martes, 8 de julio de 2014

Partynauseus.

Compartí mi mente y mi cuerpo contigo, o al menos eso era lo que intenté. Realmente apenas compartí nada, apenas nos dio tiempo a que algo de eso ocurriera y ya todo esto queda muy lejos para que algún día se cumpla.
Lo tenía todo, tenía absolutamente todo, solo quería seguir teniendo cosas, solo quería seguir por ese camino que cada día para mí se había vuelto más borroso. Mi mente estaba completamente loca, todo ya se terminaba. Todo por lo que había luchado se había ido evaporando, y digo por todo lo que había luchado siendo estúpido, porque lo que quise lo conseguí, solo que las cosas que no conseguimos son siempre las que me hacen la vida imposible.
¿De dónde nació esa necesidad?¿En qué momento afloró en mí esa necesidad de tenerte, esa necesidad de tener a alguien? Esa necesidad se hizo tan imprescindible en mi vida como respirar, tenía que vivir con ella. Vivir con esa sensación de muerte si lo que quería era seguir viviendo.
Lo tenía todo y de repente empecé a perderme, a obsesionarme por ti y a perderle el sentido a todo lo que antes lo había tenido. Esta última semana allí me volvió loco, me hizo morir. Me hizo morir porque en una estúpida parte de mi mente aún esperaba que ocurriera algo más; que, aunque solo quedaran dos días, en el último momento las cosas aún podía cambiar. qué estúpido soy. 
Quería cosas que me hicieran más grande, quería cosas que me hicieran olvidar todo este asunto. Pasé una semana entera saliendo de fiesta, perdiéndome entre la gente y perdiéndome a mí mismo al mismo tiempo. Era lo único a lo que podía aferrarme: había terminado las clases, había perdido la ilusión por mis proyectos, había perdido la ilusión por ti. Necesitaba algo, necesitaba algo que no sabía lo que era porque mi mente en esos momentos no funcionaba. Y caí, caí en mundos donde solo veía luces, solo veía gente moviéndose, donde solo había gente que me miraba extraño.
Ya se había convertido en una costumbre, desde que me levantaba sabía que era lo que iba a hacer esa noche, y de verdad que no me importaba. Sentía que aquello hacía que viviera, sentía que aquello era lo que más necesitaba pese a saber que lo demás no podía haberlo tenido. Y es que esa felicidad me mataba, me hacía sentirme fuerte y libre. Amarlo era gratis, amarlo era fácil, amarlo era mucho más fácil que amarme a mí mismo.
Me ponía la gastada ropa que tengo para salir y me perdía durante toda la noche, y en esas últimas noches volvió mi ilusión por ti. Pensé que saldrías esa noche. Mi mente me decía que te iba a ver, que iba a ser una ridícula despedidas de esas. Pensaba que aún algo podría llegar a revivir aquello que ya estaba más que muerto. Pero no apareciste, no me contestaste, no volví a saber nada pero parecía que en ese momento ya no me importaba. En ese momento era así, me había ocupado de que ya no me preocupara nada, de que esa noche fuera como las anteriores, que la droga hiciera su efecto y me diera la capacidad de volar. Ya ahora todo era como un sueño, como una nube, pues las paredes sucias de la discoteca y sus suelos llenos de hielos y copas rotas se habían convertido en el Paraíso que tanto buscaba.
La gente se movía al igual que las palmeras se sacuden con el viento. Aquello me golpeó y lo sentí como un beso, todo era como un gran baile de palmeras y brisas marinas. Aquello era el Paraíso y yo estaba mejor que nunca.
La noche fue avanzando, sabía que tú no ibas a aparecer pero ya me daba igual. Entonces ella le encontró, encontró a alguien que no conocía, alguien que no había visto nunca pero que en mi mente muchas veces se había materializado. Fue una de esas veces en las que algo que siempre estuvo presente en tu mente se vuelve real, aparece porque antes no habías tenido la oportunidad de encontrarlo.
Ella había encontrado a un chico, un chico de esos que habían dedicado toda su vida a él mismo, a su cuerpo, a su belleza. Su cuerpo era increíblemente perfecto, nunca antes vi a alguien tan guapo ni tan perfecto y a mí en ese momento todo eso me pareció bien. Él se fue con nosotros, seguimos de fiesta con él, los tres nos perdimos aún más en el amanecer que ya aparecía en el cielo.
Yo no quería nada con él, en ese momento no quería nada, seguía inmerso en el Paraíso y que él estuviera en él o no me daba lo mismo. Yo ya tenía mi Paraíso, no quería nada más pero mi amiga se empeñaba en decirme que él no iba a querer nada conmigo, que no me ilusionara con él porque no iba a pasar nada. Y era cierto, los chicos como él no se fijan en gente como yo. Era gogó, decía. Había estado en las mil y una fiestas bailando y enseñando su cuerpo. Su vida y la mía no tenían nada que ver, eramos como el día y la noche, él nunca querría algo conmigo.
Y no sé, me había acostumbrado a que en esa semana nada me importaba y a la vez me importaba todo. Eran demasiadas cosas en la cabeza, demasiadas cosas en las que preocuparme y sin embargo lo único que hacía era huir y huir de mí mismo. Ver a aquel chico me hizo replantearme muchas cosas, el que me preguntara que qué era lo que había estado haciendo con mi vida. Él se había realizado ya por decirlo de alguna manera, había utilizado sus años para convertirse en aquello. Era todo lo que había querido ser. Para mí él ahora tenía el mundo en sus manos, podía hacer lo que quisiera con quien quisiera. Se había propuesto una serie de metas y se veía que las había cumplido. Él era dueño de sí mismo.
Y yo estaba ahí, al lado suyo haciéndonos fotos, dejando que la cámara nos atrapara en una misma imagen y con todas sus diferencias. ¿Qué he estado haciendo?¿En qué me he estado volcando?¿De verdad el Arte me ha servido para lo que he querido? A veces me pregunto por qué elegí ese mundo, por qué elegí un mundo en el que cada día muero más y más. Por qué quise volcarme en el Arte y vivir mil y una frustraciones. Pienso que por qué no elegí un camino fácil tal y como hizo ese chico, que por qué no decidí mazarme y convertirme en alguien que vive de su cuerpo y de su cara. Gente que obtiene su felicidad de una manera fácil. Parece que todo es más fácil cuando eres guapo, cuando tienes un cuerpo perfecto y cuando puedes obtener todo lo que quieras. Ya has construido tu vida, ya está todo resuelto, ya no tienes que preocuparte por más cosas.
Y puede que esto no sea verdad, que realmente ese chico fuera en el fondo la persona más infeliz del mundo, pero aquella no era la impresión que daba. Aquello no fue con lo que me quedé. Más tarde yo lo único que podía hacer es mirar aquellas fotos en las que salíamos los dos y ver las diferencias que había. ¿Por qué no hice yo eso?¿Por qué no llevé yo esa vida? Y no es que me arrepienta, no me arrepiento de nada de lo que he hecho en mi vida. Es solo que parece que me cuesta ver qué es lo que quiero ser y a qué es lo que quiero llegar, qué es lo que quiero hacer cuando pasen los años. Me cuesta ver qué es lo que he conseguido.
Y es que estábamos los dos juntos en aquella foto. Él, con todo lo que una parte de mí siempre había querido y yo: un tío que se obsesionaba a la mínima oportunidad, que estaba loco, que no sabía qué quería, que no le llegaba ni a la suela de los zapatos al físico de aquel chico y que huía de sí mismo perdiéndose en la fiesta y drogándose con el enemigo.
Y al irnos a casa no pasó nada, tal y como yo esperaba, tal y como me habían dicho. Se marchó, me marché, y no creo que lo vuelva a ver. Pero esto es algo que no me importa, de hecho en ese momento no me importó, yo seguía en mi Paraíso y en esos momentos solo quería irme a mi casa. De esa noche solo quedó ese recuerdo de que no te vi, de que bailé entre palmeras y de que acabé de frente con uno de los fantasmas con los que siempre he vivido.
Al día siguiente las cosas no cambiaron tanto, él me contestó al mensaje que le enviaste por la noche. Me dijo que no salió, que tenía que estudiar, le deseé buen verano y esas cosas y él me dijo que igualmente. Fue realmente una conversación estúpida, una conversación fría y vacía, como si sobraran todas las palabras. Fue como hacer física una separación que yo ya había asumido que iba a suceder, un punto y final. Pero yo estaba bien, aquella noche iba a ser igual que la anterior y eso era lo que más me importaba. Todo era igual, gente bebiendo en un piso de estudiantes de esos en los que parece que hay más bebida que comida. Uno de esos sitios donde pasarías el resto de tu vida de fiesta. Y bebiste, y tomaste más cosas para sentirte aún más grande. Has estado toda la semana queriendo ser más grande, queriendo ser algo más y no lo habías conseguido, pero aún así quieres tomar más. Es tu última noche allí, te dices, es lo mejor que puedes hacer, vas a pasártelo bien, vas a estar bien. Y sí, definitivamente te lo pasaste bien, que aunque ahora que estoy escribiendo esto apenas lo recuerdo, solo sé que me lo pasé bien, que fui a los sitios de siempre y que volví a encontrar el Paraíso entre las luces.
Cuando terminó la fiesta nos fuimos a una terraza todos juntos a ver cómo nos tragaba el amanecer poco a poco. Era bonito, ver salir el sol entre raya y raya, o al menos a mí me lo pareció en ese momento. Yo estaba bien, parecía que había encontrado mi sitio. Ya se acababa todo, aquel día me iría. Contigo la cosa no salió bien. No me importaba, solo quería que saliera el sol y que esa mañana no terminara nunca.
No hacía demasiado frío, las calles estaban vacías y ya el sol estaba alto cuando me estalló todo en la cara. Es lo malo de querer sentirte tan grande, cuando se pasa ese efecto viene el momento de sentirte pequeño, de sentirte lo mierda que eres pero multiplicado por muchas veces más.
Me estalló todo, todo al mismo tiempo, incluso cosas que no eran reales. Todos mis pensamientos me atacaron violentamente, me quería morir en ese momento que nunca paraba. Pasaban las horas, y yo no podía parar de llorar, no podía parar de sentir que era una mierda, que no servía para nada, que mi existencia no tenía sentido. Me quería morir, quería desaparecer del mundo, no podía parar de llorar.
Y además ese día me tenía que ir, tenía que dejar el piso y recoger todas mis cosas, coger un tren y llegar a casa. Todo mi cuerpo temblaba, la histeria no se marchaba de mí, podía echarme a llorar en cualquier momento y no podía comer, no podía sentarme y relajarme. No podía hacer nada para que se me pasara. Solo podía respirar de forma entrecortada y agobiarme una y otra vez, viendo que mi cuerpo ni mi mente podían soportar el esfuerzo físico que tenía que hacer ese día. Llevaba saliendo toda la semana, no había dormido, mi cuerpo estaba como nunca antes había estado, pensaba que podía morir de forma física en cualquier momento.
No podía, no podía recoger todo y tener tiempo para coger un tren, al día siguiente me iba de vacaciones... no podía, no podía. Mi mente me castigaba a cada segundo y la ansiedad que tenía hacía que quisiera vomitar una comida que no existía.
Al final lo conseguí, al final pude medianamente dejar recogidas todas mis cosas y gracias dios una amiga mía podía ayudarme a bajar a la estación. Tenía miedo de dormirme en el tren, tenía miedo de que me cayera inconsciente por la calle intentando llegar a mi casa. Tenía miedo, tenía miedo de mí mismo, tenía miedo de todo lo que había hecho esa semana. Tenía miedo de haber visto cómo se me había ido la cabeza tanto y tenía miedo de volver a hacerlo.
En el tren todos me miraban, yo estaba temblando, me quería morir, respiraba fuerte, estaba al borde de un ataque de ansiedad. No podía hacer que parara y todo el mundo me miraba fatal, como si fuese lo más repugnante del mundo. Y no les culpo, yo también sentía que era lo más repugnante del mundo.
Logré llegar, logré llegar a mi casa, en la vida había necesitado tanto la ayuda de alguien para algo tan sencillo como poder llegar a mi casa. Jamás me había imaginado a mí mismo en esa situación, en ese estado, jamás pensé que haría una cosa así. Jamás pensé que me iba a destrozar tanto yo mismo.
Me daba vergüenza que me vieran así, me daba asco de mí mismo. Me estaba destrozando, me estaba matando yo solo, estaba tirando todo lo que había conseguido y no sé por qué lo hice. ¿Lo hice porque me obsesioné contigo?¿Lo hice porque me odio a mí mismo? No tengo ni idea de por qué lo hice, no tengo ni idea de qué pasó. Solo sabía que me había perdido completamente, que mi locura me había arrastrado a toda esa mierda. Aquel fue hasta la fecha el peor día de toda mi vida.
Ya no estoy obsesionado, o eso creo. Ya hubo un no, se supone que eso ya me tranquiliza, con eso ya no le doy vueltas a las cosas. Era lo que siempre quise, que la gente tuviera ordenados sus pensamientos y así no pudieran volverme loco.
No sé por qué escribo esto ahora, no sé qué me ha llevado a querer escribir todo esto. Supongo que era porque lo necesitaba, porque de alguna manera quiero entender qué me ha pasado.
No quiero volver a vivir todo eso. No quiero que la gente me vea así, no quiero volver a verme así.