, pero al mismo tiempo te mata. Por la noche paso horas frente al espejo peinando mi larga melena color avellana de mil maneras distintas. Me gusta estudiarme, me gusta sentir que puedo ser diferente pero en el fondo sé que quiero sólo quiero encontrarme a mí misma, que mi cuerpo de alguna manera me dará alguna pista de quién soy o quién puedo llegar a ser.
Me gusta esta ciudad, aquí he encontrado a mucha gente también como yo. Y en ese momento apareciste tú en mi vida, tú me enseñaste a tocar la guitarra, a pasar las largas tardes escribiendo mi sueño. Me hace feliz verte todos los días, me hace feliz saber que una parte de mí se siente querida. Sé que ahora mi soledad no es tan grande, sé que no estoy sola en todo esto y que puede que las cosas así sean más fáciles.
Las horas pasan, y cada tarde tú te sientas conmigo en la sala de estar, esa sala de estar plagada de ventanas que cada día me gusta más. Te sientas cerca de mí y yo permanezco inmóvil junto a la ventana con un cuaderno en mis manos a la vez que te miro. Tú tocas la guitarra mientras fumas un cigarro cuyo aroma se mezcla con los vapores del té. Creo que así soy feliz.
Las melodías invaden la habitación. Tú estás a lo tuyo mientras yo estoy a lo mío. Tú tocas la guitarra inventando sonidos mientras yo escribo mis canciones. Creamos juntos cosas que jamás estarán juntas. Tu música es diferente a la mía, tus gustos son distintos a los míos. Todo es complicado pero creo que así estoy feliz. 
Mis cuadernos se llenan, mi cabeza explota, mi sueño avanza y se disfraza. Las cosas son difíciles para ser un artista, tu cabeza te traiciona y te abandona cuando más la necesitas. Tú me inspiras para escribir, tú me haces crear nuevas historias. Es difícil encontrar una inspiración y es difícil mantenerla. Ahora sé que eres tú, que la forma en cómo me miras de alguna manera me fascina y que la manera de amarme es especial e incomparable a la de otros hombres.
Sé que todo esto un día se acabará, que a la larga eso se apagará, que a la larga tú encontrarás a otra chica más guapa y con más talento que yo. Es así como estas cosas funcionan, y sé que la manera en la que me miras mientras te fumas los cigarros ya se la conocen otras chicas iguales que yo. He aprendido a no esperar nada de nadie, a esperar únicamente de mí misma, a creen en la persona que seré algún día.
Yo una vez tuve un sueño, el sueño de ser una artista que vivía la vida con locura, una poetisa que lograra enloquecer al mundo. Cada noche rezaba por conseguir ese sueño, crear música y emocionar al mundo, unos aires de grandeza que me matarían sin darme cuenta. Ahora esto es lo que me toca, inspirarme e intentar ser feliz junto a los míos rezando por encontrar a los que serán míos para siempre. 
Los cigarros se consumen, tus cuerdas mueren poco a poco, el anochecer llega a mi casa como si en ese instante perteneciéramos a otro mundo. Como si, sin proponerlo, pudiéramos de alguna manera pertenecer a nosotros mismos. 
Te acuestas en mi cama y nos amamos durante toda la noche, mi mente viaja a lugares que nunca conocí, tus manos recorren mi cuerpo y me siento como si hoy pudiera ser la última vez. No importa cuánto tardamos, no importa cuánto nos amamos, no importa cuánto pensamos el unos en el otro, sólo importa que en estos momentos creamos arte y al mismo tiempo pasamos el rato. 
Todas las noches te quedas dormido cerca de mí mientras permanezco despierta esperando el nuevo día. Siento cómo los rayos ya comienzan a entrar en la habitación y me levanto para realizar aquello que hago todos los días. Salgo desnuda al balcón para sentir su poder con más fuerza sin importar el frío que pueda hacer. Permanezco inmóvil durante el tiempo que dura el espectáculo, fascinada por cada instante, lágrimas caen de mis ojos y emborronan la perfecta visión.
No sé qué hago en este mundo, no sé qué llegaré a ser algún día. Sólo pienso que nada de eso importa si por ahora las cosas van bien. 

sábado, 5 de octubre de 2013

Your Choice.

Y todo parece que acaba aquí. Acaba o empieza y aún no sabes qué decidir. Las últimas semanas han sido decisivas en ti, sabes que cambiarán todo lo que había empezado y ahora no sabes si aquello fue lo correcto.
Estás sentada en la mesa del comedor, la mesa de roble nunca te había parecido tan grande. Ahora miras fijamente hacia abajo sin prestar atención al brillo de la mesa, ese brillo que refleja tu rostro y que no sabes si te apetece ver. Él grita, se mueve de un lugar hacia otro haciendo bruscos movimientos con las manos. Tú no quieres mirarle, no quieres saber nada, solo quieres que se calle y te deje sola. No te atreves a levantar la mirada.
Sabes que tiene derecho a comportarse así, sabes que tiene derecho a gritarte y a aguantar todo lo que tiene que decirte. Sabes que lo has hecho mal, sabes que no tenía que haber ocurrido así. Sabes que no debiste herir sus sentimientos. Sabes que no debiste llevar todo ese asusto demasiado lejos.
La palabra "puta" parece que es la que más parecen pronunciar sus labios, cada vez que la escuchas es como si cayera un gran peso sobre ti. Te lo mereces, es lo que has sido y es lo que eres, mereces que te lo llame miles de veces. Mereces que te lo escriba en la frente y que todo el mundo lo vea.
Las lagrimas comienzan a salir de tus ojos, él no se lo merecía. Sientes como si quisieras desaparecer, haber pensado todo mejor. Él te quería, te quería y sabes que si se está comportando de ese modo es porque aún te quiere. Has sido una puta, no tienes problemas en admitirlo, pero te hubiera gustado que las cosas hubieran sido diferentes.
Todo comenzó en aquella tarde de otoño, una tarde típica de esas películas románticas que tanto echabas de menos. Las calles estaban abarrotadas y tú ibas perdida en tus cosas, cerrada en tu vida, cerrada ante todo lo demás. De pronto suena tu móvil y te llama él. Ya nada es como antes, antes habría aparecido una gran sonrisa en tu cara a cada llamada que llegaba a tu móvil. Ahora sabes que es para algún favor o para cargarte con más trabajo. Sabes que te quiere, pero ese pensamiento ya queda lejos.
La llamada termina y tus pasos comienzan a hacerse más pesados. Apagas el móvil y de repente te chocas bruscamente contra alguien a quién no habías visto, tal y como ocurre en las películas románticas. A partir de ese momento ocurre lo que todos pensamos, esto no tiene nada de original. Te disculpas y él te sonríe, tu mirada perdida hace que él vea algo en ti y con eso ya sabe lo perdida que estás. Te vas con él a tomar un café, a olvidar por un momento todo lo que tenías que hacer. Ahora ya eso no importa, en tu cabeza ya no hay lugar para todas esas tareas y trabajos que tenías que hacer a esa persona que se supone que quieres. Sus palabras te hacen olvidar tu vida, tu pasado, te hacen sentir como si fueras joven de nuevo y tuvieras ganas de vivir la vida otra vez.
Quedáis un día, y otro, y otro, y otro... y así durante una semana, y otra, y otra, y otra... y ya os imagináis cómo continúa. Tú solo querías alguien que te escuchara, alguien que te prestase atención, un amigo en quien confiar. Pero pronto comienzas a ver que esto va más allá y que algo estás haciendo mal. Pronto llega vuestro primer beso y después vuestra primera noche. Sabes que la estás cagando, sabes que no está bien. Pero en esos momentos tu felicidad, tu puta felicidad, es lo más importante.
Ahora lloras intentando no mirarle. Sabías que lo iba a descubrir, sabías que aquello no podía durar mucho tiempo. Ahora él grita y tu lloras sin saber qué hacer, como si ya con llorar consiguieras arreglar algo. De pronto él para y se sienta, tu sigues llorando. Sientes que ha parado y levantas la vista con los ojos llenos de lágrimas para ver qué ocurre. Le ves sentado en una silla mientras hunde el rostro en sus manos. Sabes que está llorando. No sabes qué hacer, no sabes si levantarte, si llorar, si seguir sentada en esa silla el resto de tu vida. Ojalá pudieras pasarte el resto de tu vida sentada en esa maldita silla.
Te levantas aún llorando y te acercas hacia él. Te da miedo tocarle, sientes que no debes, que ya no le perteneces, que le has hecho mucho daño y que por mucho que quieras no vas a poder remediarlo. En el fondo de tu corazón sabes que aún sientes algo por él pero todo ha ocurrido muy rápido. Aquel hombre de la calle te hizo sentir libre, sentir que escapabas del infierno en el que se había convertido tu vida, habías sentido nuevos deseos de amar, nuevos deseos de ser feliz.
¿Qué había ocurrido para sentir que tu vida no era feliz?¿Qué culpa tenía la persona con la que te habías casado de que hubiera ocurrido todo eso? Sabes que él no te ha tratado mal, sabes que no era su culpa, sabes que él aún siente algo por ti. Las circunstancias os habían traicionado, os habían ido matando poco a poco irremediablemente.
Ahora tienes dos opciones: Huir y empezar de cero, sentir de nuevo el amor y comenzar una vida lejos de allí en busca de la felicidad o quedarte, quedarte y reconstruir tu vida pedazo a pedazo para que algún día todo vuelva a ser lo mismo.
En esta historia no hay posibilidad de un final feliz, alguien tiene que salir mal parado. Alguien tendrá que coger lo que quedaba de su vida y seguir adelante. La vida no nos dijo que seríamos felices. Eso de ser felices es algo que nos hemos inventado nosotros para jodernos.
Te sientas en el suelo, acercándote hacia su cabeza y le das un pequeño beso mientras él sigue con su llanto. Tus ojos están vidriosos y querrías seguir llorando el resto de tu vida, pero sabes que no puedes. Te levantas y vas a la entrada de la casa a la vez que coges tu abrigo de color marrón. Sales a la calle, hace mucho frío. Sales con la mirada perdida, sin prestar atención a lo que está ocurriendo en la calle. Quieres tomar un café, quieres sentarte en un banco, quieres andar hasta caer agotada en la acera. Quieres muchas cosas y aún no sabes cómo vas a mantener las dos historias que ya tenías.