lunes, 28 de enero de 2013

Born to Die.

Me senté en aquella mesa vacía. Los cristales estaban empañados, no sabía si estarías fuera pero no me importaba, no esperaba que recorrieses todas las cafeterías de la ciudad buscándome.
La mesa era redonda, pequeña, con azucarillos en el medio y un servilletero de color plateado. Una silla vacía se mostraba frente a mí. ¿Por qué los lugares estaban hechos para ir con gente?¿Por qué en ninguna cafetería no te encontrarás nunca con una mesa y una única silla? Miré la silla unos instantes, quedándome absorta en la madera de color oscuro, sintiéndola vacía y extraña. Iba a pasar mucho tiempo encontrándome con sillas vacías frente a mis ojos.
Pedí un café. Fuera hacía frío y deseaba permanecer allí durante un tiempo, enfrascada en mis pensamientos, flotando en un mar de tonos azulados del que no sabía salir. Tu ya no existes para mi, no me importa que la silla esté vacía, no me importa ser esa persona que aparece siempre sola en las cafeterías. Nacimos para morir, eso es lo que importa. No nacemos para estar con gente, nadie dijo que debemos estar con gente, nacemos para ser felices a nuestra manera, pese a que realmente nazcamos para morir. Nadie dijo que naceríamos en un hermoso castillo rodeados de cosas bonitas para siempre. No se porqué la gente se inventó ese tipo de historias. La gente que inventó esas historias debería morirse ya.
El café estaba caliente, eché el azúcar y lo removí con una cucharilla, esperando que los remolinos que se formaran en él se formaran en mi mente y pensar. Pero ya no podía pensar. La gente del café comenzaba a mirarme, extrañándose de que una persona se encontrara sola allí. Todo eran parejas, familias con hijos o grupos de estudiantes que hablaban de chicos. ¿Por qué?
No quería volver a casa, habría dado lo que fuese por permanecer allí durante todo el tiempo, sumida en mis pensamientos, pero aquella gente me impedía pensar, sus miradas sobre mí hacía en que me fuera incómodo esconderme allí. Miré las sillas vacías, deseando ser una de ellas y no tener preocupaciones más que no se sentara una persona de gran peso encima mío.
Las cafeterías no son lugares para estar solo. Te dan esa impresión, piensas que es romántico estar en una cafetería tu solo, sumido en ti mismo sin que te moleste nadie, disfrutar de un café o una infusión en un intento de que te venga la inspiración y encuentres algo con lo que arreglarte a ti mismo. Pero realmente no es así, la gente va, se divierte, consume y se va. Me habría gustado ir una cafetería como las que yo imaginaba.
Salgo a la calle y mi corazón entero se quiebra a cada paso que doy. Odio que me hagas sentirme así, odio que me hagas llorar. A veces el amor no es suficiente para ser feliz con esa persona. Sé que no estarás aquí, sé que no vendrás a buscarme, sé que desapareceré para siempre, sé que mi nombre se perderá en ese profundo océano que es tu mente. Sé que habrá otras, otras más guapas que yo, otras que aguanten tus estupideces y borracheras. Otras tontas, igual que yo.
Deseo que mis pies no me fallen, quiero que me lleven al final del camino, al final de la vida. Porque si, tu y yo nacimos para morir. Me habría encantado que me besaras bajo la lluvia de diciembre y que estuvieses a mi lado. Me parece increíble que me sintiera sola habiéndome dicho hace unas semanas que serías para mí, que ambos seríamos felices, que nunca más me sentiría sola. Pero las cosas son así, la vida es así, tu y yo nacimos para morir.
La nieve comienza a caer, la ciudad se vuelve extraña. Mi vida es un copo que cae hermoso y ligero, desorientado, para después caer y derretirse en la lluvia eterna. El ruido de los coches emborrona mi mente, mi mirada está perdida al igual que la luz del sol bajo las nubes y el hielo. Pronto anochecería, y las cosas son más difíciles por la noche.  Por la noche cierro los ojos, y te veo a ti en mi oscuro mar. Te veo a ti, en mi cama, con tu perfume de recuerdos, borrachos los dos de amor.
No sé porqué sigues haciéndome sonreír cuando lo que debería hacer es llorar. Lloro para olvidar, lloro para que mi mente crea que las cosas van mejor, lloro para que parezca que todo se va a solucionar. 
No se porqué a cada paso que doy siento que estoy más lejos de ti, más lejos de tus besos, de tus caricias, más lejos de las cafetería donde pasábamos las tardes tomando un café.
Las cafeterías no son sitios para estar solos, son sitios para ir contigo y pasar un buen rato. Llévame al olvido, haz que olvide todo lo malo de ti, haz que no me duela lo aquello que siento por ti. Cada día me destrozas más, cada movimiento tuyo rompe una parte de mí. Quiero olvidarlo todo, quiero que desaparezca el momento en el que te vi por primera vez. Quiero romper las cadenas del recuerdo y perderte para siempre, quemar aquello que me lleva a la oscuridad y al dolor.
No sé porqué aún no he muerto ya. Tu y yo nacimos para morir.


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