Gritos, gritos, gritos como gente sufriendo, como si ahora todo lo que conocieras se tratara de un infierno y la gente hubiese perdido la razón por culpa del hambre, algo completamente inhumano. Solo escuchas aquello que parece sufrir, qué raro es que abras los ojos y todo parezca completamente distinto ¿O puede que no?
La barra está ya caliente, llevas muchas horas bailando sobre ella, el humo sale del techo y la gente grita tu nombre desde los asientos, todos ellos ensimismados, aplaudiendo mientras sonríen con un puro entre los labios. Eres una chica de la noche.
Cuando bailas todo desaparece, todos tus problemas y recuerdos anteriores parecen consumirse al igual que los puros de los clientes. Esa vida te gusta, te hace sentirte bien, nunca te gustó atarte al mundo real y este submundo, cercano al inframundo, parece darte más vida que lo que en su día fue el Paraíso.
Dios dijo que todos debíamos hacer cosas grandes en esta vida y no entiendes por qué la gente ve con tan malos ojos tu trabajo, por qué eres tan poco valorada, por qué eres tratada como una perra a la que nadie quiere y que solo es bella a los ojos de aquellos clientes con los ojos ávidos de sexo. El mundo es una locura.
Pero a veces ocurre que conoces a gente que sí te quiere, gente que sí que sabes que vale la pena. Es esa gente la que te hace seguir bailando en antros. Es una buena forma de ganar dinero haciendo algo que realmente sí sabe hacerte feliz y siempre te dijeron eso de que la vida imita al arte. No tienen por qué reprocharte nada, tu eres feliz, buscar ser aún más feliz, tu vida a pasado a convertirse en un baile del que te has enamorado perdidamente.
Y es que el jardín del diablo parece haberse convertido en esa medicina que tanto necesitabas, aquello que tanto anhelabas. Las caras se suceden y al igual que en cada baile, un rostro diferente se presenta en tu mente. A veces piensas que tu corazón jamás será capaz de recordar a tanta gente pero tan solo es un juego en el que las reglas tratan de ponerle a prueba. Tienes un corazón bonito.
Esa gente que vale la pena es gente con doble vida, gente con esposa e hijos en su mayoría que buscan en ti desaparecer un tiempo de aquel lugar, es gente que sabes que realmente vale la pena, gente inocente que quedó atrapada en un mundo que no es el suyo. Sabes perfectamente que tú no eres su mundo pero al menos encuentran en ti una realidad diferente. Es como si ellos mismos vivieran en el infierno y desearan encontrar el Paraíso que tanto ansían. Pero la gente siempre se pierde mientras busca los Paraísos, se pierde y no es capaz de encontrar el camino. Tú y tu mundo es como el purgatorio, el limbo, un lugar entre la vida y la muerte y los cielos y los infiernos, un lugar perdido en el que reinas sobre la nada, dado que nadie permanece en este lugar durante mucho tiempo.
Todo tu ambiente cambia, todos los rostros cambian, tú sigues siendo la misma bailarina cuyo amante inmortal es ese escenario y esa barra gastada donde efectuar tus bailes. Algunas veces te da por pensar que algún día te volverás loca, que el baile acabará por romper tu mente, que esa vida de felicidad extasiada es demasiado para ti. Al fin de al cabo, el baile es tu chaleco antibalas en una guerra que parece no tener fin.
Bailas, bailas, bailas, bailas en una tierra de dioses y monstruos, bailas en una tierra en la que el whisky es tu medicina y los demás ángeles pierden sus plumas a cada paso que dan. No sabes cuánto tiempo permanecerás aquí, no sabes cuánto tiempo aguantarás en medio de la nada. Tan solo eres otra persona más en busca del Paraíso, en busca de un lugar que sea realmente tuyo. Cuántos Paraísos perdidos y cuántas personas deseando encontrar el suyo. Necesitas un trago.
domingo, 23 de febrero de 2014
viernes, 14 de febrero de 2014
Paradise I
"Dear John, forgive us our sins" dices constantemente, es un plegaria que ya inunda tu vida. Te emborracha y te hace alejarte de la realidad, o eso es lo que piensas.
Parece que ahora el momento de volver al mundo primigenio, a aquel mundo donde parece que todo era más sencillo, al momento donde las cosas tenían un aire mágico y a la vez podían ser reales. Es el momento de volver al Paraíso.
Todo es fácil, todo ahora es bonito, un aura de felicidad parece inundarlo todo. No eres consciente de nada, Dios ahora está contigo, toda tu felicidad está ahora contigo. Las personas que murieron hace tiempo ahora yacen contigo, la música suena y tú conversas con ellos. Las plantas parecen amarte y bailas al son de la música. Animales misteriosos y hermosos nunca vistos eclipsan tu mirada, no hay peligro, no hay maldad, solo eres una persona que se deja llevar.
La gente camina por aquel lugar, no tienen nada que hacer, tú tampoco tienes nada que hacer. Caminas alegremente y bailas, conversas con los que se encuentran allí, hueles las flores una a una comprobando que todas ellas tienen un olor diferente. Das vueltas como si hubieras consumido múltiples tipos de drogas.
Los días pasan, los años pasan, tú continúas igual, tal y como el primer día que despertarte en aquel lugar. No eres consciente de los días, ni de las horas, la luz violácea del lugar hace que allí no existan los días ni las noches. Es un lugar donde nunca existe el tiempo y, si existe, está perdido en algún lugar de aquel hermoso Paraíso.
Hablas con la gente como si no importara conocerlos, hablas lo mínimo con ellos y no parece que quieras saber nada más. Con ser tú misma te basta, con hacer lo mismo todos los días te basta, con ser feliz así te basta.
Entonces aparece él, surgido de las partes más lejanas del Paraíso. Sus pupilas son rasgadas y eso te llama la atención. Notas cómo te mira mientras hueles las flores, notas cómo te mira mientras te bañas. En aquel lugar nadie nunca se siente solo, pero su presencia hacía que todo eso fuera algo más. Notas cómo el mundo entero se aleja de él, notas cómo las flores parecen cambiar y asustarse, pero a ti eso te gusta, te gusta pensar que es alguien importante.
Los árboles te gritan que no te acerques a él, que ahora es el Paraíso quién te protege y te hace feliz. El Paraíso es una obra de arte pero tú también sientes que él es una obra de arte. Rezas múltiples rosarios intentando dejar de pensar en él, rezas el rosario para intentar arreglar tu mente rota. Pero el Paraíso ha desaparecido de ti y él es la única forma de recuperarlo.
Sus ojos sibilinos te hipnotizan, su mirada rompe tus rosarios y mancha tus sudarios. Sus elegantes movimientos te invitan a seguirle, a continuar por caminos del Paraíso que jamás habrías explorado, te vuelves loca a cada instante y andas y andas siguiendo su eterno rastro.
Entonces el Paraíso cambia, se transforma, la luz violácea parece hacerse más oscura y la vegetación se vuelve más salvaje y siniestra. Hermosos e inquietantes rayos caen del cielo y se pierden en la lejanía, tu hombre se para en un pequeño claro en medio de toda aquella floresta.
Te acercas hacia allí sin poder creer que él haya parado, que por fin habéis terminado vuestro viaje. Un enorme manzano crece en medio del claro y parece alzarse hasta el cielo. Rojas manzanas crecen en sus hermosas ramas, es el árbol más hermoso que jamás hayas visto y sus frutos parecen también verte con deseo. Él se apoya junto a él, sus ojos han pasado a ser un tono anaranjado y sus pupilas rasgadas parecen más y más hipnóticas.
Sabes que vas a pecar, sabes que vas a hacer algo malo, sabes que al Paraíso no le habría gustado que le hayas dado la espalda, sabes que vas a caer, pero sabes que necesitas hacerlo.
Te acercas junto a él y le besas, recorres todo su cuerpo con las dos manos para explorarlo y convertirlo en tuyo. Oyes gritar a miles de árboles en la lejanía, notas cómo los rayos se vuelven más violentos. Tú cada vez tienes más deseos de ser saciada, quieres encontrar la felicidad a cada beso que das. La piel del hombre cada vez se vuelve más rugosa y sus cabeza más puntiaguda. Sigues besándolo y bebiendo de él a cada instante, no notas su cambio en el cuerpo, no notas nada hasta ver que su lengua se alarga y atrapa la tuya.
Abres los ojos y contemplas horrorizada en qué ser se ha llegado a convertir, ante qué monstruo acabas de encontrarte. Cae una manzana.
Parece que ahora el momento de volver al mundo primigenio, a aquel mundo donde parece que todo era más sencillo, al momento donde las cosas tenían un aire mágico y a la vez podían ser reales. Es el momento de volver al Paraíso.
Todo es fácil, todo ahora es bonito, un aura de felicidad parece inundarlo todo. No eres consciente de nada, Dios ahora está contigo, toda tu felicidad está ahora contigo. Las personas que murieron hace tiempo ahora yacen contigo, la música suena y tú conversas con ellos. Las plantas parecen amarte y bailas al son de la música. Animales misteriosos y hermosos nunca vistos eclipsan tu mirada, no hay peligro, no hay maldad, solo eres una persona que se deja llevar.
La gente camina por aquel lugar, no tienen nada que hacer, tú tampoco tienes nada que hacer. Caminas alegremente y bailas, conversas con los que se encuentran allí, hueles las flores una a una comprobando que todas ellas tienen un olor diferente. Das vueltas como si hubieras consumido múltiples tipos de drogas.
Los días pasan, los años pasan, tú continúas igual, tal y como el primer día que despertarte en aquel lugar. No eres consciente de los días, ni de las horas, la luz violácea del lugar hace que allí no existan los días ni las noches. Es un lugar donde nunca existe el tiempo y, si existe, está perdido en algún lugar de aquel hermoso Paraíso.
Hablas con la gente como si no importara conocerlos, hablas lo mínimo con ellos y no parece que quieras saber nada más. Con ser tú misma te basta, con hacer lo mismo todos los días te basta, con ser feliz así te basta.
Entonces aparece él, surgido de las partes más lejanas del Paraíso. Sus pupilas son rasgadas y eso te llama la atención. Notas cómo te mira mientras hueles las flores, notas cómo te mira mientras te bañas. En aquel lugar nadie nunca se siente solo, pero su presencia hacía que todo eso fuera algo más. Notas cómo el mundo entero se aleja de él, notas cómo las flores parecen cambiar y asustarse, pero a ti eso te gusta, te gusta pensar que es alguien importante.
Los árboles te gritan que no te acerques a él, que ahora es el Paraíso quién te protege y te hace feliz. El Paraíso es una obra de arte pero tú también sientes que él es una obra de arte. Rezas múltiples rosarios intentando dejar de pensar en él, rezas el rosario para intentar arreglar tu mente rota. Pero el Paraíso ha desaparecido de ti y él es la única forma de recuperarlo.
Sus ojos sibilinos te hipnotizan, su mirada rompe tus rosarios y mancha tus sudarios. Sus elegantes movimientos te invitan a seguirle, a continuar por caminos del Paraíso que jamás habrías explorado, te vuelves loca a cada instante y andas y andas siguiendo su eterno rastro.
Entonces el Paraíso cambia, se transforma, la luz violácea parece hacerse más oscura y la vegetación se vuelve más salvaje y siniestra. Hermosos e inquietantes rayos caen del cielo y se pierden en la lejanía, tu hombre se para en un pequeño claro en medio de toda aquella floresta.
Te acercas hacia allí sin poder creer que él haya parado, que por fin habéis terminado vuestro viaje. Un enorme manzano crece en medio del claro y parece alzarse hasta el cielo. Rojas manzanas crecen en sus hermosas ramas, es el árbol más hermoso que jamás hayas visto y sus frutos parecen también verte con deseo. Él se apoya junto a él, sus ojos han pasado a ser un tono anaranjado y sus pupilas rasgadas parecen más y más hipnóticas.
Sabes que vas a pecar, sabes que vas a hacer algo malo, sabes que al Paraíso no le habría gustado que le hayas dado la espalda, sabes que vas a caer, pero sabes que necesitas hacerlo.
Te acercas junto a él y le besas, recorres todo su cuerpo con las dos manos para explorarlo y convertirlo en tuyo. Oyes gritar a miles de árboles en la lejanía, notas cómo los rayos se vuelven más violentos. Tú cada vez tienes más deseos de ser saciada, quieres encontrar la felicidad a cada beso que das. La piel del hombre cada vez se vuelve más rugosa y sus cabeza más puntiaguda. Sigues besándolo y bebiendo de él a cada instante, no notas su cambio en el cuerpo, no notas nada hasta ver que su lengua se alarga y atrapa la tuya.
Abres los ojos y contemplas horrorizada en qué ser se ha llegado a convertir, ante qué monstruo acabas de encontrarte. Cae una manzana.
jueves, 13 de febrero de 2014
MJH.
Te incorporas y te enciendes un porro. Sabes que está amaneciendo. Ya apenas duermes, parece como si eso de dormir fuese algo lejano y roto. Tus ojos están cansados, rojizos, parecen incluso alcanzar un matiz un tanto febril. No sabes muy bien por qué no duermes, solo sabes que te gustaría volver a hacerlo pero es como si no te pudieses relajar, como si tu cuerpo fuera una maraña de nervios que se matasen entre ellos por querer salir. Qué poético todo.
Hace frío y tú aún estás envuelto en mantas, el humo que sale de tu boca y el volumen de las mantas hace que parezcas una casa con chimenea de la que no quieres salir, estás cómodo en tu casa de humo. Si hubieras sabido que no dormirías igual podrías haber salido de fiesta con él. Puede que no hayas dormido por saber qué iba a haber hecho él de fiesta...
Te levantas y te diriges hacia la cocina a hacer café. Realmente no lo necesitas pero aún así te gusta tomarte uno todas las mañanas. Pones el agua y mientras coges tu móvil para escribirle. Miras como de forma atontada la pantalla, esperando que vea el mensaje y te responda. Pasados unos minutos aparece un "Vale, voy para allá" que parece que deja más tranquilo.
Vas al baño y te miras al espejo, si hubieras sabido que estabas así jamás se te habría ocurrido decirle que viniera. Tu cara está seca, tu barba desarreglada y el pelo completamente despeinado, sucio y enmarañado. Pero lo peor son tus ojos de cansancio, como sin vida, rodeados por unas ojeras demasiado grandes. No sabes por donde empezar a arreglarte y decides lavarte un poco la cara. Él va a venir, te va a ver así, es mejor ir con la verdad por delante.
La calle está abarrotada y son las cuatro de la mañana. Todo el mundo que se encuentra alrededor es gente joven cuya vida parece tener más actividad durante la noche que durante el día con todos sus libros. Es algo normal, a la mayoría de la gente no le gusta estudiar pero está bien visto eso de hacerse ilusiones al hacer eso de una carrera y buscar un trabajo cualificado. Ilusos todos.
Hace frío y tú aún estás envuelto en mantas, el humo que sale de tu boca y el volumen de las mantas hace que parezcas una casa con chimenea de la que no quieres salir, estás cómodo en tu casa de humo. Si hubieras sabido que no dormirías igual podrías haber salido de fiesta con él. Puede que no hayas dormido por saber qué iba a haber hecho él de fiesta...
Te levantas y te diriges hacia la cocina a hacer café. Realmente no lo necesitas pero aún así te gusta tomarte uno todas las mañanas. Pones el agua y mientras coges tu móvil para escribirle. Miras como de forma atontada la pantalla, esperando que vea el mensaje y te responda. Pasados unos minutos aparece un "Vale, voy para allá" que parece que deja más tranquilo.
Vas al baño y te miras al espejo, si hubieras sabido que estabas así jamás se te habría ocurrido decirle que viniera. Tu cara está seca, tu barba desarreglada y el pelo completamente despeinado, sucio y enmarañado. Pero lo peor son tus ojos de cansancio, como sin vida, rodeados por unas ojeras demasiado grandes. No sabes por donde empezar a arreglarte y decides lavarte un poco la cara. Él va a venir, te va a ver así, es mejor ir con la verdad por delante.
La calle está abarrotada y son las cuatro de la mañana. Todo el mundo que se encuentra alrededor es gente joven cuya vida parece tener más actividad durante la noche que durante el día con todos sus libros. Es algo normal, a la mayoría de la gente no le gusta estudiar pero está bien visto eso de hacerse ilusiones al hacer eso de una carrera y buscar un trabajo cualificado. Ilusos todos.
Pero en fin, ahora parece que a todo el mundo lo que realmente le importa es emborracharse y aguantar durante toda la noche. Ahora todo el mundo se dirige hacia el mismo lugar, a ese lugar por el que has aguantado la primera parte de la noche, ese lugar donde las chicas se mueven en cuclillas al rededor de una polla y los tíos miran, tocan y disfrutan...
Allí dentro no hay orden, allí dentro la gente parece descontrolada y te invita de forma tentadora a seguir el juego. La gente se divierte, hay empujones, todo el mundo se va moviendo gradualmente de sitio haciendo casi imposible el paso al interior del local.
Comienza a sonar fuertemente una canción que te gusta, que te atrapa. Comienzas a bailar entre toda la multitud y tu cuerpo de mueve de forma irreal gracias al alcohol y la adrenalina de la fiesta. Te pides una copa y te la tomas de un trago para pasar mejor el rato. Llevabas mucho tiempo queriendo pasarlo bien de esta manera ya sabes que hoy es un buen día para llegar hasta el final.
Ahora todo parece irreal, un mundo distinto, una realidad paralela en la que las cosas que antes te importaban ya no existen. La gente se mueve y te lanza inocentes empujones de borrachos. Todos estamos borrachos, la fiesta acaba de empezar.
Sudas y sudas, te llevas la mano a la cabeza para apartarte el pelo de la frente que ya comienza a ponerse húmedo para después quitarte la camiseta y empezar a estudiar de forma más detallada tu realidad. Ves a mucha gente, hay gente muy guapa. De repente tu mirada se cruza con la de un chico que permanece apoyado a la barra. Es muy guapo y su camiseta ajustada deja entrever un cuerpo que parece gustaste. Tras varias miradas en un lenguaje que conoces a la perfección te diriges junto a él para besarle. Estás muy borracho, él es muy guapo, disfrutas y disfrutas y pasado un rato te encuentras en uno de los baños del local haciendo cosas que te gustan aún más que comerle la boca entre los humos de la discoteca.
La música sigue sonando y disfrutas hasta hartarte, estás a gusto y te decepcionas cuando parece que las actividades con ese chico no pueden dar más de si por ahora. Te arreglas un poco y sales de la discoteca. Miras la hora, son las siete de la mañana y ves que te han escrito "Necesito verte". Estás muy borracho como para tomarte en serio las cosas y decides ir, arreglar el asunto de una vez por todas.
Él llega poco después, le abres la puerta y puedes observar en su mirada que lleva varias copas de más "¿Qué has estado haciendo?" preguntas al observar unas marcas en el cuello. Pero él no contesta, se sienta en la cama esperando a que se le pase un poco la borrachera. El camino hacia la casa le ha hecho sentirse mejor pero aún necesita centrarse y observar la realidad.
Pasa un rato y le miras, ves que él te mira a ti. De pronto él rompe el silencio "Me das asco". Tus ojos cansados siguen mirándole sin entender. Sabías que las cosas estaban raras, que los meses felices se habían acabado hace poco, que los te quiero y esas estupideces pareciera como si estuvieran muriendo, pero no esperabas que llegase a eso. Las cosas se hablan, las cosas se arreglan, no sufren cambios tan drásticos. Las cabezas sanas no sufren cambios tan drásticos.
"Mírate" continúa "mírate, das asco.¿Has visto esas ojeras que tienes?¿Eres consciente del asco que das? Eres un puto orco, no sé cómo cojones he llegado a estar contigo tanto tiempo. Das asco, das verdadero asco, solo empecé contigo por pena"
Sabes que esas palabras con ciertas, sabes que no eres guapo, que tienes ojeras debido a la preocupación, sabes que a él lo que le gusta es la gente guapa, no gente fea como tú.
"¿De verdad pensabas que alguien como yo iba a estar con un engendro como tú? Por favor, mírate y mírame a mí. Yo necesito a algo mejor, esta misma noche me acabo de follar a un tío que es mil veces mejor que tú. No eres suficiente para mí"
Sigues mirándole sin capaz de hacer otra cosa. No estabas preparado para oír todo eso. Tus ojos ya no pueden volverse más rojos y las lágrimas comienzan a salir de ellos. No sabes qué hacer, no puedes hacer nada. Le tienes ahí enfrente, no sabes qué hacer, le amas y le odias al mismo tiempo. Te quedas quieto ahí en un rincón, solo lloras mientras te tapas con las manos el rostro para intentar que él no te vea llorar. No quieres que te vea llorar.
Notas cómo él se levanta, pasa a tu lado dejando un olor a mezcla de perfumes de hombres. Notas como cierra la puerta. Ni un beso ni un adiós en la despedida. Nunca más.
Comienza a sonar fuertemente una canción que te gusta, que te atrapa. Comienzas a bailar entre toda la multitud y tu cuerpo de mueve de forma irreal gracias al alcohol y la adrenalina de la fiesta. Te pides una copa y te la tomas de un trago para pasar mejor el rato. Llevabas mucho tiempo queriendo pasarlo bien de esta manera ya sabes que hoy es un buen día para llegar hasta el final.
Ahora todo parece irreal, un mundo distinto, una realidad paralela en la que las cosas que antes te importaban ya no existen. La gente se mueve y te lanza inocentes empujones de borrachos. Todos estamos borrachos, la fiesta acaba de empezar.
Sudas y sudas, te llevas la mano a la cabeza para apartarte el pelo de la frente que ya comienza a ponerse húmedo para después quitarte la camiseta y empezar a estudiar de forma más detallada tu realidad. Ves a mucha gente, hay gente muy guapa. De repente tu mirada se cruza con la de un chico que permanece apoyado a la barra. Es muy guapo y su camiseta ajustada deja entrever un cuerpo que parece gustaste. Tras varias miradas en un lenguaje que conoces a la perfección te diriges junto a él para besarle. Estás muy borracho, él es muy guapo, disfrutas y disfrutas y pasado un rato te encuentras en uno de los baños del local haciendo cosas que te gustan aún más que comerle la boca entre los humos de la discoteca.
La música sigue sonando y disfrutas hasta hartarte, estás a gusto y te decepcionas cuando parece que las actividades con ese chico no pueden dar más de si por ahora. Te arreglas un poco y sales de la discoteca. Miras la hora, son las siete de la mañana y ves que te han escrito "Necesito verte". Estás muy borracho como para tomarte en serio las cosas y decides ir, arreglar el asunto de una vez por todas.
Él llega poco después, le abres la puerta y puedes observar en su mirada que lleva varias copas de más "¿Qué has estado haciendo?" preguntas al observar unas marcas en el cuello. Pero él no contesta, se sienta en la cama esperando a que se le pase un poco la borrachera. El camino hacia la casa le ha hecho sentirse mejor pero aún necesita centrarse y observar la realidad.
Pasa un rato y le miras, ves que él te mira a ti. De pronto él rompe el silencio "Me das asco". Tus ojos cansados siguen mirándole sin entender. Sabías que las cosas estaban raras, que los meses felices se habían acabado hace poco, que los te quiero y esas estupideces pareciera como si estuvieran muriendo, pero no esperabas que llegase a eso. Las cosas se hablan, las cosas se arreglan, no sufren cambios tan drásticos. Las cabezas sanas no sufren cambios tan drásticos.
"Mírate" continúa "mírate, das asco.¿Has visto esas ojeras que tienes?¿Eres consciente del asco que das? Eres un puto orco, no sé cómo cojones he llegado a estar contigo tanto tiempo. Das asco, das verdadero asco, solo empecé contigo por pena"
Sabes que esas palabras con ciertas, sabes que no eres guapo, que tienes ojeras debido a la preocupación, sabes que a él lo que le gusta es la gente guapa, no gente fea como tú.
"¿De verdad pensabas que alguien como yo iba a estar con un engendro como tú? Por favor, mírate y mírame a mí. Yo necesito a algo mejor, esta misma noche me acabo de follar a un tío que es mil veces mejor que tú. No eres suficiente para mí"
Sigues mirándole sin capaz de hacer otra cosa. No estabas preparado para oír todo eso. Tus ojos ya no pueden volverse más rojos y las lágrimas comienzan a salir de ellos. No sabes qué hacer, no puedes hacer nada. Le tienes ahí enfrente, no sabes qué hacer, le amas y le odias al mismo tiempo. Te quedas quieto ahí en un rincón, solo lloras mientras te tapas con las manos el rostro para intentar que él no te vea llorar. No quieres que te vea llorar.
Notas cómo él se levanta, pasa a tu lado dejando un olor a mezcla de perfumes de hombres. Notas como cierra la puerta. Ni un beso ni un adiós en la despedida. Nunca más.
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