domingo, 23 de febrero de 2014

Pardise II

Gritos, gritos, gritos como gente sufriendo, como si ahora todo lo que conocieras se tratara de un infierno y la gente hubiese perdido la razón por culpa del hambre, algo completamente inhumano. Solo escuchas aquello que parece sufrir, qué raro es que abras los ojos y todo parezca completamente distinto ¿O puede que no?
La barra está ya caliente, llevas muchas horas bailando sobre ella, el humo sale del techo y la gente grita tu nombre desde los asientos, todos ellos ensimismados, aplaudiendo mientras sonríen con un puro entre los labios. Eres una chica de la noche.
Cuando bailas todo desaparece, todos tus problemas y recuerdos anteriores parecen consumirse al igual que los puros de los clientes. Esa vida te gusta, te hace sentirte bien, nunca te gustó atarte al mundo real y este submundo, cercano al inframundo, parece darte más vida que lo que en su día fue el Paraíso.
Dios dijo que todos debíamos hacer cosas grandes en esta vida y no entiendes por qué la gente ve con tan malos ojos tu trabajo, por qué eres tan poco valorada, por qué eres tratada como una perra a la que nadie quiere y que solo es bella a los ojos de aquellos clientes con los ojos ávidos de sexo. El mundo es una locura.
Pero a veces ocurre que conoces a gente que sí te quiere, gente que sí que sabes que vale la pena. Es esa gente la que te hace seguir bailando en antros. Es una buena forma de ganar dinero haciendo algo que realmente sí sabe hacerte feliz y siempre te dijeron eso de que la vida imita al arte. No tienen por qué reprocharte nada, tu eres feliz, buscar ser aún más feliz, tu vida a pasado a convertirse en un baile del que te has enamorado perdidamente.
Y es que el jardín del diablo parece haberse convertido en esa medicina que tanto necesitabas, aquello que tanto anhelabas. Las caras se suceden y al igual que en cada baile, un rostro diferente se presenta en tu mente. A veces piensas que tu corazón jamás será capaz de recordar a tanta gente pero tan solo es un juego en el que las reglas tratan de ponerle a prueba. Tienes un corazón bonito.
Esa gente que vale la pena es gente con doble vida, gente con esposa e hijos en su mayoría que buscan en ti desaparecer un tiempo de aquel lugar, es gente que sabes que realmente vale la pena, gente inocente que quedó atrapada en un mundo que no es el suyo. Sabes perfectamente que tú no eres su mundo pero al menos encuentran en ti una realidad diferente. Es como si ellos mismos vivieran en el infierno y desearan encontrar el Paraíso que tanto ansían. Pero la gente siempre se pierde mientras busca los Paraísos, se pierde y no es capaz de encontrar el camino. Tú y tu mundo es como el purgatorio, el limbo, un lugar entre la vida y la muerte y los cielos y los infiernos, un lugar perdido en el que reinas sobre la nada, dado que nadie permanece en este lugar durante mucho tiempo.
Todo tu ambiente cambia, todos los rostros cambian, tú sigues siendo la misma bailarina cuyo amante inmortal es ese escenario y esa barra gastada donde efectuar tus bailes. Algunas veces te da por pensar que algún día te volverás loca, que el baile acabará por romper tu mente, que esa vida de felicidad extasiada es demasiado para ti. Al fin de al cabo, el baile es tu chaleco antibalas en una guerra que parece no tener fin.
Bailas, bailas, bailas, bailas en una tierra de dioses y monstruos, bailas en una tierra en la que el whisky es tu medicina y los demás ángeles pierden sus plumas a cada paso que dan. No sabes cuánto tiempo permanecerás aquí, no sabes cuánto tiempo aguantarás en medio de la nada. Tan solo eres otra persona más en busca del Paraíso, en busca de un lugar que sea realmente tuyo. Cuántos Paraísos perdidos y cuántas personas deseando encontrar el suyo. Necesitas un trago.

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