jueves, 13 de febrero de 2014

MJH.

Te incorporas y te enciendes un porro. Sabes que está amaneciendo. Ya apenas duermes, parece como si eso de dormir fuese algo lejano y roto. Tus ojos están cansados, rojizos, parecen incluso alcanzar un matiz un tanto febril. No sabes muy bien por qué no duermes, solo sabes que te gustaría volver a hacerlo pero es como si no te pudieses relajar, como si tu cuerpo fuera una maraña de nervios que se matasen entre ellos por querer salir. Qué poético todo.
Hace frío y tú aún estás envuelto en mantas, el humo que sale de tu boca y el volumen de las mantas hace que parezcas una casa con chimenea de la que no quieres salir, estás cómodo en tu casa de humo. Si hubieras sabido que no dormirías igual podrías haber salido de fiesta con él. Puede que no hayas dormido por saber qué iba a haber hecho él de fiesta...
Te levantas y te diriges hacia la cocina a hacer café. Realmente no lo necesitas pero aún así te gusta tomarte uno todas las mañanas. Pones el agua y mientras coges tu móvil para escribirle. Miras como de forma atontada la pantalla, esperando que vea el mensaje y te responda. Pasados unos minutos aparece un "Vale, voy para allá" que parece que deja más tranquilo.
Vas al baño y te miras al espejo, si hubieras sabido que estabas así jamás se te habría ocurrido decirle que viniera. Tu cara está seca, tu barba desarreglada y el pelo completamente despeinado, sucio y enmarañado. Pero lo peor son tus ojos de cansancio, como sin vida, rodeados por unas ojeras demasiado grandes. No sabes por donde empezar a arreglarte y decides lavarte un poco la cara. Él va a venir, te va a ver así, es mejor ir con la verdad por delante.

La calle está abarrotada y son las cuatro de la mañana. Todo el mundo que se encuentra alrededor es gente joven cuya vida parece tener más actividad durante la noche que durante el día con todos sus libros. Es algo normal, a la mayoría de la gente no le gusta estudiar pero está bien visto eso de hacerse ilusiones al hacer eso de una carrera y buscar un trabajo cualificado. Ilusos todos.
Pero en fin, ahora parece que a todo el mundo lo que realmente le importa es emborracharse y aguantar durante toda la noche. Ahora todo el mundo se dirige hacia el mismo lugar, a ese lugar por el que has aguantado la primera parte de la noche, ese lugar donde las chicas se mueven en cuclillas al rededor de una polla y los tíos miran, tocan y disfrutan...
Allí dentro no hay orden, allí dentro la gente parece descontrolada y te invita de forma tentadora a seguir el juego. La gente se divierte, hay empujones, todo el mundo se va moviendo gradualmente de sitio haciendo casi imposible el paso al interior del local.
Comienza a sonar fuertemente una canción que te gusta, que te atrapa. Comienzas a bailar entre toda la multitud y tu cuerpo de mueve de forma irreal gracias al alcohol y la adrenalina de la fiesta. Te pides una copa y te la tomas de un trago para pasar mejor el rato. Llevabas mucho tiempo queriendo pasarlo bien de esta manera ya sabes que hoy es un buen día para llegar hasta el final.
Ahora todo parece irreal, un mundo distinto, una realidad paralela en la que las cosas que antes te importaban ya no existen. La gente se mueve y te lanza inocentes empujones de borrachos. Todos estamos borrachos, la fiesta acaba de empezar.
Sudas y sudas, te llevas la mano a la cabeza para apartarte el pelo de la frente que ya comienza a ponerse húmedo para después quitarte la camiseta y empezar a estudiar de forma más detallada tu realidad. Ves a mucha gente, hay gente muy guapa. De repente tu mirada se cruza con la de un chico que permanece apoyado a la barra. Es muy guapo y su camiseta ajustada deja entrever un cuerpo que parece gustaste. Tras varias miradas en un lenguaje que conoces a la perfección te diriges junto a él para besarle. Estás muy borracho, él es muy guapo, disfrutas y disfrutas y pasado un rato te encuentras en uno de los baños del local haciendo cosas que te gustan aún más que comerle la boca entre los humos de la discoteca.
La música sigue sonando y disfrutas hasta hartarte, estás a gusto y te decepcionas cuando parece que las actividades con ese chico no pueden dar más de si por ahora. Te arreglas un poco y sales de la discoteca. Miras la hora, son las siete de la mañana y ves que te han escrito "Necesito verte". Estás muy borracho como para tomarte en serio las cosas y decides ir, arreglar el asunto de una vez por todas.

Él llega poco después, le abres la puerta y puedes observar en su mirada que lleva varias copas de más "¿Qué has estado haciendo?" preguntas al observar unas marcas en el cuello. Pero él no contesta, se sienta en la cama esperando a que se le pase un poco la borrachera. El camino hacia la casa le ha hecho sentirse mejor pero aún necesita centrarse y observar la realidad.
Pasa un rato y le miras, ves que él te mira a ti. De pronto él rompe el silencio "Me das asco". Tus ojos cansados siguen mirándole sin entender. Sabías que las cosas estaban raras, que los meses felices se habían acabado hace poco, que los te quiero y esas estupideces pareciera como si estuvieran muriendo, pero no esperabas que llegase a eso. Las cosas se hablan, las cosas se arreglan, no sufren cambios tan drásticos. Las cabezas sanas no sufren cambios tan drásticos.
"Mírate" continúa "mírate, das asco.¿Has visto esas ojeras que tienes?¿Eres consciente del asco que das? Eres un puto orco, no sé cómo cojones he llegado a estar contigo tanto tiempo. Das asco, das verdadero asco, solo empecé contigo por pena"
 Sabes que esas palabras con ciertas, sabes que no eres guapo, que tienes ojeras debido a la preocupación, sabes que a él lo que le gusta es la gente guapa, no gente fea como tú.
"¿De verdad pensabas que alguien como yo iba a estar con un engendro como tú? Por favor, mírate y mírame a mí. Yo necesito a algo mejor, esta misma noche me acabo de follar a un tío que es mil veces mejor que tú. No eres suficiente para mí"
Sigues mirándole sin capaz de hacer otra cosa. No estabas preparado para oír todo eso. Tus ojos ya no pueden volverse más rojos y las lágrimas comienzan a salir de ellos. No sabes qué hacer, no puedes hacer nada. Le tienes ahí enfrente, no sabes qué hacer, le amas y le odias al mismo tiempo. Te quedas quieto ahí en un rincón, solo lloras mientras te tapas con las manos el rostro para intentar que él no te vea llorar. No quieres que te vea llorar.
Notas cómo él se levanta, pasa a tu lado dejando un olor a mezcla de perfumes de hombres. Notas como cierra la puerta. Ni un beso ni un adiós en la despedida. Nunca más.


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