domingo, 13 de diciembre de 2015

Riverside.

Era como si el río hubiera llegado al mar. Todo se había mezclado, se había desvanecido en algo que no podíamos separar. Era algo frío y forzado, como si hubiera costado que aquello pasara. Pero realmente había sido muy fácil, me había dejado arrastrar por todos aquellos ríos y allí habíamos terminado: todos juntos, perdidos y sin saber si con aquella unión habíamos ganado o perdido.
Ahora yo estaba en medio de todo. Había juntado todos los aspectos de mi mundo en uno solo y ahora no sabía qué hacer con todo ello. Los ríos crecían y crecían, cada uno iba por su lado, las cosas iban ocurriendo y lo único que podía hacer era observar e intentar entender qué estaba pasando, sin poder decidirme en cual de ellos navegar. Y ahora nos encontrábamos ahí, fluyendo en el ancho mar. Comprendiendo que todo lo que había tenido ha desaparecido, comprendiendo que al intentar juntar tantos ríos había terminando desbordando a todos.
Siempre me gustó navegar, siempre me gustó dejarme llevar por las situaciones y las personas. Es como que pienso que la vida tampoco necesita un control excesivo por parte de nosotros mismos. No necesitas luchar ciegamente por algo para que te vayan bien las cosas. No necesitas matarte a ti mismo para conseguir una situación porque de no hacerlo es fácil que te salgan bien las cosas. A veces no se necesita hacer esfuerzos para que seamos felices.
El caso es decidir por donde seguir cuando parece que las cosas no avanzan, cuando piensas que las cosas ya no tienen más de donde exprimirse y toda la frescura y sus creaciones ya no valen nada.
Yno sé es que todo está tan descontrolado que todo se desborda. Soñé que me hablabas, soñé que me pedías perdón, creo que he desarrollado una obsesión a que quieras pedirme perdón. Es el mismo pensamiento una y otra vez "¿Por qué no me pide perdón?¿Por qué no puedo asumir que jamás me lo vas a pedir?" y es que me siento absolutamente ridículo pensando en que aún mi mente no puede deshacerte de ti.
Puede que no me haya olvidado de ti porque realmente no ha pasado nada nuevo este año. Este año es como si todo se hubiera estancado, como si todo el mundo hubiera avanzado y yo no hubiera sido capaz de seguir adelante. Es triste pero el mundo seguía, el mundo continuaba con todo lo que la gente había soñado, como una escalera de esas que no tiene fin. La gente caminaba por aquella escalera mientras que yo parecía que me cayera debido a una enorme borrachera.
Y es que este año ha sido como una gran borrachera. Miles y miles de lagunas habitan en mi mente, miles de monstruos han nacido y se han criado en ellas. Es lo malo de las lagunas, no sabes qué monstruos tiene tu cabeza. No sabes a qué vas a tener que enfrentarte porque parece que ya lo has olvidado todo.
Pero yo nunca olvido, yo nunca me olvido de nada. Parece que desaparece, que se difumina, que se consume al igual que los cigarros y las colillas. Pero no, luego vuelve de la nada para hacerme aún más daño, para hacerme recordar que nunca seré capaz de olvidar. Lo que olvidamos y vuelve no siempre tiene que hacernos daño, eso es algo que a veces olvidamos. El problema es cuando lo que recuerdas te duele, cuando sientes que la situación más odiada vuelve a tu mente y te atraviesa con sus mentiras. Esas mentiras que dicen que aún te echo de menos. Esas mentiras que dicen que aún no he superado nada de esto. Esas mentiras que se hacen reales conforme pasan los segundos. Ya nada puede vencerlas.
Realmente es fácil cuando echas de menos a alguien. Es fácil porque no tienes que hacer nada más. Es fácil porque te acostumbras a ello y tu vida se vuelve más gris y nublada. No dejas de hacer tu vida, no dejas de pensar que algún día volverá o algún día será él que te eche de menos. Entonces se convierte en una rutina que se vuelve una tormenta de esas que poco a poco termina.
Lo difícil es cuando le odias.
Es un poco cortante el decir que odias a alguien, es algo muy cruel desearle el mal a alguien, desear que la vida le de su merecido por el hecho de haberte hecho tanto daño. ¿Es realmente egoísta pensar eso?¿Estás en tu derecho de desearlo o te has convertido en el ser más horrible del mundo? Y es que yo ya no estoy como para pensar ese tipo de estupideces. No me parece apropiado intentar destrozar mi mente pensando si estoy siendo buena o mala persona. El caso es que te odio, el caso es que quiero que lo pases mal, quiero que sufras lo mismo que sufrí yo por tu culpa y más aún.
No soporto ver que las cosas te van bien, no soporto saber que pese a todo lo que me hiciste sigues riéndote de mí en mi cara. Te odio tanto que me hago a mí mismo daño casi como cuando te quería. Te quería tanto que me destrozaba.
Pero desgraciadamente he aprendido que no te odio por todo lo que hiciste, ni porque yo no fuera nada para ti, ni por lo bien que te va todo ahora. He aprendido que te odio porque realmente me odio más a mí mismo. Que me odio porque yo soy lo peor que ha existido, he sido yo el que ha hecho absolutamente todo mal. He sido yo el que no vale nada.
Ni siquiera sé si te va bien o te va mal, ahora mismo no sé nada de ti. Pero mi cabeza se centra en pensar que sí, que por supuesto que sé todo sobre ti. Sé que eres feliz, sé que te va todo genial, sé que te ríes de mí. Sé todo eso porque es lo único que puedo usar para destrozarme a mí mismo.
Pero supongo que ahora tengo cosas realmente importantes de las que preocuparme. Tú no eres algo de lo que deba preocuparme. Creo que siempre ha sido eso, como que necesitaba preocuparme por ti porque sentía que la realidad era algo mucho más dañino. La realidad ser dispersa, la realidad cada día se aleja más, todo cada vez es más confuso y más roto. Ya solo estamos cansados. No tenemos ganas de arreglar nada y es triste, porque si las cosas se arreglaran las cosas no acabarían tan mal. Supongo que lo único que tenemos que hacer es dejarnos llevar, seguir esa corriente sin fin en la que en algún momento acabaremos ahogándonos. Ya pensaremos qué hacer en el momento de ahogarnos.
05/06/2015

Biophilia.

"Soy era la reina de las estrellas" se repetía una y otra vez. Lo gritaba, lo susurraba, se lo escribía en los brazos. No podía parar de decírselo a sí misma y nunca se lo perdonaría si llegase a olvidarlo.
Allí estaba ella, flotando entre las estrellas, observándolas una a una. Hacía años que había decidido convertirse en la reina de las estrellas. Hacía años que se deshizo de su cuerpo terrenal para volverse brillante y hermosa. Hacía años que había decidido abandonarse a sus gritos, a sus deseos, a sus decepciones. Hacía años que había dejado de ser ella misma porque no podía más, porque sus brazos habían comenzado a pesarle, sus párpados habían dejado de levantarse. El mundo se había vuelto tan borroso que dolía, y  ya solo era capaz de divisar las brillantes luces de las estrellas.
Por eso había decidido irse hasta las estrellas, por eso había abandonado todo lo que tenía. Las estrellas eran la única referencia real que había podido encontrar. Sus pequeños cristales le habían hipnotizado, sus luces, sonidos y musicalidades habían sabido aliviarla, alejarla de su angustia que había germinado en sus entrañas, Todo su mundo se había vuelto su mundo hostil y difuso.
Ahora es feliz, ahora piensa que es feliz. Ahora está en un baile eterno, en una canción que nunca quieres que termine, en un bocado que nunca quieres que termine. Ella gira alrededor de todas las estrellas en su cosmos celestial, sonriéndolas una a una sin importar que ellas lo hagan.
Sabe que no acabará nunca, que permanecerá para siempre en ese estado, que ella es como la sirena que amó una vez y tuvo que convertirse en estrella. Sabe que el dolor allá en el mundo era muy grande, que no puedes vivir con la angustia que provoca el rechazo ante lo que sientes. Era muy difícil sentir cosas allá en su vida. Era muy difícil levantarse por la mañana pensando que lo que sientes es algo inútil. Sabes que le quieres, sabes que nunca le tendrás. No hay nada más duro que sentir eso.
Y puede que no se lo mereciera, que pronto encontraría a alguien que le fascinara tanto y la amara de verdad., Pero parece que ya es algo muy cansado, que la estrellas estaban allí esperándola, ansiosas de que decidiera irse una termporada infinita con ellas.
Allí ya no siente ese dolor, allí es la reina de las estrellas. Allí permanecerá hasta convertirse en una de ellas y cuando en el futuro que llegue una nueva reina. Una reina nueva, dolida, que las cuide como ellas quisieron que las cuidara un hombre en la Tierra.

miércoles, 25 de marzo de 2015

Happy.

No sé si me apetecía que volvieras, no entiendo por qué has tenido que aparecer de nuevo. Parece que no te cansas, que vas a permanecer aquí para siempre. Me había acostumbrado a que faltaras, me había acostumbrado a que dejaras de estar en mis pensamientos. Me había olvidado de ti y has vuelto, como aquel que se ha ido hace cinco minutos.
Has tenido meses para cambiar las cosas, meses para arrepentirte pero no te ha dado la gana hacerlo hasta ahora. Eres como una de esas plantas que renacen cada primavera, que mueren y nacen cada vez más fuertes. Ha sido que aparezcas sin ni siquiera yo verte y has destrozado todo lo que había conseguido, y no sé, por una parte pienso que sí que me apetecía que volvieras, que sí que me apetecía que ocurriera algo más. Pero son solo ilusiones estúpidas y tontas, cosas que no tienen realmente ningún sentido.
Ya ni siquiera pensaba en ti, ya hacía tiempo que no sabía nada acerca de ti. Te habías vuelto tan lejano que había olvidado que aún me habría gustado que volvieras. Y es que siempre fuiste igual, siempre te arrepentiste y me pediste perdón para después desaparecer y seguir haciendo lo que te diera la gana. Y ahora es lo mismo, no sé qué significa para mí el que le digas a alguien que estás arrepentido y que quieres pedirme perdón.
He estado pensando estas semanas y era cierto aquello de que no quería que volvieras. Ya ha pasado tiempo y no te ha dado la gana responderme. Fueron eso, unas palabras vacías de esas que nadie sabe donde estarán. Podrían volverse hacia ti, tú las dijiste, tú deberías tenerlas en ti hasta que te mueras en vez de tirarlas por ahí. Es como cuando tiras la basura, no está bien tirar basura a la calle.
Pero ahora más que nunca es cuando me gustaría que volvieras, es una necesidad mía el querer tenerte cerca. No porque te quisiera a ti, no porque te eche de menos, sino porque necesito escapar de esta realidad en la que vivo ahora. Siento que me quedo sin fuerzas, que la realidad me agota y se lleva poco a poco lo que siento que soy. Soy como una distorsión de mí mismo, y tú estabas cuando yo era yo. Te necesitaba a ti para volver a sentirme como antes.
No quería que volvieras tú, quería que regresara lo que era yo antes. Estoy buscando algo en alguien y en un momento que ya no existe. Es como que quiero tenerte en mi cabeza para olvidarme de lo que tengo ahora. Ahora todo es amargo, triste y vacío.
Quiero que vuelvas a mi mente, quiero que vuelvas a destrozar mis pensamiento, a pasarme las noches pensando en qué hice mal para que te fueras. Y es que tristemente eso me hacía más feliz que lo que vivo ahora.
Eras un pensamiento, algo creado por mi mente. La necesidad que había construido hacia ti me destrozaba, me hacía daño, pero al fin de al cabo era mía. La había creado yo y podía tratarme como me diera la gana. Pero ahora no, ahora mi mente no puede controlar nada. Ya no estoy pasando las noches pensando en cómo quiero que vuelvas, ahora lo único que hago por las noches es pensar en que quiero que se acabe una situación que mi mente ni siquiera ha creado. Ahora mi mente solo puede decirme que aguante, que sea fuerte porque las cosas van a salir bien. Si, las cosas saldrán bien, las cosas por mucho que hagan daño acaban solucionándose. De alguna manera u otra se acabarán arreglando.
Y es que quería que volviera un gilipollas para que se fuera otro gilipollas. Creo que esa era también una de las cosas que quería que ocurriera. Quería que volvieras para poder olvidar al de ahora, porque estaba estropeándolo, estaba empezando a tenerle demasiado cariño, ese cariño que hace que aguante cosas que no me gustan de él. Estaba empezando a permitir cosas que en un pensamiento normal no habría permitido. Con ese cariño podías hacer lo que te diera la gana.
El cariño hacia una persona no se difumina tan fácilmente, no podía coger y de un día para otro olvidar que te tengo aprecio. Pero es que ese aprecio también me hace daño, porque es un aprecio que no va a ir hacia nada más. Es una de esas historia en las que uno da y no recibe nada. Una de esas historias en las que un subnormal espera que ocurra algo más, un subnormal que se levanta cada día con la esperanza de que las cosas cambien y todo sea bonito y precioso.
Pero esos finales nunca llegan. Yo mismo sé que nunca llegan. Y estaba cansado de asumir que no iba a llegar, que por mucho que me esforzara las cosas iban a seguir igual. Tú nunca vas a querer nada conmigo. Y aparte de eso sé que no seríamos felices, que tú eres muy de una manera y yo soy de otra. Sabía que iba a ser una relación de esas donde al final el que iba a estar mal iba a ser yo, que yo iba a estar mal y aún así seguiría durante mucho tiempo apostando porque al final sí que estaría feliz. Yo nunca sería feliz.
Por eso quería que volvieras, por eso quería tenerte de nuevo en mi vida. Quería tenerte de nuevo porque mi vida era más fácil en ese momento, era más feliz sabiendo que no te tenía. Era más feliz sabiendo que yo seguía siendo yo y solo tenía que preocuparme porque un tío no había querido conmigo. Ahora la realidad es diferente, es más complicada... es más difícil que asumir que no estás tú.

martes, 3 de febrero de 2015

Applause.

No sé por qué lo sigues haciendo. Por qué después de tantos años sigues siendo tan estúpido como para hacer que te siga afectando de esta manera. Es como si de repente tu vida se volviera de él, como si perdieras toda tu libertad, tu autonomía de pensar lo que quieras para concentrar todo tu mundo en lo que se refiere a ese ser tan repugnante.
Sabes que vas a verle y lo único que te preocupa es cómo te va a ver él. Estabas con tus pintas de siempre, normal, ni arreglado ni desarreglado. Pero es que él sigue teniendo tanto poder sobre ti que no puedes permitir ir allí de cualquier manera no, tienes que encerrarte en el baño y lavarte, gastar tiempo peinándote de nuevo para que él te vea.
No sé, es como si ya me cansara todo este juego, es como si ya estuviera completamente cansado de ti. Me agotas, es como que pienso que ya no deberías estar más en mi vida. Ese tiempo pasó, es ridículo que siga viéndote y lo único que quiero es que me dejes en paz, que te vayas a otro lugar y dejes mi mente tranquila.
Y es que tú no te mereces nada, no creo que necesites la compasión de ningún ser humano. Y sí, esto puede sonar propio de una persona inmadura, de alguien que está consumido por el odio y que solo te desea lo peor. Pero el mundo ha de creerme cuando digo que eres de lo peor que he conocido.
Vamos a jugar a un juego, te atreves a proponer. Vas a hacer como que te interesas otra vez por mí, a revolver entre la mierda y a hacer como que eres lo mejor que me podría pasar. Si, eso es, se te da genial insinuarte y ser un asqueroso, ser alguien que parece que lo único que quiere es destrozarme la vida otra vez. Divertirte y pasártelo bien, a fin de cuentas eso es lo único que te importa.
Y casi lo conseguiste en su momento. Casi consigues que mi vida se convierta en un poderoso drama y nunca llegaré a entender qué ocurrió en mí para que eso se torciera y no fuera a más. Podía haberme obsesionado para siempre, que hubieran pasado años y años y años y seguir llorando porque aquel día no pude tenerte. Podía haberme condenado de una manera realmente ridícula, haber dejado de ser yo pero estoy realmente agradecido de que mi yo de entonces no permitiera que ocurriera eso. .
Yo antes habría llegado a ser el otro, ese que solo está ahí para hacer de segundo plato. Yo habría aguantado todo tipo de humillaciones. Yo habría aguantado ser ese ser olvidado y perdido que no aspira a otra cosa que no sea un poco de amor falso y promiscuo. Yo habría aceptado eso, me habría conformado con solo un poco de cariño, pero ahora la verdad es que me daría asco acercarme a ti. Ya sé que nunca volvería por ti. Ya sé que si algún día quisieras darme una oportunidad creada de tu asquerosa mente, sería lo suficientemente fuerte para mandarte a la mierda sin vacile y con toda la naturalidad del mundo.
Y es que vas por ahí buscando un aplauso que no te corresponde, un aplauso de esos que hace que se te rompan las manos, parece que quieres que te dejen sordo a base de aplausos. Puede que simplemente lo quieras porque no eres capaz de escuchar ni tus propios pensamientos.
La sensatez nunca fue algo que brillara en ti; la inteligencia, tampoco. Pero aún así has conseguido un montón de cosas, aún así has llegado más lejos que otras personas que a primera vista iban a llegar más lejos. Piensas que has llegado lejos, piensas que eres el mejor, que controlas todo lo que te rodea. Piensas que el mundo es tuyo, tu tablero donde eres el ganador cada día que te levantas.
Me parece despreciable la forma en la que tratas a las personas, ya no por tratarme a mí como me trataste. A mí la verdad es que eso me da igual, me ayudó mucho que me trataras mal. Me hiciste pasar el peor año de mi vida pero, a fin de cuentas, me diste tal dosis de madurez de la que realmente si debería estarte agradecido.
Muchas veces he pensado en agradecértelo, muchas veces he pensado en escribirte una carta o una nota muy muy muy estúpida donde te doy las gracias por abrirme los ojos. Parece que necesitara otra hostia para que se me quiten las ganas de hacer eso. Pero sí que es verdad, muchas veces pensé en lo buena persona que creía que eras. Yo te aplaudía, te adoraba, eras ese ser al que amaba admirar. Qué lejos queda ya todo eso.
Parece que la gente como tú nunca aprende, y es que no se da la situación en la que el mundo se empeñe el destrozarte. Tú no necesitas aprender, te va muy bien así. Eres un nómada entre la gente. Pasas por cientos de grupos, por cientos de lugares. Te gusta que la gente piense cosas geniales de ti. Te encanta dar pena a la gente. Te encanta que la gente piense "mira ese pobre chico que está un poco solo". Lo que luego ya no te parece tan divertido es eso que vean como eres realmente. Ya eso como que no interesa, es algo aburrido. Tu verdadero tú es aburrido. Entonces ya solo queda irte, irte antes de cagarla aún más y dejarlos a todos dudosos. Total, hay mucha gente en el mundo, aún queda mucha gente a la que engañar.
Nunca vas a aprender porque no te va a hacer falta, siempre queda gente a la que engañar y que desgraciadamente llegue a quererte.
Muchas veces pienso en la gente que llegó mucho más lejos que yo, toda esa gente que llegó a sentir que tú le correspondías. Toda esa gente ahogada en ilusiones en las que después escupías en un deseo de ahogarlos aún más.
Yo era demasiado joven para poder quererte. Yo solamente era un niñato que acababa de conocer a su primer amor. Nunca pensé que podría querer tanto a una persona. Nunca pensé que tú ibas a influir en mi día a día como nunca antes nadie lo había hecho. Recuerdo que me desgarraba cada mañana, que tu imagen era lo único que veía cuando me despertaba. Era horrible, era agotador porque tú siempre eras inagotable.
Parecía que nunca se acababan tus fotos, parecía que nunca se acababa tu presencia. Tú estabas ahí con más fuerza que nunca apareciendo en todos lo rincones de lo que era mi vida. De repente conocías a todos mis amigos. De repente todos mis amigos te adoraban. Tú eras aquel chico majo y maravilloso del que pensaban, con rabia, el por qué de que no te habían conocido antes.
Puede que sea realmente ese el motivo por el que viniste al mundo. Puede que vinieras para seducir, para enamorar. Puede que seas el elegido del destino para demostrar a las personas que el amor es una mierda, que siempre va a existir un gilipollas como tú para destrozarlo todo. Te encanta ser dios, te encanta crear y descrear. Te encanta ser un monstruo.
Y yo mientras solo pensaba en por qué el destino hacía que no pudiera tenerte. Por qué eras tan maravilloso y por qué me dolía tanto el que no estuvieras conmigo. Yo no era nada sin ti, sentía que no era nada y que cada día que pasaba una parte de mí moría más y más. Cada día me quedaba menos de mí mismo, cada día tenía menos cosas en las que pensar que no fueran tú. Recuerdo que me prometía a mí mismo, por las mañanas, que no iba a hablar de ti durante el día, que iba a decirle a todo el mundo que aquel día me encontraba bien, que ya no te necesitaba, que lo había superado y que era capaz de seguir con mi vida. Pero eso nunca sucedía, caía a los pocos minutos, caía porque sabía que no lo iba a conseguir, que todos los días de mi vida a partir de entonces iban a estar dominados por ti.
Me encantaría que algún día te destruyeras por completo, es lo malo de destruir a los demás. Destruir a los demás es fácil, es divertido, es tu oficio oficial. Pero también puedes olvidarte de cuidar de ti mismo. Tanta mentira, tanto egoísmo, tanto descuido acaba por pasarte factura. Poco a poco te vas consumiendo en tu propia persona. Tu eras como el mar, tu propio personaje se dejaba llevar. Él puede cansarte, puede desearte la muerte. Solo es cuestión de tiempo.
Y yo no es que te deseé el mal, solo que todo lo que has hecho a lo largo de los años me indigna y hace que me sienta aún más estúpido, Tú fuiste muy importante, tú eras lo mejor que yo pensaba que iba a tener. Me es difícil perderte la pista porque sé que en el fondo tú no quieres que la pierda. Te encanta que siga viéndote, te encanta saludarme y mirarme con esa cara de "soy lo mejor que nunca podrás tener". Desgraciadamente te conozco demasiado bien.
Y me jode, me jode muchísimo. Porque aunque hayan pasado ya varios años tengo que perder mi tiempo pensando en cómo me vas a ver.Tengo que perder mi tiempo deseando que cuando me veas te quedes impresionado. Impresionarte yo ¿De qué? Yo siempre te di asco. Yo siempre fui ese tío raro y feo de que te ibas a cachondear. Aunque hayan pasado ya varios años yo voy a seguir siendo el mismo y el que me vista mejor o peor no cambia nada. Por algo siempre fuiste alguien extremadamente superficial.
Pero bueno, mi mente sigue dándome órdenes sobre cómo debo comportarme ante tu presencia. Aún necesito de tu aprobación, aún necesito sentir que sigo siendo parte de algo porque si no siento que todo lo que ocurrió no ha existido.
Es bonito pensarlo de esa manera. Es bonito pensar que mientras siga haciendo este tipo de tonterías todo lo que ocurrió sigue siendo real, sigue siendo mi pasado y no algo que ya se ha quedado olvidado, muerto y desaparecido. Porque es eso, que puede sonar ridículo, pero al final sigue siendo mi pasado, y puedo tratarlo como me de la gana.
Puede que tenga razón sobre lo que pensé el otro día sobre eso de distinguir entre gente fija y gente borrosa. Puede que yo sea alguien borroso, alguien que no tiene algo fijo, alguien que no es nada y que busca amoldarse a cosas que desaparecerán pasado un tiempo. A veces me gustaría ser alguien fijo, alguien con una personalidad tan marcada como la tuya. Alguien a quién conoces de pocos días y ya sabes todo lo increíble que puede llegar a ser. Y es bonito, pero es difícil mantener tanto tiempo a ese personaje. Todos esos gustos, todo ese estilo. Mantener a un personaje es algo que me es imposible de hacer.
Y no estoy hablando de un personaje como algo negativo, hablo de personaje en el sentido de ser ya alguien. Alguien que está tan formado que no va a dudar nunca de sí mismo. Nunca vas a perder la confianza, es imposible que algo te salga mal con esa coraza que te has creado. Ahora eres invencible y puedes hacer lo que quieras.
Pero bueno, todo esto es algo a lo que ya me he acostumbrado, algo con lo que tengo que tratar hasta que sienta que todo se ha terminado. Quiero que se acabe, quiero que desaparezca, pero por más que pasa el tiempo pienso que cada vez el más difícil que esto se pase en unas semanas. Estas cosas llevan tiempo, estas cosas requieren paciencia. Tú eres alguien con mucha paciencia. Yo debo ser alguien con mucha paciencia. Por mucho que lo deseé tú siempre vas a estar ahí, tú siempre iras hacia mí. Y nunca sabré si es porque quieres tú o es porque lo deseo yo.

domingo, 4 de enero de 2015

Florida Kilos.

Lineas blancas por todas partes, billetes de un dolar enrollados encima de la mesa. Estamos todos juntos, todos estamos bien. Se nota en el ambiente el pegajoso calor del verano, como si hubiéramos pasado la noche con alguien arropado.
No sabemos si amanece o atardece, si hace frío o calor para ponernos algo encima. Estamos pegajosos de los unos de los otros. La vida es como una tarde de verano, infinita, somos el sábado eterno con el que sueñan algunos.
Ya ni siquiera recordamos cuándo empezó todo esto, cuándo dejamos de seguir una rutina de vida para meternos en una rutina en la que ya no tenemos vida. Han pasado ya... ¿Varios años, varios meses...? Era como vivir mirando el crepúsculo sobre hamacas en un paradisíaco lugar en medio de ninguna parte, esperando que el sol se pusiera y llegara la noche. Pero esa noche nunca llegaba, el sol nunca desaparecía, se limitaba a mirarnos de forma cansada como si quisiera aguantar todo lo que pudiera antes de llegar a desaparecer.
Era bonito mirar a ese sol, era bonito mirar de lejos nuestra antigua vida. Las luces naranjas nos impedían volver la vista atrás e imaginar el cielo azul que era lo que habíamos vivido. Pero no importaba, era más bonito imaginarte algo nuevo, imaginar que antes los diamantes fueron nuestros mejores amigos o que olíamos a perfume caro durante todos los días. Champán y billetes que se derrochaban día tras día y que solo tenían el uso de cambiarse por cosas. Eran bonitos esos días en los que los billetes solo tenían ese uso. Es gracioso que te den un trozo de papel que después tiene que ser cambiado. Se supone que el papel vale para muchas más cosas.
El colchón donde nos tumbamos es nuestro nuevo hogar. Ya es como si fuéramos animales, no necesitamos apenas nada. Solo pasamos el día comiendo pomelos, esa fruta que cada día me parece más y más de animales. No nos gustan las naranjas, una naranja es una fruta de personas. Una naranja la pelas y al comerla te manchas con su zumo, es una fruta para tomarla tranquilamente, tomarla en apenas unos instantes y seguir con tu vida. Con un pomelo no pasa eso, pelar un pomelo es en sí uno de los actos más puros que existen. El pomelo es la naturaleza en sí misma. No puedes sentirte solo si estás comiendo un pomelo.
Son muchas las costumbres que hemos adquirido. Hemos aprendido a mirar el mundo de otra manera, a conformarnos con casi cualquier cosa. Ahora es como si los objetos tuvieran vida propia, una personalidad arrebatadora y encantadora que nos incita a amarlos y quererlos como si fueran nuestros amigos. Ya ninguno imaginamos nuestra vida sin ese espejo de mano color rosa y decorado con pegatinas de princesas.
Ese espejo es ahora especial por mucho que esté deteriorado, por mucho que cueste ahora ver nuestros reflejos. Una capa de polvo blanco mancha e impide ver nuestro reflejo, puede que sea mejor así. Antes éramos hermosos, antes podíamos haber hecho cualquier cosa, antes queríamos encontrar el amor. Éramos como esas pegatinas que decoraban el espejo, dulces princesas que podían haber sido amadas por todo el mundo. Ahora nuestro rostro no tiene siquiera nombre, es inútil describirnos, supongo que solo basta con decir que no se asemeja al de las princesas, aunque suponemos que en el fondo el mundo nos ama de su propia forma.
Realmente el crepúsculo es bueno para nosotros. Durante el crepúsculo estamos tranquilos, la noche ya no es buena para nosotros. Hubo un tiempo que sí lo fue, un tiempo donde ese espejo rosa se convirtió en nuestro mejor amigo. En esos días no existía un atardecer infinito. Durante esos días los tiempos eran normales. Nos levantábamos a las dos de la tarde con una sonrisa en el rostro, nos esforzábamos durante las horas de luz en hacer cosas reales, en sentirnos parte del mundo al que estábamos dando la espalda. Luego durante la noche podíamos volver a nuestro mundo de irrealidades, esa oscuridad en la que tanto habíamos aprendido a confiar.
Éramos compañeros, éramos los más felices, o al menos eso nos gusta recordar. La noche ofrecía todo lo que nunca hubiéramos deseado y éramos tan amigos que sabíamos que podíamos controlarlo. Cada noche las luces eran más bonitas, las copas nos sabían mejor y la música parecía entendernos aún más. Ese mundo era nuestro, independientemente de que hubiera más gente alrededor nuestro. Todos podíamos ser amigos, todos estaban en su propio viaje en busca de nosotros mismos. Es increíble lo mucho en común que teníamos con todas esas personas con las que nunca llegamos a hablar. Y es que ni si quiera nos hacía falta hablar.
El espejo rosa cada vez estaba más y más sucio, ya apenas nos mirábamos al espejo. Ya no lo necesitábamos, ya no queríamos saber más de nosotros mismos. Ahora éramos un conjunto de gente, compartíamos todo, no queríamos nada. Solo nos preocupaba manchar más y más aquel espejo.
Era bonito porque vivíamos en el Paraíso, era bonito porque ya no nos alejábamos de él. Cuando nos echaron de nuestra casa fuimos a buscarnos la vida junto a nuestro espejo rosa. A ninguno de nosotros nos importó dejar todo aquello atrás. Sabíamos que acabaríamos encontrando algo tan bonito como esas hamacas de las que os hablaba antes. Las hamacas y los colchones serían quienes cuidarían de nosotros ahora, nuestros refugios donde pasar las resacas. Serán ellos quienes se encarguen de que estemos cómodos, de que solo tengamos que preocuparnos por observar este gran crepúsculo que es ahora nuestra vida.
Decimos que ya no necesitamos amor, que ya no necesitamos cariño, pero no paramos de comer pomelos en un intento por no sentirnos tan solos. Pero sentirse solo no sirve de nada, sentirse querido tampoco sirve de nada. Es mejor comer pomelos.
A veces recuerdo mi vida anterior, a veces recuerdo cuando tenía ganas de hacer cosas reales. A veces recuerdo lo mucho que me importaba mi aspecto, lo rutinario que era arreglarme para ir a algún lugar, preocuparme por peinarme y cortarme el pelo, decidir qué ropa me iba a poner. Era bonito hacer cosas reales, comer a horas normales en una gran mesa con un mantel elegante en un lugar donde las luces brillan. Allí no me hacía falta recoger pomelos de la basura.
No sé porqué empecé a hacer esto, por qué quise huir de todo lo que todo el mundo ama. Supongo que fue porque llegó un punto donde no podía soportarlo, donde ocurrió algo que hizo que todo mi mundo supiera a soledad. Un punto donde mis respiraciones se volvieron muy muy fuertes y los momentos donde no saber si llegaría a salir del baño vivo se volvieron inaguantables.
No sé si fue porque te echaba de menos, no sé si fue porque no me veía ni me veo lo suficientemente fuerte como para disfrutar de lo que se supone que es bueno. En ese momento aparecieron ellos y comprendí que pasarme las horas apoyado en la pared del baño con lágrimas en los ojos no iba a solucionarme nada, que debía seguir intentando olvidar, aunque la solución no fuera la más apropiada.
Y a veces pienso en todo lo que no necesito, todo lo que la mayoría de la gente que conocía quería conseguir. A veces creo que vivo en el Infierno, que este Paraíso no es el correcto, que estos compañeros de viaje me arrastraron a este punto donde a veces me veo morir. Los miro a ellos, veo a una chica con una corona de plástico en la cabeza que ya ha pedido ya sus joyas de plástico. Se la ve feliz, ella se cree una princesa, pienso que todos podemos ser lo que siempre hemos querido, puede que ella sea la reina de las nubes. Pero en algunos momentos, cuando creo que el crepúsculo da una luz diferente, pienso que nos equivocamos, que este Paraíso nunca existió y que dudo que lo haga algún día.
A veces pienso, a veces pienso que todo nunca fue tan bonito, que todo esto es algo que ha creado nuestra cabeza, que no existen los Paraísos. Pero luego mancho nuestro espejo rosa y se me pasa.

viernes, 2 de enero de 2015

Body Electric.

Las luces rojas son especiales, son más hipnóticas que el resto. Nunca he sabido por qué pero parece que todo está más concentrado, más atestado, más sudoroso. Es como que la luz roja te ensimismara y fueras capaz de bailar con otros ritmos, otras sensaciones. Eres una elección aburrida para el resto, nunca serás como esa luz roja. Nunca serás tan hipnótico ni tan fluorescente, nunca serás nada.
Es duro verte bajo la luz roja, bajo esa luz eres incluso más maravilloso de lo que yo hubiera podido imaginar. La luz roja te sienta bien, te sienta demasiado bien. Nunca una luz me había hecho tanto daño. No porque a mí no me sentara bien, que yo no fuera agraciado ni querido bajo la luz roja era algo que ya había asumido hace tiempo. Ahora el problema es que para ti la luz roja era todo lo contrario, todo lo que a mí no me daba te lo daba a ti y durante toda la noche podías hacer lo que quisieras, tu mente podía hacer lo que quisiera.
Me estaba sentando mal verte, yo no hacía más que intentar fundirme con la luz roja, desaparecer entre la gente y hacer que al menos algo me quisiera durante una noche. No quería mirarte, no quería acercarme a ti, era como si tu roce me quemara. Yo no dejaba de repetirme que no quería nada, que todo iba a ser más complicado para mí. Pero cada vez que lo decía yo ya sabía que lo cierto era que lo quería todo. Es horrible no conseguir lo que quieres, es horrible ver aquello que nunca vas a poder tener. Y es que durante un tiempo puedes controlarte, puedes hacer como que no pasa nada, puedes ser lo suficientemente fuerte como para vivir con ello y hacer de tu vida un lugar feliz. Pero luego empiezan esos momentos donde quieres morirte, donde tus fuerzas desaparecen, donde sientes que cada día es una bofetada que te das tú mismo en un intento de seguir con aquello que pensaste que superarías.
Es como si él contara con un poderoso ejército, una defensa que le hace inalcanzable a mis movimientos, intenciones y a todo lo que a mi me gustaría. Sientes como si sus lanzas me apuntaran todo el tiempo y yo intentara amar cada uno de sus pinchazos, como si quisiera demostrarlos que aún así me dejaría querer por ellos, dejar que me hicieran daño porque es la única manera que tengo de demostrarles que en el fondo no me importa, que no me importa recibir algo que se supone que merezco. Querer algo es hacerte daño, tener el deseo de destruirte poco a poco entre tus entrañas. A fin de cuentas lo que muere aquí es el alma, o el cuerpo, o ambas entre las lanzas.
Sientes que cantas a ese cuerpo que va a hacerte sentir eléctrico, es cuerpo que ahora es joven y que te divierte de manera desesperada. Continua con esa mirada que tan estúpido te hace sentir mientras la luz roja os abraza. La luz roja es lista, la luz roja ha sabido elegir, la luz roja va a hacer que él elija a alguien mejor que tú, alguien a quién le favorezca su color, alguien cuyos movimientos también se vuelvan eléctricos e hipnóticos bajo su iluminación. Alguien diferente a ti.
Y tú solo bailas, tú solo bailas intentando que se fije en ti, intentando que las cosas cambien de una vez por todas y decida amarte aunque solo fuera por un instante. Pero somos realmente estúpidos pensando que una noche de cariño pueda cambiar toda una relación. Nos da miedo obsesionarnos y que se obsesionen con nosotros ¿Por qué decidimos ser tan nuestros?¿Piensas que no te dejaré nunca, que me obsesionaré contigo?¿Y qué tiene de malo que seamos de alguien y que ese alguien nos trate como le de la gana? Parece que nos han hecho ya tanto daño al dejar nuestro ser a otros que ya no queremos hacerlo nunca más.Y es que no tenemos que pedir explicaciones, nos lo han demostrado miles de veces, no necesitamos sufrir una vez más para darnos cuenta de ello.
Y es que todos necesitamos algo a lo que aferrarnos, algo que sintamos que va a ser nuestro para siempre, aunque las cosas nos salgan mal, que esté ahí para que podamos seguir desde el principio. Es como si quisiéramos hacer todo lo que siempre hemos querido, como si llegara el día en el que quieres dejar todo y construir todo otra vez, pero no todo. Nos da miedo empezar a construir todo en su totalidad, necesitamos ese algo de referencia, ese algo que nos va a apoyar cuando tengamos tantos problemas. Todo es más fácil cuando hay algo a lo que aferrarnos, todo es más fácil si tu cabeza piensa que tienes eso ahí. Y muchas veces creamos a ese clavo dentro de nuestra cabeza, un clavo que parece perforarnos hasta hacernos sangrar.
Puede que sea algo inventado, algo que tu cabeza quiere que exista y que en el mundo real no tenga validez, pero mientras no se haya desmoronado ayuda a tu mente a seguir. Puede que sea más duro que tu clavo sea irreal, a nadie le gusta que se le desmorone todo de repente. Cuando creas muchas cosas que solo funcionan en tu cabeza es fácil que lo real de derrumbe y, con ello, todo lo que hacías imaginado.
Entonces vuelves al mundo real, a ver las cosas como debías haberlas visto hace tanto tiempo y te das cuenta de que no tienes nada, que los clavos han desaparecido, que necesitas desesperadamente volver a encontrarlos y volvertelos a clavar lo más rápido posible, sin dolor, pensando que es lo mejor que puedes hacer.
Pero tú sigues bailando, yo sigo bailando, yo sigo con mis preocupaciones mientras te miro y sigues disfrutando con la cabeza muy lejos de aquí, con tu mente ocupada en otros asuntos más importantes que yo. Es una rutina de gente enferma, es como pasarte el día recibiendo escupitajos de los que bebería si hiciera falta. Es tanto miedo lo mío y tanta locura lo tuyo que ni siquiera la luz roja ha conseguido devolvernos el oxígeno.
Lo mejor es dejarlo pasar, asumir una vez más que estás acostumbrado, aprender a bailar para otras luces y esperar que alguna te considere lo suficientemente bueno como para ofrecerte su luz. Todos en el fondo estamos solos, incluso los que parece que van por la calle conquistando farolas a su paso. Dicen que es más fácil conquistar a una cerveza y a una luz, encontrar tu lugar en el mundo lejos de todas esas personas que solo han sido capaces de dejarnos miedo y que se han ido con una sonrisa. Me encantaría poder destruirles esa sonrisa a todos. Ya no queda un aprecio, ya no queda un sentimiento de querer conseguir vuestro cariño. Ahora solo queda un odio, un afán de borraros esa sonrisa y que me hagáis tanto daño para haceros sentir culpables durante el resto de vuestra vida.
Pero para ti no quiero eso, no voy a enfadarme porque bailes bajo la luz roja o porque tu mirada siga pareciéndome tan hipnótica como el primer día. Tú no tienes la culpa de nada, tú has intentando hacer las cosas lo mejor posible. Vas a dejarme muchas más cosas buenas que el tener miedo y creo que he aprendido a ser justo y a saber aprovechar todo lo que puedes ofrecerme, aunque no sea todo lo que yo quiero. A ti nunca voy a odiarte.