sábado, 20 de octubre de 2012

Personas.

A veces recuerdo a la gente que pasa por la calle. Otras veces no. Muchas veces podemos encontrarnos con la misma persona y sin embargo no darnos cuenta que se trata de la misma. Estamos acostumbrados a caminar por las frías calles de piedra, sin prestar más atención que a nosotros mismos. No somos conscientes de lo que ocurre a nuestro alrededor, estamos tan absortos en nuestros propios problemas que olvidamos lo que tenemos delante.

Todas las personas esconden algo. Todas las personas tienen algo en común con nosotros mismos, cada una de las personas es un reflejo de una parte nuestra. Cuando la gente camina esto se olvida, se olvida de los rostros, de las facciones de cada persona. En ese momento en el que nuestra mente viaja entre brumas lo demás que pertenece frente a nosotros se difumina, se pierde en el tiempo bajo la sombra del olvido. Olvidamos un montón de cosas, y en parte eso hace que seamos más felices, pues la ignorancia nos hace sentirnos más seguros.

Cada persona tiene sueños, miedos, aspiraciones y de alguna manera una parte de ellos encaja con nuestra propia historia. Dos personas que podrían quererse caminan por la calle, ambas enfrascadas en sus pensamientos, y pasarán de largo sin darse cuenta de lo que esto supone. Ambas no se mirarán, tan solo mirarán al frente sin darse cuenta de lo que sucede, pensando en su propia vida, en las cosas que tienen que hacer: sus obligaciones, las cosas que deben hacer y que les impide ver la vida con claridad, embotellados en una vida vacía...

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