viernes, 22 de agosto de 2014

Chateau Marmont.

Y es que ya las copas saben iguales, ya no hay diferencia entre una y otra. Te has acostumbrado a que eso es lo único que amas, lo único que odias. Es una relación de amor y de odio porque te dan y te quitan lo mejor de ti mismo.
Parece que todo ahora es una pelea, que las cosas que consigues se pierden y luego vuelven. Se pierden, vuelven, se pierden, vuelven... Y todo esto está llegando demasiado lejos, tan lejos, que ya ni siquiera eres capaz de distinguir la realidad: qué de falso y qué de real se mueve entre tus sombras.
Ya ni siquiera soy capaz de poner esto en orden, no soy capaz de distinguir casi nada porque esto ya cada vez es más difícil. Solo sé que tu recuerdo aún no se va, que sigo siendo lo suficientemente estúpido para no haber asimilado aún que todo lo que mi mente imagina es falso.
 Mi mente sigue diciéndome que te necesito, que aún las cosas pueden cambiar, que aún todo lo que hay puede romperse y construirse de nuevo. Pero sé de sobra que es una gran mentira solo que yo mismo no sé aún que lo es. Sé cuál es la realidad, sé que todo esto es onírico, sé que esto es como una enfermedad que cada día hace más daño en todo lo que hago. Es como estar terriblemente enfermo y que nadie sepa que lo estás. Es una enfermedad que no tiene cura, a la que no sé cómo hacerle frente y de la que cada día mi mente se enamora más y más. Parece que a mi mente le gustara besar cada uno de esos horribles recuerdos y hacerlos florecer de nuevo. Besas y besas y besas, y todo aparece en mí como si se tratara de una estrella fugaz una y otra vez.
Sueño todas y cada una de las noches contigo, todas las noches veo tu rostro sonriendo. Estás feliz, muy muy muy feliz. Es una sonrisa que incluso me asusta. Tu cara no cambia de expresión, solo sonríe una y otra vez como si te rieras de mí a cada instante. Y no te vas, solo te limitas a aparecer cada noche con una camiseta gris y tu sonrisa marchita, lo único que puedo hacer es despertarme y ver esa imagen en mi mente. Los recuerdos vienen después, los recuerdos me dicen que me tranquilice, que no pasa nada, pero es en esos momentos cuando más te echo de menos, cuando más necesitaba que alguien a quien apenas conozco estuviera conmigo. Qué estúpido todo.
Y sí, digo que qué estúpido todo, que qué absurdo es todo esto, pero el dolor que llega en ese momento y la sensación de asfixia que me recorre no lo son para nada. Es como si una parte de ti se desprendiera cada mañana, una parte de ti viajara a algún lugar en ninguna parte buscando donde él se encuentre. Parece que siempre hay partes que quieren ir hacia ti, parece que estas partes nunca se acaban, parece que cada vez nacen más y más, parece que no se cansan de buscarte y morir por ti. Partes estúpidas y suicidas.
El día luego es normal, está bien. El calor hace que mi mente se derrita en parte y no sea capaz de pensar del todo. Puede que eso este bien, puede que así no piense en ti. El calor es bueno entonces, es bueno hasta que llega la puesta de sol y las luces de la noche. Nunca imagine que la noche llegaría a tener tantas luces en todo el verano. Luces de fiesta que te invitan a ser feliz, a convertirte en marinero y a enamorarte de una de esas sirenas que te sumergen en el fondo de las aguas para no volver.
Cuando llega la noche el regusto a limón de las copas ya está pasado de moda. Ya te cansa ese sabor, ha sido excesivamente explotado y ya perdió tiempo atrás su gran glamour y atractivo. Pero no puedes hacer nada para cambiarlo, solo puedes echar más ginebra y dejarte llevar para convencerte a ti mismo de que lo que está ocurriendo es bueno, que la bebida sigue apoyándote y animándote a ser todo lo que siempre quisiste ser. La música suena y tú ya estás allí para siempre, es el eterno Chateau Marmont que ahora te abre tus puertas y te pide que vivas allí. Ya nada puede salirte mal, ahora estás a salvo, las fiestas y el alcohol siempre estarán allí. Tú ahora vives entre sus eternas habitaciones noche tras noche.
Es bonito estar en el Chateau Marmont, es bonito perderse cada noche entre los sorbos de las copas y entre el humo de los cigarros. Es bonito vestir con ropa de colores bonitos que después llegan a ensuciarse, eso quiere decir que ha sido una gran noche. Ahora estás donde siempre quisiste estar, ahora la noche no es tan difícil, ahora estarás demasiado borracho como para despertarte pensando en él. El alcohol te mata ¿Verdad? El alcohol te vence y ya no puedes llegar hasta mi mente ¿Verdad? Ya no eres tan valiente cuando hay alcohol de por medio.
Durante el día te preparas para entrar en el Chateau, por el día los recuerdos no valen nada, tú ya no vales nada. Y por la noche yo estoy demasiado ocupado volviéndome fuerte entre los delirios para que tú no puedas vivir de nuevo. Cuando estoy en el Chateau soy todo lo que yo quiera ser, puedo serlo todo y a la vez ser nada. Puedo ser invisible, puedo ser un pensamiento, puedo ser un recuerdo o un nombre que los océanos olvidaron años atrás. Pero siempre hay noches que el Chateu no es bueno contigo, noches en los que las cosas no salen como a mí me hubieran gustado y tú eres capaz de golpear sus puertas una y otra vez suplicando que te deje entrar. Gritas mi nombre, gritas quién eres. Y cada vez que eso ocurre te vuelves más grande y más fuerte para poder destruir sus muros y entrar en mí para besar mis recuerdos una vez más.
Nada es para siempre, y los muros del Chateau tampoco. Hay noches que ni siquiera soy capaz de entrar. Hay noches que alargas tus grandes brazos y me impides entrar allí, noches donde me retuerzo para poder escaparme y llegar hasta allí hasta que todo me abandona y me muero. Hay noches en las que pierdo, noches en las que los hielos me sientan mal. Y luego hay noches donde el Chataeu es demasiado grande, demasiado para mí, demasiado de lo que yo merezco, demasiado bueno para mí y éste se vuelve impenetrable.
No sé por qué me sentí tan sordo en aquel desastre, no sé por qué llegaba a creerme que el Chateau y todo lo demás que yo amaba no eran para mí. Mi mente me decía una y otra vez que yo no era bueno, que yo no merecía la pena, que estaba demasiado cansado de mí mismo. Y sé que el problema era mío, sé que ahí tú ya no tenías nada que ver, que aunque tú hubieras jugado conmigo yo debía de ser fuerte, debía saber salir de todo eso aunque hubiese sido refugiándome en el Chateau Marmont. Pero tú estabas ahí, subiendo una y otra foto de lo feliz que eras sin mí muy lejos de aquí. Y yo solo me dedicaba a pensar qué era lo que había hecho mal, qué era lo que no te había gustado. ¿Qué tenía yo?¿Qué podía ofrecer realmente yo? Tú estabas lejos, rodeado de todo aquello que algún día me hubiera gustado ver. Yo no podía haber hecho eso, ahí estaba la gran diferencia. Yo no hubiera sido capaz de llegar hasta allí por mucho que lo hubiera deseado, yo no hubiera tenido la fuerza para hacerlo, yo no hubiera podido llegar a ese lugar donde todo brilla.  
Y sufro por ello, sufro cada día por ello, sufro por no ser más fuerte, por no saber manejar las realidades, por perderme entre mil cosas que no son reales impidiendo diferenciar lo falso de lo real. Todo estando tan oscuro y tan solo, esperando que algo se vuelva verdad a mis ojos.
Estoy parado, estoy inerte en estos momentos. Es como si todo avanzara menos yo, como si todo lo que yo conociera creciera y creciera y yo siguiera igual que siempre. Es frustrante, es incómodo, es horrible ver que no eres capaz de seguir adelante. Hace poco me dijeron de conocer a nuevas personas, de pasar página y dejar de escribir estas ridiculeces. Yo realmente quería poder pasar página, yo realmente quería olvidarme de todo esto, pero en el momento de ponerme situación no era capaz. No era capaz de dejar atrás todo esto, mi mente no me dejaba acabar lo que me hace daño y que por el contrario el mundo me obliga a suplir.  Es como si estuviese prisionero de mi mente rota y desquiciada, como si ésta fuera una pareja celosa, una pareja que no quiere que la deje atrás. Un recuerdo y unos sentimientos que no quieren morir y que luchan cada día por vivir de nuevo ante las adversidades. Es una de esas cosas que quieren volverse más grandes que tú para poder controlarte, para poder amarte y al mismo tiempo matarte.