sábado, 26 de enero de 2013

Dark Paradise.

Las copas caían, los hielos de derretían , la gente bailaba a través de esos hielos ya abandonados. Nunca me di cuenta de lo que ocurría, las cosas ya se habían vuelto borrosas y el humo de color violeta de aquel sitio nublaba aún más todo lo que veía.
La gente no paraba de bailar. Yo cerraba los ojos, dejándome llevar por aquella música ruidosa, intentando concentrarme en mi mismo. Te dices a ti mismo que todo va bien, que las cosas saldrán como piensas, te pierdes entre la multitud sintiendo que aquella gente que no conoces te arropa, y realmente lo que ocurre es que te asfixia entre sus voces y movimientos. La gente te atrapa, como si te envolviera y te hiciera invisible para el mundo. Tu no importas entre aquella multitud, hagas lo que hagas nadie se va a dar cuenta de que existes, nadie te va a mirar, tu copa es lo único que sabe que existes y al mismo tiempo quiere tomar posesión de ti.
Cierro los ojos y me encuentro en un paraíso oscuro, en una isla desierta de nieblas eternas. Allí si que puedo ser libre, allí si que puedo correr junto al viento y recorrer todos mis pensamientos. Te encuentras allí, sin saber que decirte a ti mismo, estás en mitad del océano y una música se oye lejana a tus recuerdos. Esa melodía te dice que huyas, que escapes, que cada vez que cierres los ojos te encontrarás en ese paraíso oscuro. Aquel paraíso ya no te gusta, es algo igual a la gente, te atrapa, te destruye a ti mismo mediante tus propios pensamientos.
Te dices a ti mismo que todo va bien, no dejas de repetirte eso, intentas volver a la realidad e intentas bailar más rápido, tomando otro trago de tu copa y prestando una mayor atención a aquella música que no te gusta. No hay ningún remedio para tu mente, cada vez que cierres los ojos te encontrarás en ese lugar. Dices que estás bien cuando lo único que desearías es la muerte, quemar esa isla oscura en lo que se ha convertido tu mente...
Comienzas a volverte loco, a sentir cómo esa copa que pediste toma posesión de ti, sometiéndote a su voluntad. Bailas más rápido, te chocas con la gente y esta comienza a apartarse. Abres los ojos en un intento de no perder el equilibrio y ver dónde te encuentras. Ya no sabes si era mejor tener los ojos cerrados o abiertos, en realidad ya no sabes nada. Abres los ojos pero la copa ha cegado tus ojos, sigues sin ver nada. Con dificultad sales del club mientras la gente ríe entre sí con una copa de vino en la mano.
Afuera está oscuro, una farola alumbra la calle, una triste y solitaria farola que puede alumbrar tu paraíso oscuro. Corres hacia ella en un intento de que su luz te salve e ilumine tu alma. Te sientas junto a ella, abrazándola, antes de que tu oscuro paraíso vuelva a ti.
Tu mente no deja de dar vueltas, a sumirse en la lobreguez de las tinieblas mientras viajas a lugares nunca vistos. Nadie tiene compasión de ti, te precipitas al vacío entre risas y pensamientos prohibidos. Las palabras entran en tu mente, risas de gente que baila en el club sin saber que pronto también se perderán a sí mismos.
Allí sentado, viajando en la negrura, voces de extrañas sirenas cruzan tu mente. Te dicen que duermas, que permanezcas allí para siempre, que la eternidad está cerca y el oleaje te llevará hasta ella. La copa, ya perdida y echa pedazos entre zapatos del club te dice que no te levantes, que todo estará bien si te olvidas de ti mismo. Las sirenas son hermosas pese a que no puedas verlas, te susurran cosas que ya no eres capaz de entender, palabras sin sentido que tu mente no es capaz de asociar.
Las sirenas hablan, la nieve comienza a caer del cielo. Las sirenas te dicen que permanezcas con los ojos cerrados, siendo iluminado tu rostro por la luz de la farola. No importas nada, nunca importarás nada, las sirenas lo saben, palabras sin sentido entran rápidamente en tu alma. El oscuro paraíso se adueña de ti, tu mente deja de funcionar, la muerte eterna llega a ti entre delicadas lloviznas...
Tu cuerpo queda ahí tendido, consumiéndose por la nieve. La gente que sale del club no te ve, ríe entre pensamientos lascivos a la vez que camina. El oscuro paraíso se adueña de tu mente, deja tu cuerpo ahí tirado mientras se aleja a lugares que nunca existieron, liberándote y a la vez sumiéndote en su sueño eterno entre delirios de cristal.

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