lunes, 22 de diciembre de 2014

Video Games.

Era como si mi cabeza solo oyese campanas, como si mi mente se hubiera convertido en una catedral de esas donde la gente decide encomendar sus deseos. Oía demasiadas cosas, la gente pedía demasiado, las campanas estaban me agotaban y los coros que allí cantaban destruían las columnas que sostenían mis pensamientos.
Eran gritos, eran plegarias, eran cosas que yo ya no podía controlar. Y todo me hacía daño, tanto que era como si hubiera llegado el momento de asumirlo, de dejarlo pasar. Dejarlo pasar porque entiendes que no puedes hacer nada. Es preocupante cuando tu cabeza te dice que ya no puedes hacer nada, cuando te intenta convencer de que todo ha terminado, que jamás volverás a ser como antes. Es como si todo se hubiese congelado.
Realmente no sé qué estoy escribiendo, aquí hay demasiadas entradas en las que no sé qué es lo que escribo. ¿Qué tiene esta de especial, de única? Y es que la realidad me dice que nada, que esto está parado y que debería darle la razón a mi mente con eso de que nada volverá a ser como antes. Es como si todo me dijera que debo rendirme, que no soy capaz de seguir, que han pasado tantas y tantas cosas que ya ni siquiera sé en qué debo pensar.
Todo es como ese banco que hay enfrente de nuestra casa, un banco de piedra de lo más mundano pero que cada día tiene algo que contar. Es bonito el asomarse a la terraza y ver el banco, observar qué cosas están pasando allí. Es como si la gente se hubiera puesto dramática y hubiese decidido que el único lugar en el mundo donde ofrecer sus escenas sea en ese banco. Puede ser que en el fondo sí que tenga algo especial, que tenga eso que todos necesitamos, aquello que tanto ansiamos.
Todos queremos ser especiales, todos queremos tener esa cosa que no sabemos qué es y que hace que la gente nos aprecie y quiera ser parte de nosotros. Puede que ese banco sea mucho más listo que todos nosotros, puede que haya encontrado el secreto. La gente va allí a apoyarse cuando la vida les es difícil. La gente va ahí pensando que va a ocurrir algo maravilloso con la pareja que quieren tener. Es como si ese banco fuese la solución a todos los problemas, como si todo el mundo quisiera tenerle en su vida.
Puede que sea divertido bajar un día y sentarme allí, impedir durante un tiempo que otra gente se siente y dejarme llevar, intentar descubrir qué es lo que tiene de especial estar sentado en ese lugar tan frío, bajo unos árboles que no hacen otra cosa que intentar ocultar el ruido y el barullo de una ciudad que parece que nunca descansa.
Ese banco debe ser especial, ese banco conoce mejor el mundo que todos nosotros. Deberíamos sentarnos allí, deberíamos intentar vivir allí. Vivir allí hasta que sintamos que somos felices, hasta que sintamos que llega lo que queremos.
Es divertido ver a las parejas abrazarse en ese lugar, es bonito verlos llorar a todos, ver cómo su mundo se derrumba y se construye de nuevo. Construir y destruir, llorar y gritar. Nacer y morir.
Pero el banco no es lo único a lo que he estado prestando atención, no es lo único en lo que he pensado para ser feliz. Creo que existen más cosas, cosas más diferentes.
Una de ellas era intentar volver a los mundos de blanco, buscar cómo volver y he descubierto que no hace falta que las cosas sean de color blanco para ir a ese mundo. Todos podemos huir, todos podemos evadirnos, todos podemos llegar a mundos donde nunca antes habíamos estado. Y todo esto suena estúpido, como si estuviese loco y como si no supiera distinguir la realidad. El problema es que estos mundos cada vez son más reales, cada vez me enamoran más. Estoy empezando a vivir en lugares que nadie entiende y que precisamente es lo que me gusta de ellos. Allí puedo ser todo lo que mi mente siempre inventó.
Y no sé qué mas pensar, no sé qué más decir. Creo que los mundos de blanco me han absorvido todo lo que han querido pero aún no han logrado que me aleje de ti. Pese a todos esos viajes, esas experiencias que me hacen tan invisible aún siento que todavía tienes poder en mi vida. Y es que creo que ahora  es el momento de hablar de ti, ¿qué clase de texto mío sería este si no hablara de ti?¿Qué clase de cosas son las que me preocupan cuando no estoy fuera del mundo? Eres como algo necesario en todos los relatos, igual de necesario que la sal en la comida. Puede que no seas lo más importante, pero sé que estás ahí, sé que tienes que estar ahí y es que ahora llega tu momento porque, pese a lo mucho que me jode, sigo pensando en ti. Y es como un pensamiento extraño porque no sé muy bien qué pensar.
No he vuelto a verte, gracias a Dios no he vuelto a verte. Me hace realmente feliz que te pierdas, que mi mente no tenga que obligarme a recordarte a cada minuto. Pero luego hay momentos en los que me traiciono y es como si de alguna manera te echase de menos, como si quisiera que las cosas que imagina mi cabeza volvieran a hacerse reales. Sé que no vas a volver, sé que no tendré nunca otra oportunidad, y creo que una de las cosas nuevas que tengo es que no me gustaría que volvieras. Odio la realidad. Estoy entendiendo que realmente lo único que quiero de ti es lo que mi cabeza se imagina, lo que me hubiera gustado que ocurriera pero que solo existe en mi mente.
Mi mente imagina que nunca te has ido, que las cosas no salieron mal. A mi mente le gusta imaginar que las cosas fueron a mejor, que poco a poco tú y yo nos enamoramos y que hemos sido felices, igual que un absurdo cuento de hadas.
Es todo jodidamente absurdo, jodidamente irreal, tanto, que realmente apareces tú ahí porque no había nadie más para llenar ese hueco. Y he de confesaros que he mentido, que sí que llegué a verte hace unas semanas en las que las cosas no estaban tan bien como ahora. Te conocí por tus andares, por tu forma de moverte, por desgracia te habría reconocido en cualquier parte. Pero me duele porque fue delante de mi casa, delante de aquel banco del que hablaba antes, fue a través de mi ventana desde donde te vi. No fue en una discoteca, en un paso de peatones alejado no, fue en mi propia casa, ante mis propias narices, en el lugar donde yo estaba en pijama y horriblemente aseado. Incluso en ese momento yo era capaz de verte.
Y en ese momento sentí un gran dolor, un pinchazo. Yo solo miraba por la ventana, solo miraba lo mucho que estaba lloviendo hasta el momento en que apareció tu figura y lo peor de todo es que me pareciste atractivo. Me fijé en ti sin saber que eras tú y creo que eso fue lo que más me dolió, más que el hecho de que estuviera en mi propia casa.
Había tanta rabia hacia ti, tanto cansancio, tantos pensamientos que se desgarraban por salir de mi mente... Fue duro, difícil, fue difícil volver a verte, igual que las otras veces... Y es que parece que no te vas, que no terminas de irte, que en el jodido momento en el que mi mente está bien, en el momento en que pienso que todo ha terminado y que vuelvo a estar bien, te encargas de aparecer para joderlo todo, para recordarme una vez más que no llegaste a ser mío y que jamás lo serás. Y parece que te encanta que yo sea consciente de todo eso cada día que pasa.
De todas formas yo sé que estás feliz, estás feliz de que todo haya terminado. Qué bien que ya no haya un tío que esté abrasándote y perturbando tu vida diaria. Yo era como un incordio, una persona a la que contestabas por compromiso ¿Por qué fuiste tan falso?¿Por qué estás tan contento ahora que esto ya ha terminado? No entiendo cómo aguantaste tanto, no entiendo cómo tardaste tanto en mandarme a la mierda ¿Tan infeliz te hacía?¿Era necesario hacerlo tan doloroso? Pero sí, ahora estás jodidamente feliz, sin dejar de esbozar esa sonrisa tuya que hasta hace unos meses no hacía otra cosa que perseguirme en sueños. ¿Quién eres?¿Quién has sido? Con cada palabra parece que me vuelvo más loco, más obsesivo, más enfermo que antes y sin opción a encontrar una cura. Todos somos unos enfermos que cada día encontramos menos medicamentos.
Ahora ya eres como un fantasma, un ser que está ahí, al acecho, sin que yo pueda controlar nada, sin que sepa cuando volverás a aparecer, sin saber cómo me sentiré yo, sin saber qué fue lo que pasó entre nosotros mientras pienso cada día una respuesta diferente a todo a lo que me pregunto. Y no es justo, no me parece nada justo. Yo solo quería que tú y yo jugáramos a los videojuegos.

domingo, 12 de octubre de 2014

Los Chicos de Blanco.

Era como estar dentro de un sueño. Como si todo hubiera pasado a ser lo suficientemente aburrido como para que todos decidieran marcharse y no volver jamás. Nadie lo esperaba, pero de pronto los colores ya no decían nada. Solo eran una sucesión de saturaciones que iban penetrando en tu mente una y otra vez, igual que el goteo del agua en un grifo viejo y olvidado, incansable en su afán de que alguien escuche su sonido.
Todos esos colores hacían que su cabeza se destruyera, que dejase de pensar y oír los sonidos que provenían de los más oscuro de su mente perenne. Todo hacía daño, todo evocaba a lo sufrido, aquello no podía salir desde tan adentro... Las paredes parecían hablar por sí solas, miles de mensajes de grafiteros que habían plasmado aquellos mensajes con un porro de la mano se mostraban ante ti. Las paredes frente a las que se encontraba ahora parecían tener vida propia, como si hubieran pasado toda su existencia observando todos los movimientos que iban haciendo quienes se acercaban. Su rostros grotescos y mensajes blasfemos para una sociedad ya muy antigua parecían juzgarle, recordarle lo que había pasado en la realidad. Y él ya estaba cansado, ya estaba harto de repetirse su misma historia una y otra vez. Ya tenía bastante con su mente, ya tenía suficiente tortura durante el día, no necesitaba que unos colores y dibujos en forma de letras le recordasen aún más aquello que más odiaba.
Todo eran respiraciones ahogadas, como si un pez pudiera ahogarse dentro de las aguas, dolores sin sentido, todo frío y despedido hasta que aparecieron dos sombras de entre los árboles, todo ellos etéreos, difusos como un día de niebla, acercándose de forma sinuosa hacia las paredes. Llevaban cada uno un cubo de esos que nadie presta atención y dos grandes sonrisas en sus rostros. Eran como mágicos, como salido de algún lugar del que no hubiera oído hablar y se movían y sonreían, me observaban y sonreían, como si no importara que no les importase eso que me importaba.
Entonces abrieron uno de aquellos cubos, repleto de pintura blanca, un blanco que parecía no decir nada, un blanco que parecía estar muerto porque siempre parece que cuando hay blanco es porque realmente ya no hay nada. Era como si con ese blanco lo hubieran perdido todo, se hubieran quedado completamente vacíos, o puede que hubiera sido todo lo contrario, que ese blanco invitara a hacer algo nuevo, a descubrir cosas que mi mente nunca quiso descubrir.
De alguna manera, aquellos dos seres sacaron de sus bolsillos varias brochas y pinceles, dejando que mi mano los cogiese, invitándome a mojar varios pelos del pincel en el blanco más absoluto. Era como si de repente me sintiera ridículo, como si fuese una situación del todo surrealista ¿Qué era todo aquello?¿Por qué debía pintar de blanco? Pero cuando el blanco se quedó en la pared fijado, como acostumbrándose a su nuevo hogar, mi mente cambió. Aquellos monstruos ya no parecían tan poderosos, ya no parecían hacerme tanto daño. Yo era el dueño de aquello, podía acabar con todo aquello.
Y empecé a pintar, a tapar cada uno de los rostros que me juzgaban, a jugar a hacer desaparecer lo que hasta entonces nadie se había atrevido a quitar. Y yo pintaba, y pintaba, y las pinceladas tímidas y temblorosas pronto se convirtieron en enérgicos brochazos, sin importar que la pintura salpicara y resbalase por la pared fría y cristalina. El blanco chorreaba por todas partes, ya no importaba que se manchara, ya no importaba eso de pintar uniformemente. Ahora era como si la pintura quisiera vivir, nacer de nuevo para morir una y otra vez, como un torrente de algo que sus ojos nunca habían visto.
Y los dos seres pintaban también, los dos seres también se encargaron de transformar el muro. Pero más que el muro, lo que estaban transformando era esa realidad. Esos dos seres habían creado un lugar secreto, nadie podía verme, nadie podía vernos. Solo pintábamos de blanco sin tener el miedo a que alguien nos descubriese, sin tener miedo a que alguien nos pudiera ver. Ahora solo tenía importancia el Mundo del Blanco, un mundo que apenas habíamos comenzado a crear y que parecía mucho más puro que todo lo que había visto.
Aquello duró horas, horas que no importaban en el Mundo del Blanco. ¿Qué más daba qué hora fuera?¿Qué más daba si empezaba a llegar el frío? Ya nada importaba, ya nada me importaba dentro del mundo que había dejado antes de crear ese nuevo. Ese mundo me entendía, en ese mundo podía ser yo mismo y, mientras estuviera pintando las paredes, el suelo... todo lo que veía a mi alrededor, podía estar donde siempre había deseado estar.
Y yo seguía pintando, y los chorretones ahora me parecían más bellos que nunca. Descubrí que aquel blanco también contaba miles de historias que eran mucho más difíciles de ver. El blanco era reservado, no dejaba que todo el mundo viera todas las historias, no quería que todo el mundo fuera capaz de ver todo lo que había creado. Y entonces llegó un punto donde ni siquiera hacía falta utilizar pintura para seguir en ese mundo, que el pincel ya desgastado y sin pintura también podía servir para ser amados. Ya no había necesidad de seguir usando aquel color, ya no había necesidad de seguir luchando contra el mundo real, porque ya le habíamos ganado.
Los dos seres reían, bromeaban, "Malévich estaría orgulloso decían","¿Realmente estamos limpiando o estamos ensuciando?" y la respuesta a aquella pregunta no importaba, cada uno podía pensar lo que quisiera. Yo solo sabía que estaba feliz, que estaba contento, que había conseguido llegar hasta allí y que no quería marcharme nunca. Y entonces cogí más pintura y la hice resbalar por mi cuerpo, invadiendo también todo mi ser con la esencia del todo.
Pero aquello se desvaneció, mi móvil sonó y en un instante se destruyó lo que en horas habíamos conseguido crear. Había sonado una alarma, un recordatorio de que debía volver al mundo real. Tenía quitar la pintura de mis manos, cambiar mi ropa... volver a mundo real...
Tenía demasiados problemas como para seguir en el Mundo del Blanco, ya no iba a ser capaz de olvidar todos mis asuntos y llegar hasta a ese mundo de nuevo. Se había acabado la estancia, se había acabado ese tiempo donde olvidarme de todo, se había acabado el tiempo para no estar cansado de mí.
Y a las siete y media me tuve que marchar a casa de aquel amigo que nos presentó, quien hizo que tú entraras en toda mi historia. Había pasado el verano, había intentado refugiarme en el Chateau Marmont muchas veces sin resultado. Había intentado por todos los medios olvidarme de ti. Pero cuando volví a esta ciudad todo empeoró, nunca pensé que me haría tanto daño volver a un sitio donde había sido tan feliz. Tú ahora estabas por todas partes, tú ahora estabas en los rostros de todos los presentes. No podía dar un paso sin que sintiera que estabas cerca, que te iba a ver después del verano, después de todo lo que había pasado.
Y estaba asustado. No sabía cómo ibas a reaccionar, me daba miedo pensar que estabas cerca, que te iba a ver, que tú no habías terminado, pues solo con saber que tarde o temprano nos íbamos a encontrar hacía que mi mente muriera. No era lo mismo encontrarme contigo antes del verano, no era lo mismo haberte visto cuando aún las cosas estaban recientes, la situación no hubiera sido tan incómoda. Pero ahora era diferente, pues una vez que había pasado de por medio un verano en el que no habíamos intercambiado palabras yo no estaba nada seguro de qué podía pasar. Yo no estaba preparado para volver a verte.
Pero tenía que joderme, vivir con ese miedo a encontrarme contigo, con tus amigos, girar mi cabeza para saludarte y que tú miraras hacia otro lado y que pasaras de mí como yo ya había asumido que has hecho. Aquello era horrible, era como si hubieras entrado en mi cabeza, como si por cada cosa que yo hiciera toda esta maldita ciudad aprovechara cualquier instante para decirme que las cosas no eran tan fáciles.
Y finalmente me encontré contigo en ese bar donde todo huele a hierba y donde vive el humo más bonito que jamás haya visto. Yo estaba muy borracho, todos estábamos muy borrachos. Había encontrado en la calle al amigo que nos presentó, en medio de todo el barullo de gente que deseaba seguir con la noche. Y ya era muy tarde pero él me dijo dónde estabas para que aquella felicidad que había construido se desvaneciera en un instante. Aquella noche yo estaba pasándomelo bien, no estaba preparado para verte. Íbamos a ir a ese sitio, iba a pasar, necesitaba verte una vez más, saludarte y cerrar la historia, que tú supieras que este año también estaba aquí, que yo supiera que tú ya no querías nada conmigo.
Y no me equivocaba con esto que he dicho antes. Bajamos todos las escaleras hacia aquel lugar y no me costó demasiado reconocerte, yo te hubiera reconocido en cualquier parte. Estabas de espaldas, riendo, con una cerveza en la mano. Y en ese momento ya no sé cómo lo hice, no sé cómo pude decidirme pero saqué las fuerzas para ir a saludarte y decirte algo, un simple "hola",  algo que de alguna manera yo necesitaba. Te giraste y fue extraño, fue muy extraño volver a verte. Ya ni siquiera sé de lo qué hablamos, ya ni siquiera recuerdo qué me contestaste sobre cómo te había ido el verano. Supongo que sería algo sin importancia, algo como un "bien" ¿Qué otra cosa podrías contestar? Fue hablar por hablar, llenar con palabras un momento demasiado incómodo como para quedarnos callados. Lo que si recuerdo claramente fue verte gesticular los labios, contestándome, mientras que mi mente decía "tienes que irte, deja de hablar con él" y era lo más cierto que pensé esa noche. No sabía qué pretendía conseguir al contigo, era como restregarme por la cara una vez más que ya nunca podría conseguirte, que no iban a ocurrir más cosas con ese chico del que apenas sabía nada. Pero no sé, yo necesitaba saludarle, necesitaba saber que no iba a ocurrir nada más, que de ahora en adelante él pasaría a ser otra persona más en la lista de gente que seguirás viendo y a la que apenas saludarías. Pero yo ya estaba tranquilo, había pasado el verano. Ya no había nada que hacer.
Al menos puedo decir que habló conmigo, que tuvo la suficiente consideración para dedicar al menos tres minutos de su existencia para prestarme atención. Otra persona podría haberme hecho un feo mucho mas grande, podía haberme tratado peor en ese momento, puede que igual sí que quisiera hacerlo pero yo ya estaba demasiado borracho como para poder enterarme.
Me quedé mal, pero a la vez estaba a gusto, ya no iba a tener más miedo a encontrarte, había sido fácil eso de verte de fiesta, era mucho más fácil que verte un día de diario a la luz del día por una de esas calles donde parece que nunca deja de pasar gente.
Estaba feliz pero al mismo tiempo estaba harto de mí mismo, estaba tan cansado de mí, de mi mente, de tener esa estúpida necesidad de verte para volver a darme la hostia otra vez. Estoy harto de que mi mente sea tan caprichosa, que haya creado de la nada todo ese sentimiento hacia ti, hacia una persona a la que apenas conozco, que tiene su propia vida y sus propias historias y que a mi mente no le da la gana asumir. Y es incómodo, es horrible porque hasta que no consigue lo que quiere, hasta que no consigue quedarse tranquila a mí me mata hasta que no puedo más.
Es como que ya estoy harto, como que ya estoy cansado de que esto siga así, que tenga que estar pendiente de ti porque a mi mente le da la gana. Cada día pienso una cosa diferente sobre ti, cada día analizo la historia una vez más pese a que nunca descubra nada nuevo. Es como una rutina, como un ritual, como lo que fue en su momento empezar a pintar con el color blanco. Pensar en ti es ya una rutina que se ha convertido en castigo. Es ya una obligación, como los rezos dentro de una religión, y el daño que me hiciste tú y el daño que me hace ahora mi mente hace que piense que realmente haríais una pareja perfecta dentro de todo este mundo que cada día es menos blanco.
A la semana siguiente volví a verte. Estaba en la calle de ese mismo bar donde te vi la vez anterior, yo estaba apoyado en la pared, sin saber a donde mirar hasta que te vi a ti. Ibas deprisa, andabas hacia abajo, ahí sí que a mi mente ni se le ocurrió pensar la idea de ir detrás tuyo a saludarte, mi mente ya se ha encargado demasiado de humillarme ante ti.
Supongo que soy esa típica persona que tiene la mente enferma y que se obsesiona por las personas, que soy esa persona que necesita dar el coñazo una y otra vez, que necesita darle vueltas a todo y que no es capaz de superar los hechos y salir adelante como la gente normal. Y me da miedo que esto siga y siga y siga y siga, porque sé que en el fondo ya no merece la pena, que hace ya meses que debía haber dejado de pensar en ti y haber dejado de martirizar mi cabeza con la imagen de tu sonrisa, tu maldita sonrisa.
El día que salí del Mundo de Blanco fue porque iba a ver a mi amigo. Yo sabía que no íbamos a hablar sobre ti, ya era un tema demasiado explotado, demasiado cansado para todo el mundo excepto para mí. Yo tampoco quería sacar el tema, era mejor dejarlo estar, que hay temas que nunca llegan a entenderse y eso es lo que a mi cabeza le fastidia. Me fastidia que me ilusionen, me fastidia que jueguen conmigo, me fastidia que pese a todo eso yo siga pensando en ti.
Y pues ahora lo único que puedo hacer es escribir todos estos textos que cada día tienen menos sentido y coger fuerzas para volver al Mundo del Blanco. Poder pintar una y otra vez tu cara y tu sonrisa de color blanco, esperando a que algún día se borre, esperando a que algún día esté lo suficientemente preparado para olvidar que debajo de toda esa pintura blanca aún está esa sonrisa.


viernes, 22 de agosto de 2014

Chateau Marmont.

Y es que ya las copas saben iguales, ya no hay diferencia entre una y otra. Te has acostumbrado a que eso es lo único que amas, lo único que odias. Es una relación de amor y de odio porque te dan y te quitan lo mejor de ti mismo.
Parece que todo ahora es una pelea, que las cosas que consigues se pierden y luego vuelven. Se pierden, vuelven, se pierden, vuelven... Y todo esto está llegando demasiado lejos, tan lejos, que ya ni siquiera eres capaz de distinguir la realidad: qué de falso y qué de real se mueve entre tus sombras.
Ya ni siquiera soy capaz de poner esto en orden, no soy capaz de distinguir casi nada porque esto ya cada vez es más difícil. Solo sé que tu recuerdo aún no se va, que sigo siendo lo suficientemente estúpido para no haber asimilado aún que todo lo que mi mente imagina es falso.
 Mi mente sigue diciéndome que te necesito, que aún las cosas pueden cambiar, que aún todo lo que hay puede romperse y construirse de nuevo. Pero sé de sobra que es una gran mentira solo que yo mismo no sé aún que lo es. Sé cuál es la realidad, sé que todo esto es onírico, sé que esto es como una enfermedad que cada día hace más daño en todo lo que hago. Es como estar terriblemente enfermo y que nadie sepa que lo estás. Es una enfermedad que no tiene cura, a la que no sé cómo hacerle frente y de la que cada día mi mente se enamora más y más. Parece que a mi mente le gustara besar cada uno de esos horribles recuerdos y hacerlos florecer de nuevo. Besas y besas y besas, y todo aparece en mí como si se tratara de una estrella fugaz una y otra vez.
Sueño todas y cada una de las noches contigo, todas las noches veo tu rostro sonriendo. Estás feliz, muy muy muy feliz. Es una sonrisa que incluso me asusta. Tu cara no cambia de expresión, solo sonríe una y otra vez como si te rieras de mí a cada instante. Y no te vas, solo te limitas a aparecer cada noche con una camiseta gris y tu sonrisa marchita, lo único que puedo hacer es despertarme y ver esa imagen en mi mente. Los recuerdos vienen después, los recuerdos me dicen que me tranquilice, que no pasa nada, pero es en esos momentos cuando más te echo de menos, cuando más necesitaba que alguien a quien apenas conozco estuviera conmigo. Qué estúpido todo.
Y sí, digo que qué estúpido todo, que qué absurdo es todo esto, pero el dolor que llega en ese momento y la sensación de asfixia que me recorre no lo son para nada. Es como si una parte de ti se desprendiera cada mañana, una parte de ti viajara a algún lugar en ninguna parte buscando donde él se encuentre. Parece que siempre hay partes que quieren ir hacia ti, parece que estas partes nunca se acaban, parece que cada vez nacen más y más, parece que no se cansan de buscarte y morir por ti. Partes estúpidas y suicidas.
El día luego es normal, está bien. El calor hace que mi mente se derrita en parte y no sea capaz de pensar del todo. Puede que eso este bien, puede que así no piense en ti. El calor es bueno entonces, es bueno hasta que llega la puesta de sol y las luces de la noche. Nunca imagine que la noche llegaría a tener tantas luces en todo el verano. Luces de fiesta que te invitan a ser feliz, a convertirte en marinero y a enamorarte de una de esas sirenas que te sumergen en el fondo de las aguas para no volver.
Cuando llega la noche el regusto a limón de las copas ya está pasado de moda. Ya te cansa ese sabor, ha sido excesivamente explotado y ya perdió tiempo atrás su gran glamour y atractivo. Pero no puedes hacer nada para cambiarlo, solo puedes echar más ginebra y dejarte llevar para convencerte a ti mismo de que lo que está ocurriendo es bueno, que la bebida sigue apoyándote y animándote a ser todo lo que siempre quisiste ser. La música suena y tú ya estás allí para siempre, es el eterno Chateau Marmont que ahora te abre tus puertas y te pide que vivas allí. Ya nada puede salirte mal, ahora estás a salvo, las fiestas y el alcohol siempre estarán allí. Tú ahora vives entre sus eternas habitaciones noche tras noche.
Es bonito estar en el Chateau Marmont, es bonito perderse cada noche entre los sorbos de las copas y entre el humo de los cigarros. Es bonito vestir con ropa de colores bonitos que después llegan a ensuciarse, eso quiere decir que ha sido una gran noche. Ahora estás donde siempre quisiste estar, ahora la noche no es tan difícil, ahora estarás demasiado borracho como para despertarte pensando en él. El alcohol te mata ¿Verdad? El alcohol te vence y ya no puedes llegar hasta mi mente ¿Verdad? Ya no eres tan valiente cuando hay alcohol de por medio.
Durante el día te preparas para entrar en el Chateau, por el día los recuerdos no valen nada, tú ya no vales nada. Y por la noche yo estoy demasiado ocupado volviéndome fuerte entre los delirios para que tú no puedas vivir de nuevo. Cuando estoy en el Chateau soy todo lo que yo quiera ser, puedo serlo todo y a la vez ser nada. Puedo ser invisible, puedo ser un pensamiento, puedo ser un recuerdo o un nombre que los océanos olvidaron años atrás. Pero siempre hay noches que el Chateu no es bueno contigo, noches en los que las cosas no salen como a mí me hubieran gustado y tú eres capaz de golpear sus puertas una y otra vez suplicando que te deje entrar. Gritas mi nombre, gritas quién eres. Y cada vez que eso ocurre te vuelves más grande y más fuerte para poder destruir sus muros y entrar en mí para besar mis recuerdos una vez más.
Nada es para siempre, y los muros del Chateau tampoco. Hay noches que ni siquiera soy capaz de entrar. Hay noches que alargas tus grandes brazos y me impides entrar allí, noches donde me retuerzo para poder escaparme y llegar hasta allí hasta que todo me abandona y me muero. Hay noches en las que pierdo, noches en las que los hielos me sientan mal. Y luego hay noches donde el Chataeu es demasiado grande, demasiado para mí, demasiado de lo que yo merezco, demasiado bueno para mí y éste se vuelve impenetrable.
No sé por qué me sentí tan sordo en aquel desastre, no sé por qué llegaba a creerme que el Chateau y todo lo demás que yo amaba no eran para mí. Mi mente me decía una y otra vez que yo no era bueno, que yo no merecía la pena, que estaba demasiado cansado de mí mismo. Y sé que el problema era mío, sé que ahí tú ya no tenías nada que ver, que aunque tú hubieras jugado conmigo yo debía de ser fuerte, debía saber salir de todo eso aunque hubiese sido refugiándome en el Chateau Marmont. Pero tú estabas ahí, subiendo una y otra foto de lo feliz que eras sin mí muy lejos de aquí. Y yo solo me dedicaba a pensar qué era lo que había hecho mal, qué era lo que no te había gustado. ¿Qué tenía yo?¿Qué podía ofrecer realmente yo? Tú estabas lejos, rodeado de todo aquello que algún día me hubiera gustado ver. Yo no podía haber hecho eso, ahí estaba la gran diferencia. Yo no hubiera sido capaz de llegar hasta allí por mucho que lo hubiera deseado, yo no hubiera tenido la fuerza para hacerlo, yo no hubiera podido llegar a ese lugar donde todo brilla.  
Y sufro por ello, sufro cada día por ello, sufro por no ser más fuerte, por no saber manejar las realidades, por perderme entre mil cosas que no son reales impidiendo diferenciar lo falso de lo real. Todo estando tan oscuro y tan solo, esperando que algo se vuelva verdad a mis ojos.
Estoy parado, estoy inerte en estos momentos. Es como si todo avanzara menos yo, como si todo lo que yo conociera creciera y creciera y yo siguiera igual que siempre. Es frustrante, es incómodo, es horrible ver que no eres capaz de seguir adelante. Hace poco me dijeron de conocer a nuevas personas, de pasar página y dejar de escribir estas ridiculeces. Yo realmente quería poder pasar página, yo realmente quería olvidarme de todo esto, pero en el momento de ponerme situación no era capaz. No era capaz de dejar atrás todo esto, mi mente no me dejaba acabar lo que me hace daño y que por el contrario el mundo me obliga a suplir.  Es como si estuviese prisionero de mi mente rota y desquiciada, como si ésta fuera una pareja celosa, una pareja que no quiere que la deje atrás. Un recuerdo y unos sentimientos que no quieren morir y que luchan cada día por vivir de nuevo ante las adversidades. Es una de esas cosas que quieren volverse más grandes que tú para poder controlarte, para poder amarte y al mismo tiempo matarte.



martes, 8 de julio de 2014

Partynauseus.

Compartí mi mente y mi cuerpo contigo, o al menos eso era lo que intenté. Realmente apenas compartí nada, apenas nos dio tiempo a que algo de eso ocurriera y ya todo esto queda muy lejos para que algún día se cumpla.
Lo tenía todo, tenía absolutamente todo, solo quería seguir teniendo cosas, solo quería seguir por ese camino que cada día para mí se había vuelto más borroso. Mi mente estaba completamente loca, todo ya se terminaba. Todo por lo que había luchado se había ido evaporando, y digo por todo lo que había luchado siendo estúpido, porque lo que quise lo conseguí, solo que las cosas que no conseguimos son siempre las que me hacen la vida imposible.
¿De dónde nació esa necesidad?¿En qué momento afloró en mí esa necesidad de tenerte, esa necesidad de tener a alguien? Esa necesidad se hizo tan imprescindible en mi vida como respirar, tenía que vivir con ella. Vivir con esa sensación de muerte si lo que quería era seguir viviendo.
Lo tenía todo y de repente empecé a perderme, a obsesionarme por ti y a perderle el sentido a todo lo que antes lo había tenido. Esta última semana allí me volvió loco, me hizo morir. Me hizo morir porque en una estúpida parte de mi mente aún esperaba que ocurriera algo más; que, aunque solo quedaran dos días, en el último momento las cosas aún podía cambiar. qué estúpido soy. 
Quería cosas que me hicieran más grande, quería cosas que me hicieran olvidar todo este asunto. Pasé una semana entera saliendo de fiesta, perdiéndome entre la gente y perdiéndome a mí mismo al mismo tiempo. Era lo único a lo que podía aferrarme: había terminado las clases, había perdido la ilusión por mis proyectos, había perdido la ilusión por ti. Necesitaba algo, necesitaba algo que no sabía lo que era porque mi mente en esos momentos no funcionaba. Y caí, caí en mundos donde solo veía luces, solo veía gente moviéndose, donde solo había gente que me miraba extraño.
Ya se había convertido en una costumbre, desde que me levantaba sabía que era lo que iba a hacer esa noche, y de verdad que no me importaba. Sentía que aquello hacía que viviera, sentía que aquello era lo que más necesitaba pese a saber que lo demás no podía haberlo tenido. Y es que esa felicidad me mataba, me hacía sentirme fuerte y libre. Amarlo era gratis, amarlo era fácil, amarlo era mucho más fácil que amarme a mí mismo.
Me ponía la gastada ropa que tengo para salir y me perdía durante toda la noche, y en esas últimas noches volvió mi ilusión por ti. Pensé que saldrías esa noche. Mi mente me decía que te iba a ver, que iba a ser una ridícula despedidas de esas. Pensaba que aún algo podría llegar a revivir aquello que ya estaba más que muerto. Pero no apareciste, no me contestaste, no volví a saber nada pero parecía que en ese momento ya no me importaba. En ese momento era así, me había ocupado de que ya no me preocupara nada, de que esa noche fuera como las anteriores, que la droga hiciera su efecto y me diera la capacidad de volar. Ya ahora todo era como un sueño, como una nube, pues las paredes sucias de la discoteca y sus suelos llenos de hielos y copas rotas se habían convertido en el Paraíso que tanto buscaba.
La gente se movía al igual que las palmeras se sacuden con el viento. Aquello me golpeó y lo sentí como un beso, todo era como un gran baile de palmeras y brisas marinas. Aquello era el Paraíso y yo estaba mejor que nunca.
La noche fue avanzando, sabía que tú no ibas a aparecer pero ya me daba igual. Entonces ella le encontró, encontró a alguien que no conocía, alguien que no había visto nunca pero que en mi mente muchas veces se había materializado. Fue una de esas veces en las que algo que siempre estuvo presente en tu mente se vuelve real, aparece porque antes no habías tenido la oportunidad de encontrarlo.
Ella había encontrado a un chico, un chico de esos que habían dedicado toda su vida a él mismo, a su cuerpo, a su belleza. Su cuerpo era increíblemente perfecto, nunca antes vi a alguien tan guapo ni tan perfecto y a mí en ese momento todo eso me pareció bien. Él se fue con nosotros, seguimos de fiesta con él, los tres nos perdimos aún más en el amanecer que ya aparecía en el cielo.
Yo no quería nada con él, en ese momento no quería nada, seguía inmerso en el Paraíso y que él estuviera en él o no me daba lo mismo. Yo ya tenía mi Paraíso, no quería nada más pero mi amiga se empeñaba en decirme que él no iba a querer nada conmigo, que no me ilusionara con él porque no iba a pasar nada. Y era cierto, los chicos como él no se fijan en gente como yo. Era gogó, decía. Había estado en las mil y una fiestas bailando y enseñando su cuerpo. Su vida y la mía no tenían nada que ver, eramos como el día y la noche, él nunca querría algo conmigo.
Y no sé, me había acostumbrado a que en esa semana nada me importaba y a la vez me importaba todo. Eran demasiadas cosas en la cabeza, demasiadas cosas en las que preocuparme y sin embargo lo único que hacía era huir y huir de mí mismo. Ver a aquel chico me hizo replantearme muchas cosas, el que me preguntara que qué era lo que había estado haciendo con mi vida. Él se había realizado ya por decirlo de alguna manera, había utilizado sus años para convertirse en aquello. Era todo lo que había querido ser. Para mí él ahora tenía el mundo en sus manos, podía hacer lo que quisiera con quien quisiera. Se había propuesto una serie de metas y se veía que las había cumplido. Él era dueño de sí mismo.
Y yo estaba ahí, al lado suyo haciéndonos fotos, dejando que la cámara nos atrapara en una misma imagen y con todas sus diferencias. ¿Qué he estado haciendo?¿En qué me he estado volcando?¿De verdad el Arte me ha servido para lo que he querido? A veces me pregunto por qué elegí ese mundo, por qué elegí un mundo en el que cada día muero más y más. Por qué quise volcarme en el Arte y vivir mil y una frustraciones. Pienso que por qué no elegí un camino fácil tal y como hizo ese chico, que por qué no decidí mazarme y convertirme en alguien que vive de su cuerpo y de su cara. Gente que obtiene su felicidad de una manera fácil. Parece que todo es más fácil cuando eres guapo, cuando tienes un cuerpo perfecto y cuando puedes obtener todo lo que quieras. Ya has construido tu vida, ya está todo resuelto, ya no tienes que preocuparte por más cosas.
Y puede que esto no sea verdad, que realmente ese chico fuera en el fondo la persona más infeliz del mundo, pero aquella no era la impresión que daba. Aquello no fue con lo que me quedé. Más tarde yo lo único que podía hacer es mirar aquellas fotos en las que salíamos los dos y ver las diferencias que había. ¿Por qué no hice yo eso?¿Por qué no llevé yo esa vida? Y no es que me arrepienta, no me arrepiento de nada de lo que he hecho en mi vida. Es solo que parece que me cuesta ver qué es lo que quiero ser y a qué es lo que quiero llegar, qué es lo que quiero hacer cuando pasen los años. Me cuesta ver qué es lo que he conseguido.
Y es que estábamos los dos juntos en aquella foto. Él, con todo lo que una parte de mí siempre había querido y yo: un tío que se obsesionaba a la mínima oportunidad, que estaba loco, que no sabía qué quería, que no le llegaba ni a la suela de los zapatos al físico de aquel chico y que huía de sí mismo perdiéndose en la fiesta y drogándose con el enemigo.
Y al irnos a casa no pasó nada, tal y como yo esperaba, tal y como me habían dicho. Se marchó, me marché, y no creo que lo vuelva a ver. Pero esto es algo que no me importa, de hecho en ese momento no me importó, yo seguía en mi Paraíso y en esos momentos solo quería irme a mi casa. De esa noche solo quedó ese recuerdo de que no te vi, de que bailé entre palmeras y de que acabé de frente con uno de los fantasmas con los que siempre he vivido.
Al día siguiente las cosas no cambiaron tanto, él me contestó al mensaje que le enviaste por la noche. Me dijo que no salió, que tenía que estudiar, le deseé buen verano y esas cosas y él me dijo que igualmente. Fue realmente una conversación estúpida, una conversación fría y vacía, como si sobraran todas las palabras. Fue como hacer física una separación que yo ya había asumido que iba a suceder, un punto y final. Pero yo estaba bien, aquella noche iba a ser igual que la anterior y eso era lo que más me importaba. Todo era igual, gente bebiendo en un piso de estudiantes de esos en los que parece que hay más bebida que comida. Uno de esos sitios donde pasarías el resto de tu vida de fiesta. Y bebiste, y tomaste más cosas para sentirte aún más grande. Has estado toda la semana queriendo ser más grande, queriendo ser algo más y no lo habías conseguido, pero aún así quieres tomar más. Es tu última noche allí, te dices, es lo mejor que puedes hacer, vas a pasártelo bien, vas a estar bien. Y sí, definitivamente te lo pasaste bien, que aunque ahora que estoy escribiendo esto apenas lo recuerdo, solo sé que me lo pasé bien, que fui a los sitios de siempre y que volví a encontrar el Paraíso entre las luces.
Cuando terminó la fiesta nos fuimos a una terraza todos juntos a ver cómo nos tragaba el amanecer poco a poco. Era bonito, ver salir el sol entre raya y raya, o al menos a mí me lo pareció en ese momento. Yo estaba bien, parecía que había encontrado mi sitio. Ya se acababa todo, aquel día me iría. Contigo la cosa no salió bien. No me importaba, solo quería que saliera el sol y que esa mañana no terminara nunca.
No hacía demasiado frío, las calles estaban vacías y ya el sol estaba alto cuando me estalló todo en la cara. Es lo malo de querer sentirte tan grande, cuando se pasa ese efecto viene el momento de sentirte pequeño, de sentirte lo mierda que eres pero multiplicado por muchas veces más.
Me estalló todo, todo al mismo tiempo, incluso cosas que no eran reales. Todos mis pensamientos me atacaron violentamente, me quería morir en ese momento que nunca paraba. Pasaban las horas, y yo no podía parar de llorar, no podía parar de sentir que era una mierda, que no servía para nada, que mi existencia no tenía sentido. Me quería morir, quería desaparecer del mundo, no podía parar de llorar.
Y además ese día me tenía que ir, tenía que dejar el piso y recoger todas mis cosas, coger un tren y llegar a casa. Todo mi cuerpo temblaba, la histeria no se marchaba de mí, podía echarme a llorar en cualquier momento y no podía comer, no podía sentarme y relajarme. No podía hacer nada para que se me pasara. Solo podía respirar de forma entrecortada y agobiarme una y otra vez, viendo que mi cuerpo ni mi mente podían soportar el esfuerzo físico que tenía que hacer ese día. Llevaba saliendo toda la semana, no había dormido, mi cuerpo estaba como nunca antes había estado, pensaba que podía morir de forma física en cualquier momento.
No podía, no podía recoger todo y tener tiempo para coger un tren, al día siguiente me iba de vacaciones... no podía, no podía. Mi mente me castigaba a cada segundo y la ansiedad que tenía hacía que quisiera vomitar una comida que no existía.
Al final lo conseguí, al final pude medianamente dejar recogidas todas mis cosas y gracias dios una amiga mía podía ayudarme a bajar a la estación. Tenía miedo de dormirme en el tren, tenía miedo de que me cayera inconsciente por la calle intentando llegar a mi casa. Tenía miedo, tenía miedo de mí mismo, tenía miedo de todo lo que había hecho esa semana. Tenía miedo de haber visto cómo se me había ido la cabeza tanto y tenía miedo de volver a hacerlo.
En el tren todos me miraban, yo estaba temblando, me quería morir, respiraba fuerte, estaba al borde de un ataque de ansiedad. No podía hacer que parara y todo el mundo me miraba fatal, como si fuese lo más repugnante del mundo. Y no les culpo, yo también sentía que era lo más repugnante del mundo.
Logré llegar, logré llegar a mi casa, en la vida había necesitado tanto la ayuda de alguien para algo tan sencillo como poder llegar a mi casa. Jamás me había imaginado a mí mismo en esa situación, en ese estado, jamás pensé que haría una cosa así. Jamás pensé que me iba a destrozar tanto yo mismo.
Me daba vergüenza que me vieran así, me daba asco de mí mismo. Me estaba destrozando, me estaba matando yo solo, estaba tirando todo lo que había conseguido y no sé por qué lo hice. ¿Lo hice porque me obsesioné contigo?¿Lo hice porque me odio a mí mismo? No tengo ni idea de por qué lo hice, no tengo ni idea de qué pasó. Solo sabía que me había perdido completamente, que mi locura me había arrastrado a toda esa mierda. Aquel fue hasta la fecha el peor día de toda mi vida.
Ya no estoy obsesionado, o eso creo. Ya hubo un no, se supone que eso ya me tranquiliza, con eso ya no le doy vueltas a las cosas. Era lo que siempre quise, que la gente tuviera ordenados sus pensamientos y así no pudieran volverme loco.
No sé por qué escribo esto ahora, no sé qué me ha llevado a querer escribir todo esto. Supongo que era porque lo necesitaba, porque de alguna manera quiero entender qué me ha pasado.
No quiero volver a vivir todo eso. No quiero que la gente me vea así, no quiero volver a verme así. 

viernes, 13 de junio de 2014

Old Money.

Estás sentado delante de un montón de cubiertos de los que apenas conoces su uso. El mantel de lino está impecable en el esplendor de su blanco y las copas parece como si hubiesen sido creadas ese mismo día. La gente habla, come, se ríe. Están todos engalanados con sus preciosos trajes y parece que les hace felices verse todos en esta situación.
Las celebraciones son algo extraño, y mucho más esas en la que se reúne gente diferente, esa gente que hace años que no ves pero que ahora quieres que venga. Puede que si que quieras que vengan o puede simplemente que lo hagas porque quieres quedar bien, todas las opciones son válidas. El caso es que ahora estás ahí, en una comida familiar de esas en las que conoces solo a la mitad de la gente que está en torno a una mesa mucho más grande de los demás.
 La gente habla, disfruta, no parece prestar más atención que esa y estoy ahí, sentado con un intento de traje que me es incómodo y con una cara también propia de una situación incómoda. Pero bueno, realmente no me importa, sabía que esto iba a ser aburrido, sabía que no iba a hablar con nadie, sabía que no iba a conocer a la mitad de los presentes y sabía también que a los que conocía lo máximo que llegaría a decir sería poco más de un "hola" y "adiós".
Parece que no me importa, parece que no pasa nada, que realmente esta es una parte de ti que tan solo estará durante un tiempo. Es como esas típicas historias de una persona que no se siente a gusto con su familia, que es diferente y tiene ganas de vivir cosas nuevas. Esas historias son bonitas, suelen ser de gente que cumple sus sueños y que se dejan llevar por lo que siempre han querido. Pero a veces no pueden aplicarse al mundo real. Más que nada porque parece que llega un momento en el que piensas "¿De verdad tengo esa emocionante vida esperándome?¿De verdad es posible conseguir esas fantasías?" y es cuando te das cuenta de que no. Naciste sin nada, viviste sin nada y moriste sin nada.
Siempre ha sido importante buscar una identidad, parece que es lo único que queremos en esta vida, tener nuestra propia vida. Soñamos con cosas que de alguna manera pensamos que nos harán felices, independientemente de si cuando llegan nos lo hacen o no.
Pero...¿Qué ocurre cuando no tienes nada? Con mi familia no tengo nada, y fuera de ella parece que tampoco tenga nada. Mi cabeza quiere pensar que te tengo a ti, que no tengo nada de qué preocuparme, que algún día las cosas entre nosotros cambiarán y estaremos mejor que nunca. Pero es lo que mi cabeza quiere, el engaño que quiero creerme.
Y es que no he avanzado nada desde hace tiempo. Ya lo he hecho cientos de veces, ya me he arrastrado cientos de veces, ya he estado destrozando mi cabeza por cosas que no valen la pena. Y creo que tú no vales la pena.
Cuando alguien no quiere verte, cuando alguien no tiene tiempo para ti es porque realmente no le interesas tanto como pensabas. Y esto será así para siempre, así que deja de creer que te va a salir bien, deja de pensar que lo va a meditar fríamente y de pronto vais a ser eternamente felices. Esas cosas no existen, esas cosas no pasan, la gente no se levanta una mañana y decide que quiere estar de verdad contigo. Esas cosas sólo las piensas tú porque no eres lo suficientemente fuerte como para comprender la realidad.
Y es triste, porque de alguna manera esas esperanzas son las que hacen que piense que tengo una vida más allá de la que yo creía, que avanzaré y no me quedaré atrapado en esa mesa y con esa cubertería para siempre. Pero para eso tengo que ser realista, tengo que saber ver la realidad y ver que realmente yo le importo una mierda, que solo soy un capricho suyo del que ya se ha cansado.
Y sí, solo he sabido ser un capricho, nunca he sido nada más y debería dejar de estar pendiente de ese tipo de gente que aún continúa formando parte de mi mente. Es triste, realmente triste. ¿Dónde quedó el amor propio?¿Dónde quedó la dignidad y la independencia? Solo queda la dependencia, la dependencia de algo que no existe.
Pese a todo esto sé perfectamente que el día que me digas que quieras verme, pese a saber que solo es por interés, irremediablemente sé que te diré que sí, que olvidaré todo lo que ha pasado y que tendré nuevas esperanzas. Y ahí será cuando pensaré que puedo ser feliz de nuevo para después darme otra vez la hostia.
Te veré, me ilusionaré, me harás pasar una de esas tardes tan perfectas que hace tanto tiempo que no vivo y desaparecerás. Me volverás a decir otra vez algo tipo "hasta la próxima" y desaparecerás hasta la próxima vez que quieras tener a alguien que te lama el culo y te haga subirte el ego.
Y lo peor es que te lo permitiré, que dejaré de hacer todo lo que tuviera pensado para ir a verte, para pasar aunque sea unas horas contigo pese a que sé que yo para ti no importo nada. Y la verdad es que no lo entiendo, no entiendo ni tu postura ni la mía. No entiendo cómo alguien puede estar ilusionando a alguien cuando sabe de sobra que no le interesa y tampoco entiendo cómo me sigo creyendo que algún día seremos solo tú y yo.
Y es que yo tampoco pido tanto, solo pido verte de vez en cuando. Yo tampoco quiero que pasemos el resto de nuestra vida juntos, ni que seamos ese tipo de parejas repelentes que dejan de ser dos para convertirse en uno solo. No pido tanto, solo vernos un par de veces por semana y que te preocupes un poco por mí. No quiero alguien que se desviva, solo alguien que sepa que estará ahí, alguien que yo sepa que le importo.
Pero pasarán las semanas y seguiré pensando en ti, buscándote con la mirada por todas las calles deseando que seas tú, fijándome en todas las discotecas para ver si consigo distinguir tu figura y preguntándote de vez en cuando que qué tal estás para que después me contestes que estás demasiado liado para quedar conmigo.
Una semana, y otra, y otra, y cuanto más pases tú de mí, cuanto más daño me hagas y cuantas más largas me des... más ganas tendré yo de verte y estar contigo.
Pero todo esto es ridículo, completamente ridículo. Las semanas pasan y no puedes vivir así, no puedes sentir que necesitas a una persona todos los días de tu vida y más cuando vas viendo que cuanto más tiempo pasa, más pasa él de ti y más se aleja de tu vida. Y ya ese pensamiento va desapareciendo. Ya no es tan bonito tener presente que le querrás para siempre. Ese pensamiento romántico comienza a darse la vuelta y a matarte poco a poco, a destruir todo lo que eres.
Te echo de menos, quiero que las cosas sean diferentes, quiero que estés conmigo y es que si no es así mi mente no estará bien, yo no estaré bien. Estoy obsesionado, es todo una maldita obsesión, es la obsesión la que me está matando. Y lo peor es que no sé cómo solucionarlo, no sé cómo voy a hacer para que desaparezcas de mi cabeza. No sé qué hacer para que esa obsesión que he creado hacia ti sin saber por qué se pierda y me haga ser yo de nuevo.
Y supongo que esta obsesión ha surgido porque estoy perdido, porque no encuentro lo que realmente me gustaría. Porque me paso el tiempo buscando, buscando, buscando y no llego a encontrar lo que se supondría que debería. Eso, o que soy un completo estúpido y no soy capaz de darme cuenta de que lo que necesitaba lo encontré ya hace tiempo. No sé nada, no sabemos nada, y no sé cómo solucionar todo esto.
Creo que podía haber sido cualquiera, que mi obsesión ha surgido hacia ti como podría haber surgido hacia cualquier otro, aunque he de reconocer que ahora mismo no creo que esto sea verdad. Nunca antes me había sentido tan a gusto con alguien, y creo que esta es la principal excusa por la que para mi mente tú vales realmente la pena.
Estoy enfermo, realmente enfermo, la gente normal no hace este tipo de cosas. La gente normal se enamora, lo pasa mal y lo supera pero ahora no sé qué voy a hacer. La gente no pierde de una forma tan brutal el sentido de su vida ante una situación así. Pero yo estoy perdido y, como he mencionado antes, necesitaba un clavo al que aferrarme. Y en el momento que siento que se dispersa yo también me disperso y me pierdo en la niebla, una niebla que yo mismo he convertido en mi hogar.
Me quedan aquí apenas unos días y la verdad es que cuando se acaben no sé qué haré con mi vida, no sé qué haré para poder arreglarme y poder volver a encontrarme. Lo único que esperaba al quedarme estos días es que pudiera volver a tener la oportunidad de verte y de despedirme de ti, de sentir de que de alguna manera todo lo que ha pasado ha servido para algo y que le he importado a una muy pequeña parte de ti.
Pero no creo que quieras quedar conmigo, no tenemos nada, no podemos hablar de una despedida ¿Qué pensarías si te dijera que quiero despedirme de ti? Y es que lo que hemos tenido ya dejo hace tiempo de tener una estabilidad que me permitiera poder decirte eso. Pero la estabilidad de acabó, tú haces tu vida, tú eres feliz con tu vida. No puedo pedirte eso.
Así que supongo que me iré, me iré con esa horrible sensación que crea mi cabeza y que me convence de que no puedo vivir sin ti. Esa sensación que hace que sienta que no soy nada sin ti.
Y después llegará ese momento en el que la gente me pregunte por ti, que quiera saber qué pasó con aquel chico que me estaba haciendo tan y tan feliz. Entonces tendré que responder y a ellos realmente no les extrañará mi respuesta "otro que pasó de mí, otro para el que yo no era suficiente" y es que es así, siempre ha sido así y no os podéis imaginar lo mucho que me gustaría que fuese diferente.
Un amigo me dice siempre que no me preocupe, que hay muchos hombres en el mundo, que cuando menos me lo espere lo encontraré y seré realmente feliz. Pero eso no llega, eso se queda lejano. Siempre me lo dice cada vez que pierdo, cada vez que estoy mal, cada vez que siento que te necesito y cada vez necesito creérmelo más. Pero cada vez se me hace más difícil.
Sueño contigo todas las noches. Sueño que me quieres, sueño que me haces daño, sueño que repetimos momentos una y otra vez. Y, al levantarme... Al levantarme solo hay una sensación de vacío, un dolor en el pecho que hacía años que no sentía con tanta intensidad. Es un dolor amargo, que te consume. Un dolor que parece que ha creado un gran agujero dentro de ti. El Bastión Hueco del que nunca nadie supo salir.
Y es que es ver algo tuyo y darme un vuelco al corazón, sentir un millón de cosas en tan solo un momento, quererme morir en ese instante. Y eso no es normal, eso no puede ser normal. No pude ser que me ponga como nunca me he puesto solo por el hecho de ver una foto tuya. No es normal, no es normal, no es normal...
Te voy a echar de menos, necesito ayuda, te voy a tener presente aunque llegue el verano. Necesito ayuda. Te voy a tener presente, necesito ayuda, aunque sepa que estás lejos y que puede que nunca te vuelva a ver, que nunca te vuelva a besar, que nunca vuelva a sentir que te puedo tener. Y será un verano horrible, un verano donde lo único que quiero es curarme y volver a ser yo para que, cuando llegue Septiembre, yo ya pueda volver a ser esa persona que tenía una mente rota pero que al menos era capaz de controlar.
¿Qué va a pensar cualquier persona que vaya a leer esto?¿Qué pensarías tú si lo leyeras? Si tú lo leyeras no querrías saber nada más de mí en la vida, si cualquier otra persona lo leyera pensaría que estoy enfermo, que estoy completamente loco pero en el sentido negativo, que estoy loco para mal, que soy un completo obsesivo y que a saber qué sería capaz de hacer en este grado de obsesión. Y no les culpo, no les culpo porque yo también estoy realmente preocupado. Yo también tengo miedo de mí mismo, tengo miedo de no poder salir de esto, tengo miedo de hacer algo de lo que realmente me arrepienta. Porque lo peor de todo es que yo no debería estar así, que yo debería estar intentando ser feliz. Lo que me ocurre no es ni mucho menos para hacer de mi vida todo este drama. Pero no soy capaz de evitarlo, no soy capaz de verlo de otra manera. Quiero sentir que no me importas, que me da igual, que tengo cosas mucho más importantes en mi vida pero no soy capaz de verlo. Solo puedo obsesionarme con que no te tengo en mi vida y castigarme a mí mismo una y otra vez por ello llegando al punto de ser un enfermo mental.
Los últimos días de Junio se terminan, los últimos días aquí se mueren. Mis ganas de vivir se mueren y yo solo quiero que acabe esto, solo quiero salir adelante, solo quiero encontrar esa ayuda que necesito. Necesito ayuda.
26-06-2014.


miércoles, 4 de junio de 2014

White Rabbit.

Supongo que ahora estás en ese momento donde solo quieres llorar, donde quieres que todo sea dramático. Siempre pensaste que lo dramático estaba bien, que lo dramático te ayudaría con todo pero ahora no tienes tiempo para ello, no puedes hacer un drama de todo.
Los días pasan y cada vez te sientes peor, cada día estás más perdido. Parecía divertido probar todas esas cosas, probar cosas que tienen la capacidad de hacerte sentir lo más grande del mundo pero a la vez hacerte sentir lo más pequeño. Parecía divertido, aunque a mi la verdad es que últimamente todo me parece divertido. Es como que una solución aparece en tu vida en forma de sustancia y, sin más, decides probar a ver qué ocurre. Los pensamientos se suceden, viene la euforia y la diversión y sientes como que por fin comienzas a pasarlo bien en los mundos oscuros de la fiesta. Al día siguiente la cosa es más preocupante, no sabes ya quién eres, en quién te estás convirtiendo.
Las cosas últimamente están pasando demasiado rápido y cada vez entiendo menos cómo solucionarlo. Sé que esta entrada está siendo un tanto rara y esto solo parece una sucesión de rayadas mentales que no tienen sentido, pero es más que eso. Es como que necesito ordenar todo esto porque de lo contrario me perderé, me perderle y cada vez hay menos posibilidades de que me encuentre.
La noche avanzó y la sustancia empezó a hacer su trabajo. Parecía bonito experimentar cosas nuevas y esa noche, como yo mismo esperaba, aquello me hizo grande, realmente grande y todo parecía como si estuviese preparado, como si el destino quisiera que todo eso pasara.
Vi a mucha gente bailando, multitud de gente que se apretaba y se empujaba por encontrar su hueco en aquel lugar.Y fue entonces cuando de vi, te pusiste detrás de mí para hablar con alguien. No me lo creía y me puse nervioso, no sabía qué hacer y finalmente decidí saludarle, saludarte pese a recordar al verte todo lo que había pasado.
Todo había empezado hacía unos dos meses, durante unas semanas donde nos vimos con frecuencia y donde parecía que las cosas no iban a salir del todo mal. Pero eso son estupideces que pienso en mi cabeza, igual que siempre, porque por su culpa me he llegado a sentir de lo más estúpido del mundo.
Se suponía que ya habíamos hablamos del tema, se suponía que ya hablamos de si queríamos seguir viéndonos o no. Yo le había dicho que no me diera largas, que si de verdad no quería quedar conmigo que me lo dijera, que no quería seguir haciendo el subnormal si yo en realidad le importaba una mierda. Su respuesta fue que claro que quería que nos viéramos, que claro que le gustaría seguir con esto. Y claro, es una de esas respuestas que no te esperas, que parece que por fin las cosas están saliendo bien y soy yo el único que se está rayando la cabeza.
Pero esa respuesta no se cumplió. Yo estaba feliz, pensaba que después de todo él sí podría llegar a ser diferente, que si había dicho eso sería por algo y que podía de alguna manera fiarme de él. Pasé casi un mes preocupándome por ti, preguntándote que qué tal estabas, solo yo, siempre yo. Y un día, un día en el que las cosas estaban ya bastante mal fue cuando ya decidí pasar de ti y dejar de hablarte. Y aquello me dolió, porque una parte de mí no quería hacerlo pero yo sabía que era lo correcto, que no eras el primer tío que se reía de mí y que ya me había arrastrado demasiado haciendo lo mismo que esta vez con otros tíos pasados.
Debía ser fuerte y dejar de pensar en ti, dejar de hablarte, seguir con mi vida como si nunca hubiera pasado nada pese a que has sido el tío con el que más a gusto he estado.
Pero esas cosas no funcionan conmigo, más que nada porque tengo la absurda manía de querer entenderlo todo y saber qué era lo que había pasado. Todo hubiera sido más fácil si hubieras sido capaz de poner un simple "no me interesas, no me gustas, no eres lo suficientemente bueno para mí" tal y como pronunciaron otros en su momento. Pero la respuesta desconocida hacía que me preocupara y que no pudiera avanzar con todo esto.
Te había dejado de hablar, deseando que lo notaras y que algún día decidieras volverme a hablar. Pero no ocurrió y fue cuando decidí indagar y ver qué había pasado aunque me quedé como estaba: sin respuestas y con tu imagen en mi cabeza pese a que yo sabía que tenía que olvidarte.
Y ahora estaba frente a ti otra vez, con unas copas encima y los efectos de la drogada. Intentaba sonreír, intentaba de veras que él no notara raro en mí. Él me felicitó, era mi cumpleaños, y hablamos de cómo le habían ido los exámenes que en teoría habían sido los culpables de que no hubiéramos quedado. Y entonces fue cuando le pregunté que por qué no me había vuelto a decir nada, que por qué llevaba tanto tiempo sin saber de él. Podía haberme dicho algo, podía haber dicho una frase como las que he dicho anteriormente y haber solucionado todo y, sin embargo, una multitud de excusas salieron de su boca: que si había pasado de todo el mundo, que si había estado ocupado, que si después le dio vergüenza volver a hablarme... Una serie de cosas que no sé si creer o no y que me hicieron preguntar "¿Puedo volverte a hablar?¿podemos volver a lo de antes?" y ahí fue cuando volvió a mencionar lo liado que iba a estar, lo ocupado que estaba y que lo más seguro es que fuera difícil el hecho de volvernos a encontrar.
Me seguía mirando, yo no sabía qué decirle, no sabía qué hacer y fue cuando me besó y nos liamos durante unos instantes. "¿Te veo a las cinco, dentro de dos horas?" y él respondió que lo intentaría, que no estaba seguro pero que lo intentaría.
Nos separamos y no sabía cómo sentirme, no sabía qué hacer y yo quería seguir viéndole, verle a las 5 y nada más pese a que sabía que lo más seguro es que no apareciera, que se estaba riendo de mí otra vez y que tenía la respuesta en eso de que no podría quedar estos días que quedaban de curso. Pero allí apareció, se dio la vuelta desde donde estaba para ir a buscarme, para estar conmigo y allí, en ese local que solo está abierto a altas horas de la noche, nos liamos durante casi una hora entera entre todo el fluir de la gente. "Vente a mi casa" le dije, "vente"... y al final fue allí donde terminamos para mi sorpresa.
Y hasta ahí se supone que las cosas iban bien, que había salido de fiesta y que la drogada y esas copas de más habían conseguido traerle hasta mi casa donde se suponía que estaría bien. Pero fue todo lo contrario, la droga hizo que aquello ahí abajo no funcionara, que por mucho que yo lo intentara mi mente decía que sí pero mi cuerpo no conseguía asimilarlo. Me puse nervioso, me daba vergüenza que él me viera así, había estado esperando aquel momento durante tanto tiempo y ahora tenía que pasarme eso... Habíamos pasado ya demasiado tiempo liándonos y en ese momento debíamos pasar a otras cosas. Yo estaba medio temblando, estaba como asustado porque quería que saliera bien, lo único que yo pretendía era que él pasara un buen rato. Pero resultó que tampoco yo era capaz de conseguir eso. Yo era la cosa más inútil de mundo y así fue como me sentí. Iba a destiempo, no tenía ritmo, su cuerpo y el mío seguían líneas y movimientos diferentes. Lo estaba haciendo mal, lo estaba pasando mal. Todo lo que había aprendido con otros tíos con él no me valía para nada, era como si nunca hubiese estado con alguien. Yo solo quería que estuviera a gusto.
Entonces llegó un momento donde él me dijo "tienes una hora para hacer lo que quieras, después me iré" y supe que debía hacer cosas que nunca había hecho. Estaba asustado, nunca le había hecho eso a alguien y lo único que conseguía era ahogarme y atragantarme. No podía respirar, y por mucho que lo intentaba parecía que no salía bien. Lo peor fue cuando vi que se había quedado dormido mientras yo hacía eso, que mientras yo intentaba que se sintiera bien él se había dormido sobre mi cama. Estabas ahí dormido, tendido sobre mis sábanas mientras yo estaba mirándote con cara de subnormal sin saber que hacer.
Te desperté pasado un rato y te fuiste de mi casa "hasta la próxima" me dijiste, y me dolió realmente ver cómo te marchabas. Después de eso me sentí como una mierda, me sentí la cosa más horrible del mundo porque no tengo ni idea de nada. La jodí completamente con mis drogas y mis nervios y siento que te hice perder el tiempo.
Pese a eso hay cosas que no entiendo, no sé si es real la forma en la que me mirabas, la forma en que me abrazabas. Durante esos momentos era como si las cosas fueran diferentes, eras infinitamente cariñoso conmigo y no sé si son cosas inventadas de mi cabeza o realmente pertenecen a la realidad, pero la manera en que me abrazaste cuando te desperté no sé, me hizo realmente feliz.
Puede sinceramente que yo sea una persona que simplemente esté falta de cariño y que a la mínima que ocurre algo de esto ya estoy inventando lo que me da la gana y pensando cosas que no son. Ni siquiera sé lo que siento por ti. Si releo esto que he escrito va a parecer que eres lo que más quiero en el mundo y que estoy pillado por ti, pero realmente no creo que sienta eso. No sé qué siento, no sé qué sentir, realmente apenas te conozco, no tengo motivos para pillarme por ti pero sin embargo no entiendo qué ha ocurrido del todo.
Hoy te he preguntado que si querías quedar y la respuesta no ha sido otra cosa que otra negativa. Yo quería quedar contigo y una parte de mí siente como si te rieras de mí otra vez. No sé qué pensar sobre ti, no sé si de alguna forma me tienes algo de cariño o, por el contrario, soy esa persona que viste de fiesta y que quisiste en ese momento en el que ibas con unas copas de más.
Igual es que soy muy desconfiado, igual es que lo anterior me hizo daño y siento que está volviendo a pasar lo mismo. No sé qué piensas, no sé qué es verdad y qué no, sé que eres buena persona y sé que en esos momentos eres un cielo conmigo, que eres el tío con el que más a gusto he estado. Pero me mareas, quiero fiarme de ti pero mi mente a veces dice que no puedo.
No sé nada, pero sí sé que cuando nos besamos y cuando estamos juntos parecía que era diferente, parecía que sí que había algo más que un interés y tengo la cabeza hecha un lío. Pese a todo esto parece que lo único que sé es que voy a ser lo suficientemente gilipollas para arrastrarme y preguntarte hasta el último día en que esté en esta ciudad si te apetece pasar un tiempo conmigo, cosa que dudo si sucederá o no.
Estoy cansado de que me ocurra siempre lo mismo. Una amiga me dijo que aprovechara estos momentos, que los momentos de incertidumbre son los más bonitos, pero estoy harto de vivirlos. Estos momentos donde no sé nada es lo único que he vivido hasta ahora y solo quiero saber si va a salir algo bien o mal sin la necesidad de que día tras día mi opinión sobre si saldrá bien o mal varíe tantas veces.
Debo de ser una persona extremadamente obsesiva, una persona que está realmente mal de la cabeza. Quiero una estabilidad, quiero tener las cosas claras, quiero esa estabilidad porque la incertidumbre me mata. Ahora solo estoy preocupado por si querrás saber algo más de mí, por si nos volveremos a ver, cuando se supone que no debería, que lo que debería de hacer es pensar que si quieres quedar yo estaré contento y que si no, no tiene la menor importancia. Y todo esto se junta a más cosas que hacen que me replantee mi existencia. ¿Qué hago aquí?¿Por qué he estado tomando drogas?¿Qué estoy haciendo con mi vida? Son demasiadas las cosas que están ocurriendo ahora mismo y siento que no puedo con todas, que tarde o temprano me perderé.
Y en fin, no creo que nadie se interese por esto, no creo que nadie lea esto hasta el final. Pero simplemente necesito superar todo esto, volver a estar como antes y volver a tener esa sensación de que puedo hacer lo que quiera y dejar atrás a esa sensación en la que mis ánimos disminuyen por el hecho de estar perdido.
Estoy perdido, muy perdido, no solo por estos temas sino también por más. Estoy perdido y quiero encontrarme a mí mismo para sentir que vuelven a tener sentido las cosas.
03-06-2014.

domingo, 18 de mayo de 2014

G.U.Y

Estabas cansado, cansado de muchas cosas. Parecía que no te bastaba con la vida que tenías, esa vida que realmente te había hecho tan tan tan feliz. Tenías tu propia personalidad, tus propios gustos, tus propias ideas y gente que de verdad te entendía. Pero parecía que todo eso no era suficiente.
Empezaste a plantearte todo eso, empezaste a sentir que estabas aburrido o simplemente que aquello estaba durando demasiado, realmente no lo sé. Solo sabías que estabas cansado de ser buena persona y de tener una vida conmigo.
La tensión comenzó, una sensación como si quisieras estallar en cualquier momento. Ya las cosas estaban sacándose de quicio y ni si quieras sabías por qué. ¿Por qué lo hiciste?¿Qué te hizo cambiar de idea? Habíamos pasado horas y horas hablando sobre esa gente, hablando sobre ellos con un toque de fascinación, de intriga, habíamos intentado entender cómo funcionaba su vida. Y de ello no me arrepiento, y reconozco que en determinados momentos esa vida me ha parecido fascinante, como si llevar esa vida fuera la solución hacia tus problemas.
Pero después miras tu al rededor y comprendes que no, que esa vida nunca será jamás para ti, que no encajas, que es una vida vacía, que nunca te aceptaran y que tampoco tiene importancia si lo hacen o no. Hay cosas que nunca van a poder ser y de las que me alegro porque sé que si hubiera llegado hasta allí no hubiera conseguido nada. Pero tú no, tú querías vivirlo, echar por tierra todo lo que habías conseguido y empezar a distanciarte, a despreciarme y a hacer como si todo entre tú y yo hubiera sido un sueño lejano.
Y entonces llegó ese momento, ese momento en el que veía que tú pasabas de mí y empezabas a verte con otra gente, veía cómo reías y reías y cada día estabas más entusiasmado con aquellos nuevos amigos. Tú sabías que ellos eran los guays, que si te juntabas con ellos tú con el tiempo acabarías siéndolo también, igual que ellos, uña y carne entre cientos de luces de diferentes colores.
Al principio me lo contabas, al principio parecía que algo aún te seguía atando a mí, que esas nuevas amistades parecían un pequeño juego que se terminaría pronto, pero poco a poco fui viendo que no. Te alejabas y te perdías, haciendo lo que he mencionado antes, transformar todo lo que habíamos sido en un sueño lejano.
Yo solo podía quedarme a observar cómo todo cambiaba y cómo todo lo que antaño habíamos despreciado con centellas de envidia acababan por abrazarte como si hubieses destinado a ello pese a todo lo que había pasado. Ibas con ellos, mirabas por encima del hombro, yo ya no era suficiente para ti, y cuando salíais de fiesta ya nadie podía interponerse en tu camino. Cada noche conseguías a un hombre diferente, cada día pasabas más tiempo preocupado en qué ponerte o en qué nuevo corte de pelo querías hacerte. Era el momento para sentirte el más deseado, el más guay entre tu grupo de amigos, el más valiente y sin embargo el más gilipollas para mis pensamientos.
Empezaste a creer todo lo  que la gente decía, todo lo que la gente te ofrecía con el fin de intentar ser tus amigos. Cientos de hombres te deseaban en esos momentos y tú eras el más feliz del mundo. Docenas de números de teléfonos entraban nuevos en tu agenda cada noche para, después de quedar con ellos, borrarlos de tu teléfono al igual que de tu mente.
Esa era la vida que querías, ese era el tipo de amor que querías, ese era tu amor hacia el deseo y hacia el egocentrismo. Era el momento de quererte a ti más que a nadie en el mundo, el momento en que ser un egoísta y mirar solo para ti. Era la gran historia del amor entre tú y tu espejo.
Pronto te echaste novio, parecía que estaba bien eso de tener a alguien fijo por así decirlo. Así era más divertido liarte y follarte a tus ligues: un novio, un riesgo. El sexo era mucho más divertido cuando sabías que le estabas poniendo los cuernos a tu novio y tenías la posibilidad de que te pillaran. Era sencillo, habías tenido a todos los hombres del mundo, tenías la libertad de tenerlos a todos, ahora querías la prohibición para tenerlos a todos.
También te pareció divertido hablar de tus nuevos amigos a los demás, sentirte mucho más inteligente y mucho más importante contando cotilleos sobre ellos a ese tipo de gente que haría lo que fuera por tener amistad con ellos. Un tipo de gente como la que fuiste tú hace mucho tiempo.
Te gustaba sentir que lo controlabas todo, que podías hacer lo que quieras incluso saliendote de las reglas. Sin embargo comenzabas a entender que ellos también sabían jugar y que tu novio hacía lo mismo que tú con otros hombres. Él era igual que tú, un hombre que tuvo a todos los hombres y que ahora quería la opción de no conseguirlos tan fácilmente.
Tus nuevos amigos también contaban cosas tuyas, cosas íntimas que les contaste intentando que gracias a ello la amistad creciera con más rapidez. Tan solo eras un tonto que ha pensado que tenía todo el mundo entre sus manos y que todo podías solucionarlo con tal de llevar ropas bonitas.
No sé cómo de distante estaba en ese momento tu sentido de la realidad, pero tú mismo te encargaste de romper ese mundo de cristal que poco a poco habías estado construyendo. Sé de sobra que no pretendías hacerlo, que hubieras sido lo suficientemente estúpido para haber vivido en aquella ciudad de cristal por siempre jamás. Pero aquella noche fue la definitiva, la noche en que todo se rompió en pedazos ante tus ojos.
Vi cómo comenzabas la noche, vi cómo salías lo más divino de la muerte con tu novio bajo el brazo. Los dos más guapos, los dos con más estilo ¿Cómo no van a acabar los dos juntos siendo tan perfectos? Qué irónico y qué estúpido es todo.
Vi cómo ibais los dos juntos con vuestros amigos, cómo entrabais en el mismo lugar donde estaba yo para ver, por tanto, cómo todo el mundo giraba sus cabezas para ver que estabais entrando. La noche acababa de empezar y el local prometía una fiesta memorable esa noche. Los dos bailabais, los dos reíais, los dos os abrazabais y mientras poníais la vista en otros hombres. La noche iba igual que otra cualquiera, todo risas y bailes una canción tras otra.
Y entonces te separaste de tu novio, te fuiste al baño y a saber qué cosa tomaste. Nunca te sentaron bien las drogas aquella noche debiste hacer el mayor ridículo de tu vida. Te vi liarte con un montón de hombres delante de tu novio para luego acabar dándote de hostias con él en la calle. Vi cómo montabas el espectáculo, vi cómo después acababas insultando a todo el mundo y vi cómo, en el momento en que debiste parar e irte a casa, seguiste deambulando por antros y lugares donde caíste más y más hacia el fondo.
Tocaste fondo, destruiste en un día todo lo que durante mucho tiempo llegaste a conseguir. No me enteré de todos los detalles, tampoco quise saberlos. Solo sé que de la noche a la mañana tu novio y tus nuevos amigos dejaron de hablarte para dejar paso al odio y al repudio. Ya no quieren saber nada de ti, les das asco. Es curioso cómo esa gente en la que tanto habías confiado ahora te devuelven lo que tú estuviste haciendo durante tanto tiempo. No debiste jugar tanto, te arriesgaste demasiado, no fuiste lo suficientemente listo como para controlar eso durante tanto tiempo.
Ahora estás solo, estás acabado ¿Y qué se supone que debería hacer yo ahora? He visto todo lo que ha pasado, he ido viendo cada uno de tus pasos por mi cuenta desde el momento en el que me dejaste de hablar. ¿Qué debo hacer ahora? Me encantaba que pasáramos tiempo juntos, me encantaba tu forma de hablar y la manera en la que me mirabas. Sinceramente me parecías alguien sensible, alguien inteligente, alguien que realmente valía la pena. Sentía que eras alguien igual que yo, alguien con quien podía hablar de todo durante horas sin preocuparme. Eras tú de lo mejor que tenía.
Y sí, admito que te quería, que adoraba pasar todos aquellos momentos hablando y estando juntos, era algo como mágico, y me conformaba con que me escucharas y sintiera que estabas ahí. Siempre me gustó la idea de pensar que pasaría algo entre tú y yo, siempre me gustó imaginar cómo por fin tú y yo estábamos juntos. Pero soy una persona muy estúpida, me daba miedo que me dijeras que no, me daba miedo que solo quisieras que fuéramos amigos.
Puede que si me hubiera lanzado nada de esto hubiera pasado, puede que sí hubieras sido capaz de decirme que sí y darme unos cuantos besos. Puede que hubiésemos seguido como siempre y no hubieras tenido esa puta necesidad de alejarte, de intentar se otra persona. No sabes el daño que me ha hecho que intentaras ser otra persona. No tienes ni la menor idea de lo que ha supuesto para mí verte así, mucho peor que el hecho de que no hablaras conmigo.
Jamás entenderé por qué lo hiciste, jamás entenderé por qué ademas yo te dejé escapar, por qué dejé que ocurriera todo ello. Supongo que pensé que no me escucharías, que yo no era lo suficientemente bueno para ti y, en fin, muchas tonterías que en ese momento pasaron por mi cabeza.
Sé que estás solo, sé que no vas a tener a nadie más, qué puede que sea lo que necesitas, pero me da miedo volver hacia ti. Las cosas ya no son iguales, todo esto que ha pasado me ha dejado descolocado. No sé lo que siento por ti, no sé si sigo queriendo que me quieras.
El tiempo dirá qué haré, el tiempo dirá quién eres realmente. ¿Has cumplido ya tus más oscuras fantasías o volverás a intentarlo otra vez?¿Volverás a ser tan estúpido? No sé nada. Solo pienso que ojalá nunca te hubieran entrado esas ansias de protagonismo que tanto daño nos han hecho...

domingo, 4 de mayo de 2014

PdC.

Una semana entera bebiendo, dos semanas enteras bebiendo, tres semanas bebiendo. Es como si quisieras cruzar el mar, llegar a la otra orilla solo que no sabes si te ahogarás en el camino. Has pasado más de tres semanas bebiendo, aún no sé si he llegado a ahogarme, si he llegado a perderme a mí mismo entre las olas o me he asfixiado por el hielo que había dentro de una copa.
Ya no sabes dónde estás, no sabes lo que quieres, es como una ausencia de algo. Una paz que necesitas romper. Sientes que es como un momento de transición, un momento en el que te distancias de tu realidad. Como ese momento en el que entras a ver una película al cine o una obra de teatro y durante unas horas te olvidas de quién eres y de todo lo que has vivido.
Podría decirse que estás en ese momento, un momento que ni siquiera entiendes. Muchas veces la gente te dice que qué te ocurre, qué te pasa. Nunca sabes responder, nunca sabes qué te ocurre en cada momento y lo peor de todo es que nunca es una vez igual a la anterior. Pasas tu vida entera sin saber qué te ocurre. Y eso muchas veces cansa, cansa porque no sabes quién eres ni qué quieres.
Hoy te has enfadado. Estás cansado de vivir esta situación, estás cansado de que todo pase igual. Ya no voy a seguir así, no voy a estar pendiente de cosas que sé que no van a valer la pena. El mundo no es tan complicado, no hace falta estar comiéndote la cabeza porque a alguien no le da la gana ordenar su cabeza. Cuando alguien no entiende su cabeza, o simplemente lo que pasa es que no quiere decirte la verdad debes pasar, dejarlo ir. Tienes que dejar ir esas cosas aunque te duela, aunque quisieras seguir intentándolo pero no puedes. No puedes seguir destruyéndote a ti mismo, es demasiado doloroso, demasiada rutina. Hacerte daño es una rutina, nunca para, pero llega un momento en el que duele demasiado y ya no quieres más. Te enfadas porque realmente la culpa no es tuya, te enfadas porque quieres estar bien pero ya están estropeando tu cabeza.
Por eso mismo tienes que dejarle marchar, no complicarte, no sufrir más. Dejar de pensar en él y saber que no eres tú quien tiene la culpa. Tú no has hecho nada malo, has intentado hacerlo lo mejor que has podido. Si él no ha querido que la cosa siga es porque le ha dado la gana a él y no puedes hacer nada.
Haz como que no existe, haz como si estuviera perdido, como si se borrara de tu memoria. Tienes que intentar que no venga a tu cabeza, que cuando pienses en él eso no duela. Y eso es difícil, pero no te queda otra.
De todas formas nunca llegaré a entender por qué la gente se dedica a romper tanto tu cabeza. Las cosas no son tan complicadas. Las cosas se dicen, se hablan. No tienes por qué pasarte más de dos semanas estando pendiente de qué va a pasar para llegar a un punto en el que ves las cosas no avanzan. No era necesario llegar a este punto. La gente debería ordenar su cabeza y dejar las cosas claras.

sábado, 3 de mayo de 2014

No existes.

No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes No existes.

domingo, 27 de abril de 2014

Pieza Regar.

1- Compra un invernadero muy grande, un lugar enorme donde tener plantas.
2- Llénalo entero de plantas de modo que tardes todo el día entero en regar todas las plantas que tengas allí
3- Cuídalas y riégalas todos los días de forma que no tengas tiempo para nada más.

Paradise III

Sales de aquellos lugares perdidos, aquellos lugares que fueron cobijo tuyo durante un tiempo pero que ahora parecen borrosos recuerdos que se van perdiendo en la lejanía. El whisky hace que se hayan vuelto borrosos, los mareos al bailar hacen que todo parezca que de vueltas cada vez que piensas en ellos. El humo del tabaco nubla tu mente y parece que todo lo que ese mundo te ofrecía quisiera desaparecer de tu vida, como si te rechazara, como si pensara que tu tiempo aquí ya ha terminado, como si ya hubiese agotado todas tus posibilidades y estuviese cercana tu muerte.
Es en éste momento cuando decides marcharte en busca de aquello que todo el mundo que entraba en el lugar ansiaba. Es el momento de buscar los Paraísos, volver a encontrar aquel Paraíso del que caíste aquella vez, solo que ésta vez será diferente, tu vida ha sido diferente. Es hora de volver a intentar encontrarlo pese a saber de sobra lo perdida que estás en estos momentos.
Sales a las ciudades, a las calles, y alquilas un coche para viajar, para moverte de un lugar a otro persiguiendo un sueño que aún no sabes que existe. Te mueves en la tierra de los dioses y monstruos sin importarte nada, sin buscar un sitio donde asentarte, dejando olvidados todos aquellos clubs y todos aquellos lugares donde un día te encontraste a ti misma. Aquí en este mundo todos están ahora igual que tú, todos buscáis los paraísos y tenéis miedo de que sea demasiado tarde como para encontrar el tuyo propio. Eso te asusta, te echa para atrás, te da miedo, pero es como ese momento en que quieres arrancar una rosa: debes pincharte para poder conseguir la belleza que quieres.
Y ocurre un momento en el que te cansas de viajar, te cansas de seguir intentando conseguir aquello que añoras. Los viajes en coche durante la noche y la visita a las ciudades durante el día ya no son bonitos, ya no te transmiten nada. Estás perdida en el mundo sin saber dónde está esa entrada al Paraíso, una entrada donde a cada día que pasa menos convencida estás de encontrarlas.
Las ciudades parecen bonitas, parecen agradables, puede que sea bueno pasar un tiempo allí, tener una casa y vivir entre diablos y ángeles por la eternidad, buscando algo que mate el tiempo y te ayude a salir de allí. Compras una casa, compras varios libros, compras varias cosas que te ayuden a permanecer allí durante un tiempo. Y ese tiempo se transforma en años y meses. Años y meses en que lo único que haces es leer y mirar por la ventana cada día, esperando alguna señal, esperando encontrar algo que te lleve de vuelta. En la vida nunca te habías sentido tan idiota, tan estúpida, tenías la oportunidad de vivir en el Paraíso, la oportunidad de pasar allí el resto de tus días y por un estúpido capricho decidiste bajar al mundo mortal, morder la manzana del árbol prohibido y perseguir unas ilusiones que a la larga no han servido para nada.
Estaba bien el tiempo en que trabajabas en el local, estaba bien hacerse la interesante presumiendo de que tú no buscabas el Paraíso, pero aquello solo era porque apenas hacía tiempo que habías bajado de él, que si hubieras pasado toda tu vida fuera de él hubieras estado como estás ahora, ansiosa por encontrar aquello que te hace falta.
El tiempo pasa, y cada día que sientes que no estás allí tu cuerpo empieza a envejecer más, a volverse más débil. Eso nunca antes te había pasado, en el Paraíso podías sentirte joven por siempre, es hora de dejar de pensar en el Paraíso. Pasarás el resto de tu vida enfrente de esa ventana, enfrente de aquellos edificios de color gris, sumergida para siempre en el recuerdo de otros tiempos que ahora deseas que no hubieran terminado.
Y entonces un día de invierno, así sin avisar, aparece aquel que te sacó de ese mundo para traerte a este. Camina por la calle lentamente, con su mirada sibilina que tanto te gustó en aquel momento. Por su culpa mordiste la manzana, por su culpa moriste en aquel instante.
Bajas rápidamente a la calle, sabiendo que tu cuerpo ya no es igual, que ahora todo es más difícil, y empiezas a seguirle por la calle de forma desesperada. Las calles de la ciudad son frías y él parece darse cuenta, comienza a andar más deprisa, recorriendola sutilmente como si se tratara de un reptil. Caminas y caminas, rezando a cada momento para que disminuya la marcha. Sales de la ciudad, sales a sitios que nunca antes habías visto, es como aquella vez en que él apareció en el Paraíso y tú comenzaste a seguir a aquel cuerpo eléctrico.
Llega la hora del crepúsculo y todo parece volverse dorado, todo parece volverse más mágico y es entonces cuando él se para. Llegas hacía él y ni siquiera te mira, solo se mete las manos en el bolsillo y saca un cuchillo afilado y un rosario desgastado. Recuerdas su olor, miras sus ojos, es tal y como le recordabas "ven conmigo" te dice "acaba con todo ésto". Los rayos del sol parecen tragarle en ese momento y te encuentras tú sola en ese claro con aquellos dos objetos.
De pronto lo entiendes, entiendes qué es lo que quiere que hagas, no es lo que más te hubiera gustado pero sabes que no tienes otra opción, que es eso o nada, que tu destino está en manos de lo que hagas en ese momento, que esta es la última oportunidad por saber si irás al Paraíso o a otro lugar peor...
Te pones sobre el cuello el rosario y comienzas a rezar, rezar porque quieres que el destino sea el Paraíso y ningún otro lugar. Rezas y rezas hasta quedarte sin voz, desesperandote a cada palabra y es cuando por fin das por terminada tu plegaria. Sigues diciendo plegarias, sigues diciendo oraciones, y el hermoso cuchillo se posa sobre tus muñecas para rasgarlas, para romperlas, para liberar un río de sangre que puede que sea tu salida.
La sangre corre, se mueve, parece tener vida propia y notas cómo ésta abandona tu cuerpo, sintiendote débil y sola. Las luces doradas se vuelven más brillantes, tu cuerpo comienza a elevarse, termina de salir la poca sangre que te queda. Ahora solo te dejas llevar, asciendes hacia el cielo en espera del lugar que te vas a encontrar. La muerte era tu salida, tu pasaporte a ninguna parte, ahora solo queda esperar en qué lugar proseguirá tu vida eterna.

Fame.

Lo oyes y lo escuchas, lo sientes en ti. Sientes que todo está pasando muy rápido y sientes además que de alguna manera tiene que parar. Tiene que parar porque te agobias, tiene que parar porque eres demasiado joven, demasiado nuevo en todo esto y piensas que en cualquier momento ésto puede matarte. Pero al mismo tiempo no quieres que pare, no quieres dejar escapar esta oportunidad. Solo quieres dejarte llevar y ser feliz en estos momentos que tanto has ansiado. Dejarte llevar para siempre, sintiendo que no va a parar, que la fama siempre va a estar ahí para lo bueno y para lo malo hasta el resto de tus días. 
Pero la fama no dura por siempre, y tienes que ser capaz de, en el mismo momento en que la locura y la adrenalina se han apoderado de ti, poner en orden tus pensamientos y organizar todo aquello que debes hacer. Asumirlo y pensar que no eres nadie, solo algo que ha tenido suerte de casualidad, que tienes que demostrar a todo el mundo que no ha sido de casualidad, que de verdad vales para esto, que de verdad quieres que tu vida gire en torno a ello. Y es en ese momento en que tu mente vive en dos realidades: la realidad de la fama y la realidad del fracaso. Es necesario que te sientas fracasado, que sientas que no sirves para nada, es necesario que creas que de verdad tu éxito fue un golpe de casualidad. Es necesario que pienses eso porque, en el momento en que pienses que vales para ello, que tu vida ya está resuelta, será cuando estés perdido. 
Tienes que reinventarte una y otra vez, y esa es la parte oculta del mundo de la fama. La Fama resalta todo aquello en lo que creíste, lo hace mágico y abrumador para todo el mundo, pero al mismo tiempo lo mata, lo hace único y vulnerable. Lo destruye en cientos de pedazos porque tú jamás podrás hacer algo igual si quieres seguir en este mundo. Lo anterior que hiciste ya no vale, los momentos de gloria ya no valen. Sabes que tienes que avanzar, continuar, que no es nunca un buen momento para disfrutar de la fama porque si llegas a hacerlo, esta desaparecerá. Tienes que destruir aquello que lograste mientras todo el mundo te reclama y te idolatra. No puedes disfrutar, no puedes dejarte llevar, solo te queda empezar de cero para conseguir brillar antes de que ésta se acabe.
La fama te lo dará todo y al mismo tiempo te dejará solo, te dejará al igual que empezaste y cada vez será más difícil cavar en ti mismo para descubrir nuevas pasiones. Es difícil encontrar un yo nuevo, es difícil sumergirte en lo más profundo de ti mismo para encontrar aquello que nunca prestarte atención. Por cada momento de Fama tu yo actual se destruye poco a poco, obligandote  a proseguir si es que quieres seguir avanzando.
Nunca tendrás nada, nunca conservarás nada, pero al mismo tiempo lo tendrás todo. 

sábado, 26 de abril de 2014

Nada.

Los coches, los autobuses, las motos, todo se sucedía a través de las ventanas de aquel desgastado autobús, pese a que lo que más me llamaba la atención eran aquellas luces tristes de medianoche, esas luces que emanan de farolas acariciadas por la lluvia, borrachas de soledad.
Las gotas que resbalan sobre los cristales me parecen bonitas, se forman rápidamente para caer, como si naciesen y muriesen a velocidad de vértigo. Siempre me gustaba contarlas cuando estaba aburrido. Siempre me gustaron esos parajes melancólicos y dar aires de melancolía. Parece que cuando eres melancólico tu vida es más impresionante, tiene mucho más sentido dado que sientes que está llena de cosas, que está llena de sensibilidad y cualquier cosa que pasa adquiere mucho más interés. Es como hacer más bonito y dramático todo lo que conoces.
De todas formas yo esto no lo sé, solo sé que digo tonterías. Solo sé hablar de cosas repetitivas y que se contradicen en sí. Y es entonces cuando llega ese sentimiento en el que siempre siempre siempre, siempre sientes que pasa lo mismo una y otra vez. Y eso me hace pensar que es verdad eso de que estamos destinados a hacer lo mismo una y otra vez, vivir en una rueda giratoria que lo único que nos hace es vivir lo mismo solo que se disfraza una y otra vez de diferentes formas.
Parece que es normal, que es algo que deberíamos saber ya de sobra y que no podemos hacer nada para que cambie. Es como una de esas películas en las que alguien se despierta y vive el mismo día una y otra vez, atrapado y condenado a vivírlo por siempre. Realmente es algo parecido a eso, solo que tú vas cambiando y el mundo va cambiando para que cuando llegue ésta nueva situación tú pienses que es nueva, diferente, que es una nueva oportunidad para que salga bien y ser feliz. Pero, tras varias semanas en las que te enfrentas a todo esto y que crees que por fin va a llegar, se desmorona delante de tus ojos como si fuera un castillo de naipes.
Por eso lo mejor muchas veces es huir lejos, dejar aquello atrás e intentar aprender, intentar que la próxima vez que venga las cosas salgan mejor. El problema es que tenemos miedo de huir lejos, nos da miedo irnos, nos da miedo alejarnos para siempre. Nada que ver con huir por vacaciones y llegar a un sitio de nuevo, pasar unas semanas y volverse cuando encuentras que lo que hacer ya es repetitivo.
Puede que el miedo venga de hacer cosas repetitivas, como si nuestra mente necesitara hacer cosas repetitivas pero al mismo tiempo nunca hacer nada igual, hacer todo como si no hubiera un mañana, como si fuera la primera y la última vez que hacemos algo. De todas formas eso tampoco evita que las situaciones vuelvan a repetirse porque, en el momento en que sientas que todo va bien, que has encontrado la felicidad por ti mismo, volverá a aparecer, no importa de qué forma, no importa cuánto tiempo haya pasado. Solo sabes que va a aparecer y que cuando lo haga volverás a caer.
Volverás a caer, volverás a ilusionarte, volverás a pensar que es posible que seas aún más feliz, que los meses anteriores han sido buenos pero que ahora es el momento de obtener el resultado de tanto tiempo de espera. Y entonces es cuando esos días se vuelven más felices, más especiales, porque esperas a que algo que esperabas está muy cerca. Es como eres pequeño y pasas una semana antes de tu cumpleaños solo pensando en el momento en que llegue ese día, es como cuando esperas que te traigan regalos los reyes magos. Miles de ilusiones se forman en tu mente, miles de pensamientos se forman ante la llegada de esos premios o regalos. Y por fin ese día llega, llega y eres feliz, pese a saber que al día siguiente faltarán otros 365 días para que vuelva...
Esto es más o menos así, pero solo que ese día del cumpleaños no llega, te quedas en el día de antes y el día de tu cumpleaños desaparece, se borra. Y todo en ese momento se rompe, se rompe, y sabes que tendrás que volver a esperar mucho, mucho tiempo, hasta poder encontrar de nuevo otra oportunidad.
Y es triste, porque muchas veces tú no tienes la culpa de que ocurra esto, muchas veces los problemas vienen de cosas que no puedes controlas, cosas como que no le gustas lo suficiente o eres demasiado bajito. Entonces, llegado a ese momento ¿Qué puedes hacer hasta que llegue el siguiente?¿Cómo tienes que prepararte para asegurarte de que la próxima vez salga bien? No podemos, por mucho que queramos, por mucho que nos esforcemos, somos una mera pieza sin valor que el día que llegue a encajar será por mera casualidad. No podemos matarnos a pensar qué deberíamos hacer, qué deberíamos ponernos, qué deberíamos decir para que salga bien, porque por mucho que te esfuerces eso nunca va a funcionar así.
Y ahora solo queda esperar, esperar a que se repita el círculo, a dejar de pensar estas estupideces dentro de un viejo autobús para ilusionarte y después volverlo a hacer el día que vuelva a salir mal. Los autobuses y trenes son buenos sitios para pensar; y más cuando llueve, y mucho más cuando intentas llevar esa vida melancólica que pareces querer tener.
Solo te queda eso, esperar y esperar hasta el día de un cumpleaños que nunca llega y después de eso volverte a sentarte en un estúpido autobús a hacer como que entiendes de la vida y que todo lo que pasa es por alguna razón.
Sería bonito que un día todo por lo que has sufrido se viese recompensado, como si de repente un día fuera algo como "El día de cobro" ese día en que todo lo que has trabajado cobra un sentido y te ves recompensado. Pero bueno, ese es otro invento humano con lógica para intentar hacernos la vida más fácil, aunque me sorprende que si para eso fuimos inteligentes para esto seamos tan estúpidos.Sí, somos estúpidos.Y yo soy aún más estúpido pensando que escribir esto me va a servir de algo.